Revolución de 1848 en Francia: Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Revolución de 1848 en Francia: Un Análisis Detallado

Factores que Desencadenaron la Revolución

Las revoluciones de 1848 son las primeras de carácter moderno. Las anteriores presentaban la unión de la burguesía, el campesinado e incluso otros grupos intermedios contra los grupos privilegiados. Sin embargo, las de 1848 suponen ya el choque claro entre los intereses de los burgueses y el proletariado de la revolución industrial.

Parece claro que, en muchos casos, son continuación del movimiento de los años treinta, ya que, con la excepción belga, los problemas continuaban sin resolver: en Francia, la gran burguesía, aliada a la monarquía orleanista, había traicionado a los demás grupos sociales; en el área italiana y alemana, quedaban sin solucionar las ideas nacionalistas y la modernización de los Estados. Los ideales democráticos se enfrentan al liberalismo doctrinario que había dirigido la lucha en Europa dieciocho años antes: entonces se pedía el sufragio, que acabó siendo censatario; en las de 1848, se pedía el sufragio universal, partiendo de la base de la igualdad social y la supresión del monopolio de poder de la burguesía. En los años treinta, las Constituciones reflejan la soberanía nacional (caso francés o belga); ahora se habla y se pide la soberanía popular, diferenciando el pueblo, que son todos los ciudadanos, de la nación, que favorece a unos pocos. Frente a la libertad de prensa, ahora se habla de prensa independiente: no es suficiente con que no haya censura, interesa que la alta burguesía no la controle, que sea libre de verdad. En el proceso revolucionario anterior, se impuso la igualdad de justicia; ahora se pide justicia social, concepto muy diferente al anterior. En resumen, que las diferencias son mayores que las analogías y se tienen que analizar las causas con profundidad.

La crisis europea occidental de 1847, agrícola e industrial, es uno de los factores importantes a tener en cuenta, ya que provocó una crisis generalizada y un enorme paro. Se creó un clima de inseguridad económica, de desconfianza en el gobierno. Por eso, el movimiento de 1848 es la conjunción de la crisis económica y del descontento político.

Desarrollo de la Revolución en Francia

La fuerte industrialización francesa, a partir de 1830, había enriquecido a la burguesía a costa de una sobreexplotación del proletariado. No es de extrañar que, en estas condiciones, apareciera en Francia, entre los trabajadores, un movimiento reformista partidario de la violencia revolucionaria, tratando de conquistar una vida más digna.

La crisis económica y la situación de miseria de las clases populares serán los factores que, aglutinados con las reivindicaciones constitucionales de la pequeña burguesía, desencadenarán diversos motines en febrero de 1848. El rey huye a Inglaterra, sin tratar de oponer resistencia a la revolución. Esta vez, los republicanos no se dejan escamotear el poder, como había ocurrido en 1830; se forma un gobierno que reúne, en extraña alianza, a moderados liberales, como Lamartine, y socialistas, como Louis Blanc. Además del hecho sorprendente de que un obrero participase en el gobierno, destaca la creación de los Talleres Nacionales, para intentar paliar el paro en la zona de París. Se limita la jornada laboral, se instaura el sufragio universal, la libertad absoluta de prensa y asociación, la abolición de la pena de muerte por delitos políticos, la supresión de la esclavitud en las colonias y el encarcelamiento por deudas.

Estas perspectivas, sin embargo, duraron poco tiempo: la trágica realidad social y financiera las disipó. La revolución incrementó la crisis económica. Los miembros del Gobierno provisional eran incompetentes en materia financiera. Los ricos retiraron su dinero de los bancos, muchas empresas se hundieron. Los nuevos gastos, sobre todo los Talleres Nacionales, ponen al Estado al borde de la quiebra.

La victoria de los moderados en abril da lugar a una Asamblea Nacional que, al anunciar la disolución de los Talleres Nacionales, provoca el levantamiento. Contra los insurrectos, la Guardia Nacional combate con tanto ardor como el ejército contra los “perpetuos revoltosos que se niegan a inclinarse ante el sufragio universal”. La represión es muy dura.

Después de los sucesos de junio, vencida la “república social”, la Asamblea hace una Constitución que, teniendo en cuenta los acontecimientos pasados, crea un poder ejecutivo fuerte, no permanente, encomendado al Presidente de la República, elegido por sufragio universal, independiente de la Asamblea, pero no reelegible. Se mantienen los logros políticos de febrero: el poder legislativo residía en una Asamblea elegida por sufragio universal. Aprobada la Constitución, se eligió como Presidente a Luis Napoleón Bonaparte, que consigue el apoyo de los campesinos, temerosos de perder sus propiedades, y los grandes financieros e industriales. Se instaura así una república conservadora que acabará, con el apoyo del ejército, en el golpe de Estado de 1851. Napoleón, coronado emperador, inaugura un período de poder personal hasta 1870.

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