El Desarrollo de la Guerra de Sucesión Española
Este largo conflicto (1701-1714), en el que no solo se decidía quién reinaría en España, sino también la hegemonía en el continente entre los Borbones y los Habsburgo, acabaría implicando a distintos territorios en una cruenta guerra con numerosas alternativas. Las acciones de guerra más importantes en la península fueron:
- La ocupación anglo-holandesa de Gibraltar (1704).
- Las dos efímeras entradas del archiduque Carlos en Madrid (1706 y 1710).
- La batalla de Almansa (1707; victoria borbónica que permitió la aplicación de los primeros Decretos de Nueva Planta en Aragón y Valencia).
- Las victorias borbónicas en Brihuega y Villaviciosa (finales de 1710).
Finalmente, en los Tratados de Utrecht (1713), Felipe V de Borbón sería reconocido como rey de España a cambio Gibraltar, Menorca, los restos de su imperio europeo y otras cesiones comerciales, confirmando los austríacos estas condiciones en las Paces de Rastatt y Baden (1714). Barcelona y las Baleares se mantendrían en lucha contra los Borbones hasta su ocupación en 1714 y 1715, respectivamente.
El Contenido de la Paz de Utrecht
El desgaste de los contendientes en la Guerra de Sucesión y la subida al trono imperial del pretendiente Carlos de Austria llevó a los británicos a buscar el entendimiento con los Borbones, lo que dio lugar en abril de 1713 a la firma del primer Tratado de Utrecht. Por este tratado, España perdía los restos de su imperio europeo en Flandes e Italia a manos de los austríacos, mientras que los británicos recibían territorios en Canadá y el Caribe. En julio se firmó el segundo Tratado, por el que cedíamos Menorca y Gibraltar, así como distintas concesiones económicas en América a los británicos, a cambio del reconocimiento de Felipe V de Borbón como rey de las Españas. El Imperio no firmó estas condiciones, pero solo no pudo seguir la lucha, por lo que se avendría a firmarlas en las paces de Rastatt y Baden de 1714. En general, Utrecht y los otros tratados acabarían por transformar significativamente el orden político y territorial europeo, aunque manteniendo el equilibrio entre potencias.
Los Decretos de Nueva Planta: Unificación y Centralismo
Con ellos se establecería el modelo político centralista y absolutista francés, empezando por la unificación territorial de España con la supresión de la antigua Corona de Aragón. Este proceso se inició durante el transcurso de la Guerra de Sucesión en junio de 1707 sobre Aragón y Valencia, aunque modificado en el primer caso en 1711, y que culminaría finalizada la guerra con los Decretos para Baleares (1715) y Cataluña (1716). En general, los decretos suprimieron los fueros, leyes propias y Cortes de estos territorios, sustituidos por la organización político-administrativa de Castilla, aunque siguieron manteniendo un régimen tributario diferente o su derecho privado (salvo Valencia). También se derogaron instituciones como la Generalitat catalana, el Justicia Mayor aragonés, las aduanas interiores y los “privilegios de extranjería” (una única nacionalidad para todo el país). Vascos y navarros mantendrían sus fueros pues se mantuvieron fieles a Felipe V en la guerra.
La Política Reformista Administrativa y Territorial de los Borbones
El modelo centralista y absolutista de los Borbones suponía la puesta en marcha de una profunda remodelación de España y América a todos los niveles, lo cual ya se inició durante la Guerra de Sucesión con los Decretos de Nueva Planta (1707-1716) sobre la antigua Corona de Aragón. En el caso de la Administración política y territorial:
- Las Cortes de España pasaron a ser únicas, aunque con escasa importancia.
- Las Secretarías de Estado y del Despacho sustituirían a los Consejos como órganos unipersonales de gobierno, quedando solo el de Castilla como tribunal supremo.
- Los virreinatos desaparecieron excepto en América, creándose nuevas demarcaciones provinciales gobernadas por capitanes generales con atribuciones militares y administrativas.
