Factores de la Romanización en la Península Ibérica
El interés de Roma por la Península Ibérica se debió a motivos económicos, especialmente su riqueza mineral, además de arrebatársela a Cartago. La conquista fue un proceso lento, que duró desde finales del siglo III hasta finales del siglo I a.C. Se inició con la Segunda Guerra Púnica, cuando Aníbal asedió y atacó la ciudad de Sagunto, circunstancia que aprovecharon los romanos para romper el pacto del Ebro. El resultado final fue la victoria y la conquista por Roma del territorio bajo influencia de Cartago tras la rendición final de Gades (206 a.C.) y la toma de Cartago Nova (209 a.C.). La consecuencia inmediata fue el dominio del sur y el este peninsular, grandes beneficios económicos, el cobro de impuestos a los indígenas y pactos con los pueblos del valle del Ebro. Luego, ésta se aceleró con la Guerra Civil entre Julio César y Pompeyo y con Augusto a través de las guerras cántabras (29-19 a.C.) se sometieron a las últimas poblaciones (astures, cántabros y galaicos), iniciándose una durísima represión.
El Proceso de Romanización
La romanización es el proceso de conversión de los indígenas de la Península Ibérica a las ideas, modos de organización político-sociales, costumbres y formas culturales procedentes de Roma. Tuvo lugar, principalmente, en la zona cartaginesa y fue más débil y tardía en el norte peninsular, centro y oeste debido al escaso grado de urbanización y desarrollo.
Los principales agentes de la romanización fueron:
- Difusión del latín entre los nativos.
- Asentamiento en la Península Ibérica de ciudadanos romanos, sobre todo soldados veteranos y comerciantes, en colonias y tierras.
- Concesión de la ciudadanía latina a muchos municipios por parte de Julio César y Vespasiano, y la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio por parte de Caracalla en el 212 d.C.
- Construcción de obras públicas, una amplia red viaria y calzadas que fomentaron el comercio.
- Asentamiento del ejército de Roma en campamentos, que luego darían lugar a ciudades como León y Astorga.
- Política colonizadora de Julio César y Augusto en el siglo I a.C. que supuso la llegada de gente procedente de Italia en busca de una nueva vida y el asentamiento de soldados veteranos.
La Organización Político-Administrativa
La organización político-administrativa fue al compás de las conquistas, estableciéndose provincias gobernadas por un gobernador (pretor) y una asamblea (concilium). Aunque tuvo las siguientes fases:
- En el siglo II a.C., la parte conquistada de la Península fue dividida en Citerior y Ulterior.
- En el 27 a.C., Augusto la dividió en tres: Tarraconense, Bética y Lusitania, con capital en Tarraco, Córdoba y Emérita Augusta respectivamente.
- En el siglo III d.C., con Caracalla se formó la Gallaecia y con Diocleciano eran cinco: Gallaecia, Tarraconense, Bética, Lusitania y Cartaginense.
- A finales del siglo IV d.C., las Islas Baleares pasaron a ser una provincia llamada Baleárica.
- En el siglo IV d.C., el norte de África pasó a formar parte de la Península con el nombre de Mauritania Tingitana, con capital en Tánger.
Las provincias romanas se dividieron en pequeños territorios llamados Conventus Iuridicus. Tenían como función principal administrar justicia y en algunos sitios daban culto al emperador o recaudaban impuestos. Esto se conoce gracias a Plinio el Viejo. Además, se crean las llamadas diócesis, siendo Hispania una de ellas con capital en Mérida. Durante las conquistas, las ciudades indígenas fueron clasificadas en estipendiarías (impuestos) y federadas. Pero el fin de la Conquista romana se había impuesto en estatus diferentes: municipios, colonias y ciudades no romanas; sin olvidar los castrum o campamentos militares. La ciudad fue un elemento esencial para la romanización. Surgen nuevos núcleos urbanos como: Emérita Augusta, Híspalis, Itálica, Caesaraugusta, Tarraco y Barcino. La política local tenía su base en las magistraturas, distinguiéndose entre cuestores, ediles y duovirios.
Cultura y Legado Romano en Hispania
En cuanto a la cultura, el latín dio lugar al comienzo a las lenguas romances. Otros elementos que destacaron fueron: las escuelas públicas, la aplicación del derecho romano y la procedencia de emperadores como Trajano, filósofos (Séneca), escritores (Marcial), poetas (Lucano). También destaca la religión oficial, el culto al emperador y el culto a los dioses protectores del hogar y de la comunidad, además de las creencias indígenas y la difusión del cristianismo, inmerso en la leyenda de Santiago y de San Pablo en estas tierras.
En el legado artístico destacan: las calzadas romanas (Vía de la Plata), murallas (Lugo), acueductos (Segovia), puentes (Córdoba), templos (Mérida), teatros (Cartagena), sin olvidar las esculturas y los mosaicos.
Actividades Económicas en la Hispania Romana
Respecto a las actividades económicas, teniendo como centro a la ciudad:
- Agricultura: las tierras fueron repartidas entre patricios y soldados, estando trabajadas por esclavos. Se incorporó la rotación trienal, abonos, el arado y el regadío en el levante. Destacó el cultivo de la vid, los cereales, el olivo y la ganadería ovina.
- Pesca: supuso la continuidad del comercio de salazones. Las factorías se dedicaban a la producción del pescado en salazón y la salsa como el garum.
- Minería: realizada con mano de obra indígena y esclava. Se extraía oro (las Médulas), plata y plomo (Mazarrón), cobre (Sierra Morena), estaño (Galicia), cinabrio (Ciudad Real) y yeso traslúcido (Cuenca).
- Artesanía: destaca la orfebrería, cerámica (ánforas), esparto, vidrio y mosaicos.
Desde Hispania se exportaba vinos, metales, salazones, esclavos y aceite; y se importaba objetos manufacturados y de lujo.
La Sociedad en la Hispania Romana
Como consecuencia, la sociedad romana se transformó entre:
- Hombres libres: grandes terratenientes, de negocios, oligarquía urbana, campesinos, artesanos y los “libertos”. Podían participar en el gobierno, votar en las elecciones y ser propietarios de tierras, teniendo grandes constantes económicos entre ellos.
- Esclavos: había diversos motivos para permanecer a esta clase: deudas económicas, prisionero de guerra e hijo de esclavo. Eran propiedades de personas libres y sin derecho alguno. Se dedicaban a trabajar en las minas, la agricultura, las obras públicas y el servicio doméstico.
- Mujeres: no tenían los mismos derechos que los hombres. Pasaban de ser “hijas de” a “mujeres de”.
El Final de la Presencia Romana en la Península Ibérica
El final de la presencia de Roma en la Península Ibérica se debió a las invasiones bárbaras. Así, desde época imperial Roma estaba sufriendo el intento de penetración pacífica de gentes procedentes del norte de Europa en busca de mejores tierras y mejor clima. En el siglo III d.C. se permitió que viniera gente del norte de Europa a cambio de actuar como colonos y trabajar las tierras. Pero esta invasión se acabó cuando Atila comenzó a hostigar a los germanos. Cuando se retiraron los hunos, las tribus bárbaras fueron acomodándose en el Imperio Romano de Occidente. En Hispania, se fueron asentando desde el 408 d.C. en la Gallaecia los suevos; los vándalos ocuparon la Bética, los alanos en Lusitania y los visigodos que se aliaron con Roma.