Revolución y Reformas en la España de Isabel II: 1854-1868

La Crisis de 1854 y el Bienio Progresista

La Revolución de 1854

La crisis de 1854 se inició por un conflicto entre el Senado y el Gobierno, derivando en una sublevación militar y en la vuelta de los progresistas al poder. El 28 de junio, un grupo de militares se pronunció bajo el mando de los generales Dulce y O’Donnell. El pronunciamiento derivó en una revolución, un reflejo tardío de la revolución europea de 1848. Por primera vez aparecieron en las revueltas populares lemas e ideas democráticas y republicanas. El 26 de julio la situación se calmó, se creó la Junta Superior de Madrid, se formó la Milicia Nacional y la ciudad se mantuvo a la espera de Espartero.

Gobiernos del Bienio Progresista

Esta etapa estuvo dirigida por dos caudillos militares: Espartero, líder de los progresistas puros, y O’Donnell, de la Unión Liberal, agrupación política formada por moderados y progresistas eclécticos. Hubo una coalición entre ambos progresistas, y desde ese mes hasta octubre, los unionistas. El primer gobierno, presidido por Espartero, con O’Donnell y Pacheco como ministros, adoptó decisiones significativas. Estos gobiernos tuvieron que hacer frente a un nuevo levantamiento carlista.

Desamortización y Constitución de 1856

La Ley del 1 de mayo de 1855 fue el segundo gran proceso desamortizador de bienes de la Iglesia. Esta nueva ley planteó serios problemas con la Santa Sede, e incluso la reina se opuso a ella. La otra gran cuestión era la deuda pública, que impedía al Estado pagar a funcionarios y militares. Todos estos problemas forzaron la dimisión de Espartero, y la reina llamó a O’Donnell para formar gobierno.

La Constitución de 1856, conocida como la «no nacida», era de carácter progresista: defendía la soberanía popular, establecía un Parlamento bicameral, entre otras características.

La Unión Liberal y el Retorno del Moderantismo

Consolidación de la Unión Liberal

La Unión Liberal se formó durante esta etapa y se consolidó con el acceso a la presidencia del gobierno de O’Donnell en julio de 1856. Su perfil político era de centro, entre progresistas y moderados. El malestar social provocado por los impuestos de consumo y las quintas dio lugar a la intervención de O’Donnell, que rodeó con tropas el Congreso y disolvió el Parlamento. Finalizaba así el Bienio Progresista y comenzaba otra etapa de hegemonía moderada con predominio de la Unión Liberal de O’Donnell.

Gobierno de Narváez y Ley Moyano

La última etapa del reinado de Isabel II se caracterizó por el retorno del moderantismo al poder. El nuevo gobierno presidido por O’Donnell llevó a cabo entre julio y septiembre de 1856 el desmantelamiento de toda la labor política y legislativa del Bienio. Pero se mantuvieron leyes progresistas como la de la imprenta o la desamortización, lo que motivó a la reina a nombrar un gobierno claramente moderado presidido de nuevo por Narváez. Las medidas de ese nuevo gobierno conservador tenían como meta la vuelta al moderantismo más conservador y autoritario. Con un censo electoral reducido y manipulable, el ministro de Gobernación consiguió unas cámaras fieles al gobierno que aprobaron una ley restrictiva de la libertad de prensa.

De la labor legislativa de este bienio, destaca la Ley de Instrucción Pública, elaborada por el ministro Claudio Moyano, que reguló el sistema educativo en las tres etapas conocidas hasta hoy. También responde a esta etapa la finalización de grandes obras públicas. En 1857 se produjo una grave crisis de subsistencias por la escasez de trigo, lo que agudizó los conflictos sociales.

El Gobierno Largo de O’Donnell y la Crisis del Régimen Isabelino

Estabilidad y Guerra de África

El 15 de octubre, Narváez presentó su dimisión a la reina, la cual llamó a O’Donnell para formar gobierno, lo que dio inicio a la etapa más estable de este período. El llamado «gobierno largo de O’Donnell» se caracterizó por una estabilidad de cuatro años y medio. La concentración de poder en una sola persona daba gran fortaleza a su gobierno, pues era ministro de la Guerra y de Ultramar, además de presidir el gabinete. El episodio más importante de su gobierno fue la Guerra de África, que provocó un gran fervor patriótico y de la que España salió reforzada en sus posiciones en el sultanato marroquí. En esta etapa se aprobaron leyes importantes en la conformación del nuevo sistema administrativo.

Crisis Política y Económica

Durante las crisis del «gobierno largo» se sucedieron gobiernos inestables e ineficaces. No se pudo integrar a los progresistas en el juego político. Con este panorama político, la grave crisis económica desatada en 1866 no hizo más que acelerar la descomposición del régimen isabelino.

Ya en 1865 y principios de 1866 sucedieron varios acontecimientos que hicieron presagiar la incapacidad del sistema para afrontar los problemas:

  • La cuestión romana: La actitud de la diplomacia española ante la unificación de Italia y el rechazo del Papa a que Roma fuera integrada en el nuevo reino. Isabel II apoyó a Pío IX, lo que enfrentaba a España con el nuevo Estado italiano.
  • Desprestigio de la reina: La reina quedaba en el centro de la polémica política, cada vez más desprestigiada, sobre todo por su conducta privada y amorosa. Varios sucesos tuvieron lugar el 10 de abril y se los conoce como la Noche de San Daniel; sus consecuencias fueron la crisis parlamentaria y de gobierno que obligó a la reina a cesar a Narváez y llamar de nuevo a O’Donnell.
  • Sublevación de Prim: El tercer hecho fue la sublevación contra el gobierno protagonizada por el general Prim el 2 de enero de 1866. Aunque fracasó, Prim continuó conspirando contra Isabel II desde el extranjero.
  • Pronunciamiento en el cuartel de San Gil: En junio del mismo año hubo un nuevo pronunciamiento militar en el cuartel de San Gil de Madrid.

El Pacto de Ostende y el Fin del Reinado de Isabel II

Dos meses después de la intentona del cuartel de San Gil, se firmaba el Pacto de Ostende en Bélgica, entre el Partido Progresista y el Demócrata para desalojar del trono a Isabel II. Pocos meses después se sumaría a este pacto la Unión Liberal.

Crisis Económica de 1866

La crisis económica de 1866 afectó a todos los sectores productivos y a las finanzas. La industria textil, la siderurgia, la escasa rentabilidad de las líneas ferroviarias, fueron caras de una profunda crisis que afectó a las clases trabajadoras emergentes en una España que comenzaba un capitalismo poco maduro aún y de cuyo desarrollo se había beneficiado buena parte de la clase política. A esta crisis financiera e industrial se sumó la crisis de subsistencias que golpeó a las clases más necesitadas y provocó motines populares contra los altos precios del trigo y otros cereales.

La Gloriosa

Prim optó por entrar en la conspiración junto a otros militares progresistas. El 18 de septiembre de 1868, el almirante Topete se sublevó en Cádiz, hecho que sería un símbolo unido a La Gloriosa. Como consecuencia de todo esto, la reina se vio obligada a exiliarse, acabando así el reinado de Isabel II.

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