Declive y Reformas en la España de los Siglos XVII y XVIII: De los Austrias a los Borbones

El Reinado de Felipe IV y la Pérdida de la Hegemonía Española (1621-1665)

Participación en la Guerra de los Treinta Años

Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), España se vio inmersa en conflictos por toda Europa, destacando su participación en la Guerra de los Treinta Años junto al emperador de Austria. El enfrentamiento comenzó con los príncipes alemanes protestantes, quienes defendían su autonomía, y fueron apoyados por las potencias enemigas de España: Francia, Inglaterra y las Provincias Unidas. La derrota de los Habsburgo en Rocroi (1643) llevó a la firma de la Paz de Westfalia (1648). En este tratado, el emperador aceptó la tolerancia religiosa y el poder de los príncipes alemanes, mientras que España reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Holanda).

Paz de los Pirineos y Conflicto con Inglaterra

La guerra entre Francia y España concluyó con la firma de la Paz de los Pirineos (1659), donde España, nuevamente derrotada, perdió territorios en Europa y en la península, como el Rosellón y la Cerdaña. El enfrentamiento contra Inglaterra por el comercio americano resultó en la pérdida de Jamaica en 1655 y el inicio de negociaciones comerciales. Más de 40 años de guerra permanente culminaron en una serie de pérdidas que eliminaron la hegemonía española en Europa.

Crisis Económica y Social en el Siglo XVII

Descenso de la Producción Agraria y Artesanal

En el siglo XVII, la producción agraria descendió debido a anomalías climáticas, guerras y al atraso en las técnicas de cultivo. La expulsión de los moriscos en 1609 privó a la agricultura de mano de obra especializada, abandonándose cultivos importantes como los de huerta en favor de los cereales. Las zonas periféricas se recuperaron antes que el centro, gracias a la introducción del maíz en el norte de la Península y a la especialización en cultivos comerciales como el olivo, la vid y el arroz en Levante. La artesanía y el comercio también decayeron; la primera debido a su atraso técnico y el segundo debido al incremento del contrabando de otros países con las Indias y a los ataques de los piratas a las flotas comerciales.

Aumento de las Desigualdades Sociales

Socialmente, crecieron los grupos privilegiados, que vivían de las rentas de la tierra explotando al campesinado. Las clases productivas enfrentaban una creciente presión fiscal y una disminución de recursos, lo que aumentó el número de pobres y mendigos. Esto provocó un incremento de las rebeliones populares y del bandolerismo.

El Reinado de Carlos II y la Crisis Sucesoria (1665-1700)

Crisis Económica y Gestión de los Validos

El reinado de Carlos II estuvo marcado por una grave crisis económica, agravada por la mala gestión de los validos. Sin embargo, a finales del siglo XVII, los arbitristas (expertos en política económica) propusieron reformas para solucionarla.

Política Exterior y la Cuestión Sucesoria

En política exterior, se produjeron varios conflictos contra Francia, pero el temor del resto de los países a la hegemonía francesa llevó a que ayudaran a España a conservar la mayoría de sus territorios en Flandes e Italia. Los últimos años de su reinado estuvieron marcados por la locura del monarca, las presiones político-económicas, las intrigas palaciegas y el problema de su sucesión, ya que no tenía hijos. Los candidatos eran el archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo de Austria, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. La Corte se dividió; la reina, Mariana de Neoburgo, apoyaba al candidato austriaco, mientras que el rey pensaba que solo con el apoyo de Francia podría asegurar la integridad territorial de la Monarquía hispánica, decidiéndose por Felipe en su testamento, realizado en 1700. Este testamento provocó la Guerra de Sucesión y dio paso a una nueva dinastía en la Monarquía de España: los Borbones.

La Guerra de Sucesión y la Llegada de los Borbones (1701-1714)

La Gran Alianza y el Conflicto Interno

En 1700, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, accedió al trono de España como Felipe V. La alianza franco-española amenazaba el equilibrio europeo, por lo que se formó la Gran Alianza de La Haya (1701) entre Inglaterra, Holanda, Austria, Portugal y otros reinos. Esta alianza apoyó al archiduque Carlos de Austria y declaró la guerra a Felipe V. En España, la Corona de Castilla defendió a Felipe, pero Aragón, temerosa del centralismo francés, apoyó a Carlos. Felipe V venció en la batalla de Almansa (1707), lo que le permitió conquistar los reinos de Valencia y Aragón. En Cataluña, la guerra duró hasta la ocupación de Barcelona en 1714.

