La Década Ominosa (1823-1833)
A petición de Fernando VII, la Santa Alianza encarga a Francia la intervención en España. Entran los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Angulema y logran la restauración de Fernando VII como monarca absoluto, aunque esta actuación fue relativamente fácil, ya que a la población le daba igual. Todos los liberales fueron asesinados o mandados al exilio. Se disolvió el ejército para formar uno nuevo. Riego fue torturado y asesinado, ya que era muy importante en el ejército. En lugar de la Inquisición, se crean las Juntas de Fe que tienen las funciones de la Inquisición, pero de manera más suave y con la participación del gobierno. Aparecieron nuevos ministerios para mejorar el país y algunos ministros eran del despotismo ilustrado.
Como España estaba en crisis, los absolutistas se dividieron en dos grupos:
- Absolutistas moderados: Del despotismo ilustrado. Eran quienes querían pactar con los burgueses para conseguir dinero. Apoyaban a Fernando VII.
- Absolutistas radicales (apostólicos): Dirigidos por el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro. Querían mantener el Antiguo Régimen sin cambios.
Conflicto Dinástico
Carlos María Isidro debía heredar el trono de Fernando VII cuando este muriera, pero Fernando VII se casa con María Cristina y tienen una hija, Isabel. Así que, antes de morir, él quería que su hija gobernara, pero la Ley Sálica no permitía que las mujeres gobernaran, así que, mediante la Pragmática Sanción, derogó la ley. Esto no les gustó a los absolutistas, que se apoyaron en Carlos María Isidro para luchar contra María Cristina, que ocupaba el trono mientras Fernando VII estaba enfermo y hasta que Isabel cumpliera la mayoría de edad.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
María Cristina sabía que tenía que apoyarse en los sectores más cercanos al liberalismo para poder vencer a los carlistas, pero para recibir el apoyo de los liberales tenía que acceder a no volver al Antiguo Régimen y acabar con el absolutismo. También la apoyaron la alta nobleza, los funcionarios y algunos sectores de la jerarquía eclesiástica. Los carlistas tenían una ideología tradicionalista y antiliberal. Su lema era «Dios, Patria y Fueros». Los que apoyaban a los carlistas eran el clero, la nobleza y los campesinos. También le apoyaban los territorios del País Vasco y Navarra, porque querían mantener sus fueros, y Aragón, Cataluña y Valencia, porque querían recuperarlos. Los carlistas no contaban con un ejército regular, por lo que organizaron un método de guerrillas. No lograron conquistar ninguna ciudad importante y, cuando quisieron conquistar Bilbao, su mejor estratega, Zumalacárregui, muere.
La debilidad de los carlistas originó que se dividieran en:
- Carlistas transaccionistas: Querían un acuerdo con los liberales.
- Carlistas intransigentes: Querían continuar con la guerra a como diera lugar.
Finalmente, se llegó a un acuerdo entre el jefe transaccionista, Maroto, y el general liberal Espartero. El Convenio de Vergara, que acabaría con la guerra, establecía que Isabel reinaría y se mantendrían los fueros de Navarra y las tierras vascas.
El Reinado de Isabel II: Características Principales (1833-1868)
Cuando Isabel es nombrada reina, es demasiado joven para gobernar, por lo que su madre, María Cristina, reina en su nombre. Durante la guerra carlista, María Cristina se apoyaba en los liberales y ella, a cambio de su apoyo, debía aprobar la Constitución. En lugar de eso, concedió una carta otorgada que se encargó de hacer el moderado Martínez de la Rosa. Llama a la carta otorgada Estatuto Real. En ella no se recoge ni la soberanía nacional ni la división de poderes.
El reino tenía la necesidad de dinero, ya que se había perdido mucho durante la guerra carlista. Para recuperarse, se llama a un liberal progresista, Mendizábal, para que se encargara de la desamortización que afectaría a la nobleza y el clero. Al desamortizar las tierras de la nobleza y el clero, estos perderían poder económico. Se quiere crear un cuerpo de propietarios que apoyaran a Isabel. Se vendían mayoritariamente a los burgueses, porque se suponía que mejorarían la producción. Mendizábal desamortiza primero las propiedades del clero regular, pero cuando Espartero toma su lugar, decide que también desamortizará al clero secular. Cuando vuelven los moderados, se suspende la desamortización.
Las tierras vendidas se pagaban un 20% en metálico y el resto se podía pagar a plazos o con títulos de deuda. El Estado no gana con los títulos de deuda, por lo que pierden valor. Las consecuencias de esta desamortización son que los campesinos no tienen acceso a ellas. Se incrementan los latifundios. El clero y la nobleza pierden un 62% de sus propiedades y pierden poder económico, también al perder el diezmo, aunque no pierden el poder ideológico. No se gana mucho con la desamortización y no se soluciona la deuda, pero las tierras pagan a Hacienda, por lo que hay más dinero y los territorios se vuelven más urbanizados.