- Estos capitanes generales presidían las Reales Audiencias, con competencias judiciales.
- Los intendentes serían los representantes en las provincias con atribuciones económicas.
- Los municipios serían controlados por los corregidores.
Todo quedaba bajo el férreo control de la corona.
El Regalismo: La Lucha por el Control de la Iglesia
La política centralista y absolutista de los Borbones también implicaba poner bajo su autoridad a la Iglesia católica española, aplicando el derecho de presentación y el Patronato Regio (nombramiento de cargos eclesiásticos en las sedes vacantes españolas) de la corona sobre el Papa, así como el control de impuestos eclesiásticos. Esta lucha se remontaba ya a tiempos de los Reyes Católicos, pero se radicalizó con la llegada de los Borbones al trono español en el s. XVIII. Finalmente, el Estado acabaría por imponer sus exigencias, sobre todo tras la firma del Concordato de 1753, que concedió a los reyes españoles el derecho de patronato universal, así como las rentas de los obispados vacantes. Con todo, se mantendrían las disputas entre partidarios y detractores del regalismo en adelante, a veces de manera violenta, sobre todo con los jesuitas, que acabarían siendo expulsados de España y sus colonias en 1767 por Carlos III acusados de instigar el llamado “motín de Esquilache” de 1766.
La Política Exterior de Felipe V: Recuperación y Alianzas
La pérdida de territorios tras los Tratados de Utrecht lleva a Felipe V, influenciado por su esposa, Isabel de Farnesio, a poner en marcha una política exterior belicista en un intento por recuperar los territorios italianos perdidos, donde la Farnesio quería colocar a sus hijos, Carlos y Fernando, como reyes. Así, muy pronto nos vimos envueltos en la Guerra de la Cuádruple Alianza (1717-20) en Italia frente al Imperio, Reino Unido, Francia y las Provincias Unidas, que terminaría en fracaso. La necesidad de buscar un aliado poderoso llevaría a la firma de los Pactos de Familia con Francia, que supondrían la sumisión a la política exterior francesa. Por los dos primeros (1733 y 1743) intervendríamos en las Guerras de Sucesión de Polonia y Austria, respectivamente, donde recuperaríamos temporalmente Nápoles, Sicilia, Milán y Parma. También destacaron las luchas contra los británicos por recuperar Gibraltar y Menorca, así como la defensa de nuestras colonias americanas, destacando la llamada “guerra del Asiento” (1739-1748) en el Caribe.
El Reinado de Fernando VI: Neutralidad y Reformas Internas
Su breve reinado (1746-59) se caracterizó por la reconstrucción interior y la neutralidad exterior. En política interior destacó:
- El llamado “catastro de Ensenada” (1749-53), primera gran recogida de datos de población y sus actividades económicas con la intención de establecer un impuesto único que gravara la riqueza de los ciudadanos.
- La “Gran Redada” de 1749 contra la población gitana, también ideada por el marqués de la Ensenada.
Aparte, se invirtió en infraestructuras (caminos y puertos), se restableció la figura del intendente para dinamizar la economía municipal, y se firmó el Concordato de 1753, que concedió a los Borbones la elección de cargos eclesiásticos españoles vacantes. En lo exterior, se consiguió mantener la neutralidad a pesar de las luchas internas entre pro británicos (dirigidos por el ministro Carvajal) y los pro franceses (dirigidos por Ensenada), lo que favoreció la política de rearme y reconstrucción naval, fundamentales para mantener abiertas las comunicaciones con América.