Tratados de Utrecht-Rastatt y Pactos de Familia

En 1711, tras la muerte del emperador de Austria, José I, le sucedió Carlos. La Gran Alianza decidió entonces firmar los Tratados de Utrecht-Rastatt (1713-1714). En estos tratados, España renunció a sus derechos al trono de Francia y perdió sus posesiones europeas en favor de Austria y Saboya. Inglaterra fue la más beneficiada, obteniendo acuerdos comerciales (asiento de negros y navío de permiso) y anexiones territoriales (Gibraltar y Menorca). Los Borbones se aliaron con Francia mediante tres Pactos de Familia, acuerdos motivados por la enemistad con Gran Bretaña, que tuvieron lugar entre 1733 y 1789. Estos pactos permitieron la recuperación de algunos territorios perdidos, como Nápoles, Sicilia, Parma, Piacenza y Menorca, aunque no Gibraltar.

Reformas Administrativas y Económicas de Felipe V

Centralización del Poder y Decretos de Nueva Planta

El gobierno de Felipe V tuvo como primer objetivo la reforma de la administración, con un modelo centralista para reforzar la monarquía absoluta. Los Decretos de Nueva Planta (Valencia 1707, Aragón 1711 y Cataluña y Mallorca 1716) eliminaron los Consejos e introdujeron las leyes, tribunales, chancillerías y audiencias castellanos. Se suprimieron las fronteras, se impuso el castellano como lengua oficial y el sistema de impuestos fue sustituido por el catastro, un impuesto unificado. Solo en las provincias vascas, que habían apoyado a Felipe V en la Guerra de Sucesión, se conservaron los fueros. El gobierno quedó en manos de cinco Secretarios de Despacho, que dirigían la política. Los consejos desaparecieron, salvo el de Castilla, que se convirtió en órgano consultivo para todo el país. España quedó dividida en provincias con una triple estructura: las audiencias tenían competencia judicial, las capitanías generales competencia militar y las intendencias respondían a asuntos civiles y económicos.

Economía y Sociedad bajo Carlos III

Agricultura, Manufacturas y Comercio Colonial

En la economía, la agricultura tenía prioridad. Carlos III encargó un informe sobre sus deficiencias (Jovellanos), pero los grupos privilegiados se opusieron a cualquier tipo de reforma. En las manufacturas, la política de rearme naval permitió aumentar la producción en astilleros y fábricas de armas; continuaron produciendo las manufacturas reales, pero no se promovió la inversión privada. España necesitaba los ingresos procedentes de las colonias, por lo que intentó aumentar el control sobre las mismas y una mayor integración económica y administrativa. En 1778, se amplió el comercio colonial a la mayoría de los puertos españoles, ya que hasta la fecha Sevilla primero, y después Cádiz, tuvieron el monopolio comercial. Así aumentaron los beneficios de los grandes comerciantes peninsulares.

Hacienda y los Vales Reales

En Hacienda, se inició la emisión de Vales Reales o certificados de deuda pública. Este sistema permitía que los inversores prestaran dinero al Estado, recuperándolo después junto a un porcentaje de intereses. El éxito de las emisiones llevó a crear el Banco Nacional de San Carlos, que se hizo cargo de los pagos de la deuda e invirtió en el comercio colonial, pero no pudo evitar la depreciación de los Vales y tuvo pérdidas importantes. Cataluña fue la primera región que mejoró sus rendimientos agrícolas, lo que permitió a los agricultores obtener beneficios que contribuyeron, junto al proteccionismo de la Corona, a su posterior desarrollo industrial.

El Despotismo Ilustrado de Carlos III

Reformas Educativas y Científicas

Carlos III accedió al trono en 1759 y gobernó con la política del despotismo ilustrado, la Monarquía absoluta que beneficiaba al pueblo impulsando reformas necesarias para el progreso: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Con Carlos III se reformó la universidad para promover la investigación, las ciencias experimentales y la tecnología, aunque no tuvo mucho éxito. Hubo algunos intelectuales como Mayans o Feijoo que criticaron el atrasado sistema de enseñanza y la influencia de la Iglesia.

Iniciativas Científicas y Sociedades Económicas

A mediados de siglo, se realizaron las iniciativas más importantes: se fundaron instituciones de carácter científico y Academias como la de la Lengua y la Historia; se financiaron expediciones científicas hacia América y el Pacífico con fines geográficos y científicos, entre los que tuvo especial relevancia la botánica; se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País, que difundieron las innovaciones de la época. La sociedad comenzó a criticar a los privilegiados por su falta de utilidad social, se eliminó la incompatibilidad entre nobleza y trabajo y se declararon honrosas todas las profesiones.

Motín de Esquilache y Expulsión de los Jesuitas

Las reformas provocaron el Motín de Esquilache; algunas fueron eliminadas y otras se paralizaron. Se culpó a los jesuitas, contrarios a las ideas ilustradas, y fueron expulsados de España.

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