Elecciones y Poder Político
Las elecciones tenían un matiz extraordinariamente restringido. Solo tenía derecho a voto poco más de un 1% de la población. Cuando se rebajó la cuota tributaria, subió a un 2,5% de la población, pero había muchas abstenciones y un control por parte del gobierno en las elecciones. El poder del gobierno se hizo más fuerte después de la revolución europea de 1848.
La Obra del Régimen Moderado
El Concordato de 1851
Mediante este, la religión católica era la única de la nación española y se llegaba a un acuerdo respecto a la desamortización, que había provocado la ruptura con la Santa Sede: se regulaban las jurisdicciones y atribuciones respectivas y se realizaba un ajuste administrativo de la Iglesia.
Sistema de Libertades
Hacer el orden compatible con la libertad será la gran preocupación doctrinaria de los moderados. Esto hará que se enfrenten a grandes problemas, como el de la libertad de prensa, uno de los grandes caballos de batalla entre moderados y progresistas.
Centralización Administrativa
El sistema liberal tiene un carácter centralizador. Los gobiernos liberales continúan la obra centralizadora iniciada por los Borbones en el siglo XVIII. Actuando en esta línea, se introdujeron una serie de reformas. La primera había sido en 1843: la división de territorios en 49 provincias, cada una de ellas regidas por un gobernador nombrado por el rey.
El control del gobierno sobre la administración local se realizó mediante la ley de 1845: los alcaldes serían nombrados por la Corona en las capitales de provincias y municipios de más de 2000 habitantes. Los alcaldes tendrían funciones administrativas y políticas. El mismo año, el ministro Mon realizó una reforma en la Hacienda.
La Guardia Civil
El gobierno de Narváez creó un cuerpo armado. Sus funciones debían ser: promover el buen orden, la seguridad pública y la protección de las personas y de las propiedades, dentro y fuera de las poblaciones. Este cuerpo nació en 1844.
La Oposición al Régimen Moderado: Demócratas, Socialistas, Republicanos y Carlistas
Los moderados se mantuvieron en el poder durante todo el reinado de Isabel II. Los progresistas constituían la más potente fuerza de oposición al régimen moderado. De ahí la radicalización del ala izquierda del partido, de la que nace el Partido Progresista Democrático.
Por primera vez se habla de intervencionismo estatal en las relaciones sociales. Este partido tuvo en un principio una base social débil, formada por un creciente número de obreros. Asimismo, la intelectualidad formó el núcleo del Partido Demócrata. Estos primeros demócratas no solo respetan la forma monárquica, sino la facultad de la Corona de convocar, suspender y disolver Cortes y nombrar y destituir funcionarios públicos. La república se convertirá en la forma de gobierno que contará con mayores simpatías entre los demócratas.
El núcleo republicano, o la fracción más radical del Partido Demócrata, se constituirá en partido independiente: el Partido Republicano. La base social que el republicanismo aspiraba a organizar y representar era, en principio, la pequeña burguesía mercantil. Las conexiones de algunos sectores de la burguesía con la cúspide del movimiento republicano fueron muy claras en muchos momentos. Sus objetivos básicos no residían en la destrucción del régimen establecido por los partidos dinásticos, sino consolidarlo por medio de una nueva forma de gobierno.
El socialismo hace su aparición a través de la prensa. En el ala opuesta de la oposición se encontraba el carlismo, que vuelve a tomar las armas sin éxito en 1848 y 1860. Así, surgiría en 1854 el partido Unión Liberal, en el que se agruparon moderados y progresistas afines alrededor de algunas ideas elementales para posibilitar el funcionamiento de un verdadero régimen constitucional.
El Bienio Progresista
En 1854, el régimen moderado llega a un callejón sin salida y el intento del gobierno de Bravo Murillo de limitar aún más el sistema liberal, esta tendencia es mantenida por varios gobiernos sucesivos, lo que provoca un enfrentamiento entre las Cortes y el gobierno. La situación se mantuvo muy incierta hasta que los sublevados publicaron el *Manifiesto de Manzanares*, en el que se recogían algunas reivindicaciones de los progresistas: convocatoria a Cortes, reforma de las leyes electorales y de imprenta. Se produce entonces una amplia movilización de los progresistas, mediante levantamientos populares en Madrid, Barcelona… La reina entrega el poder a Espartero, dando paso a un gobierno progresista que se mantendrá dos años. Es en este momento cuando se constituye la Unión Liberal.
Siguiendo la pauta marcada por los moderados en 1844, se inicia la preparación de una nueva Constitución. La obra política del bienio queda reducida a la promulgación de una nueva desamortización. El régimen progresista desemboca en la disolución de las Cortes y la dimisión de Espartero. Aunque la Milicia Nacional pone resistencia, el jefe de la Unión Liberal se hace con el poder.