El Motín de Esquilache de 1766: Causas y Consecuencias
Se llama así a los “motines de primavera”, debido a que el marqués de Esquilache, Secretario de Hacienda de Carlos III, estaba detrás de algunas de las reformas impopulares puestas en marcha en España, como la del recorte de capas y sombreros, detonante último de las revueltas. En Madrid, donde se inició, el motivo real fue el malestar de los políticos españoles por haber quedado relegados por los italianos. Sin embargo, en el resto del país se debieron más al alza de precios de alimentos básicos como el pan. Los asaltos a palacios de ministros italianos y las protestas frente al Palacio Real provocaron el pánico en el rey, que huyó hacia Aranjuez hasta que se calmara la situación. Se destituyó a Esquilache; se nombraron a españoles, como el conde de Aranda, para los principales cargos del país; se controló el precio del pan, se persiguió a los cabecillas de la revuelta… Con todo, la principal consecuencia del motín fue la expulsión, sin pruebas, de los jesuitas en 1767, más por su oposición al regalismo borbónico que a su supuesta participación en los hechos.
La Política Exterior Intervencionista de Carlos III
Con él se vuelve a la política belicista de su padre, Felipe V, con el objetivo de frenar las agresiones británicas en América y recuperar Gibraltar y Menorca. Para ello se renovó la alianza con Francia (Tercer Pacto de Familia en 1761), lo que nos obligará a intervenir en la Guerra de los Siete Años (1756-63), donde acabamos cediendo en América La Florida a los británicos a cambio de recuperar La Habana y Manila, así como nos cedieron La Luisiana francesa. Como desquite a esta derrota, participaremos en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en el bloqueo naval a los británicos y con un pequeño contingente de tropas llegadas desde Nueva España dirigidas heroicamente por Bernardo de Gálvez. Por la Paz de Versalles de 1783 recobraríamos La Florida y Menorca, pero no Gibraltar tras el fracaso en lo que se llamó “el Gran Asedio” (1779-83), último gran intento por recuperar ese territorio. También es de destacar la actuación en el Mediterráneo contra la piratería, aunque abandonamos definitivamente Orán.
Las Reformas Agrícolas de los Borbones en el Siglo XVIII
La pésima situación económica del país hizo que desde Felipe V se actuara sobre sus principales fuentes de riqueza, sobre todo el sector primario. A ello contribuyó la labor de destacados ilustrados como Ensenada o Jovellanos, así como la aparición de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, creadas en 1765 para impulsar la modernización económica a través de nuevas ideas ilustradas, como lo fisiocracia. A la agricultura se le dedicó una atención preferente. Entre las muchas medidas tomadas podemos destacar:
- El reparto de tierras comunales a campesinos.
- El recorte de privilegios de la Mesta.
- La colonización de Sierra Morena a partir de 1768, dirigida por Pablo de Olavide, y centrada en la creación de las llamadas “Nuevas Poblaciones” en la ladera sur de Sierra Morena desde Écija hasta Jaén, donde se acabarían creando localidades como La Carolina, La Carlota o La Luisiana.
Otras medidas, como la mejora de infraestructuras viarias o el Decreto de Libre Comercio de 1778, acabarían también por ayudar a mejorar las condiciones agrícolas del país.
El Despotismo Ilustrado: Características y Representantes
Se conoce así al modelo de absolutismo centralista establecido en España por los Borbones durante el s. XVIII bajo las ideas de la Ilustración, y cuyo lema, “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, dejaba claros sus fundamentos: afianzar el absolutismo, pero a través de una amplia política reformista que hiciera parecer que se hacían muchos cambios sin que en la práctica las formas del Antiguo Régimen se modificaran. Así, desde el primer momento las reformas borbónicas estuvieron organizadas bajo los principios ilustrados, teniendo a la Razón como base fundamental para alcanzar el progreso y la felicidad del hombre (así, esta centuria es conocida como el “Siglo de las Luces”, pues la Razón era la única “luz” que alumbraría al conocimiento), aunque manteniendo las estructuras sociales y políticas anteriores. Será a partir del reinado de Fernando VI, y sobre todo con su hermanastro Carlos III, en que esta forma de gobernar se consolidó, siendo este último el mejor ejemplo de déspota ilustrado en España.