El Pronunciamiento de Porlier: Un Hito en la Lucha por el Liberalismo en España (1815)

Contexto Histórico: El Regreso de Fernando VII y la Restauración del Absolutismo

En septiembre de 1815, J. D. Porlier dirigió a la nación española un manifiesto en el que exponía sus razones para sublevarse y buscaba el apoyo de la población a su levantamiento armado. Su objetivo era claro: reclamar el fin del absolutismo para conducir a España por la senda de los principios liberales. Este documento, datado un año después del regreso del rey Fernando VII de su exilio y la reinstauración del absolutismo, es un testimonio crucial de la convulsa situación política de la época.

Tras los acuerdos de cesión del rey a Napoleón en 1808 y la consiguiente invasión francesa de la península, las instituciones políticas estatales se habían quebrado. Las Cortes de Cádiz y el sistema de Juntas habían gobernado el conjunto de los territorios españoles durante este periodo de incertidumbre. Sin embargo, el retorno de Fernando VII supuso el fin de este experimento liberal y la vuelta a un régimen absolutista.

El Pronunciamiento como Herramienta Política

La sublevación militar de Porlier es uno de los primeros ejemplos del importante peso que este tipo de levantamiento, conocido como pronunciamiento, iba a tener en la vida política española durante todo el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. El gobierno absolutista de Fernando VII impedía toda posibilidad de renovación e intervención política, reprimiendo y persiguiendo cualquier intento de disidencia. Por lo tanto, el único recurso que les quedaba a quienes defendían las ideas liberales era un golpe militar.

La debilidad de los grupos sociales más próximos a las ideas liberales, fundamentalmente la burguesía, hizo que el recurso a figuras militares destacadas, como es el caso de Porlier, y al ejército, fuera el único modo viable para hacer triunfar las ideas y proyectos del liberalismo. El pronunciamiento, que surgió como un método de oposición al absolutismo para garantizar la participación política alternativa, se manifestó en esta tentativa frustrada de Porlier, en una posterior en Santiago en 1817, y en la exitosa de 1820 que condujo al periodo del Trienio Liberal.

Esta práctica continuó incluso después de la consolidación de la monarquía liberal, convirtiéndose en la única vía para que el progresismo accediera al poder frente al monopolio ejercido por los moderados y la nula capacidad de alternancia política del sistema. Así, se sucedieron los pronunciamientos de 1849, 1843, 1854 y 1868, este último dando inicio al Sexenio Revolucionario.

Las Ideas Liberales de Porlier

Es importante destacar que Porlier no pretendía una revolución. Como bien indica en su manifiesto, su objetivo era que la monarquía abandonara el absolutismo y se encaminara por la senda liberal. Se inspiraba en las ideas liberales llegadas de Francia, defendiendo la existencia de una Constitución y la convocatoria y elección de unas Cortes, principios fundamentales de la soberanía popular, en contraposición a la acumulación de poder y su uso arbitrario por parte del monarca absoluto.

El Largo Camino hacia la Consolidación del Liberalismo

Fernando VII, “El Deseado”, había reinstaurado el absolutismo en España. Sin embargo, los acontecimientos vividos durante la ocupación francesa y la guerra de liberación, si bien no consiguieron consolidar la creación de un Estado liberal, sí iniciaron unos cambios que impidieron la vuelta al Antiguo Régimen. A pesar de los intentos de restauración absolutista, de la eliminación de la legislación liberal y de la persecución de sus impulsores y apoyos sociales, el germen de las transformaciones ya estaba introducido en España. El pronunciamiento de Porlier es una buena prueba de ello.

Su fracaso y la posterior intervención francesa que puso fin al Trienio Liberal, unido al reforzamiento de las medidas represoras por parte del monarca en el periodo de 1823-1833, no consiguieron frenar la consolidación del régimen liberal en España. La consolidación del Estado liberal fue un proceso largo que se desarrolló durante los dos primeros tercios del siglo XIX.

La labor legislativa de las Cortes de Cádiz puso fin, de modo teórico, a toda la estructura política, económica y social del Antiguo Régimen, afirmando los principios políticos de la Revolución Francesa, modificando las estructuras de propiedad de la tierra, pilar de la economía, y acabando con la división estamental de la sociedad. Sin embargo, esta labor legislativa teórica careció de aplicación práctica al no ir acompañada de una revolución social.

Los grupos privilegiados del Antiguo Régimen siguieron conservando su poder y sus recursos económicos, y no encontraron mucha dificultad en restablecer el absolutismo con la llegada de Fernando VII. El liberalismo carecía en estos momentos de los suficientes apoyos sociales para poder imponerse.

La Guerra Carlista y el Papel del Ejército

La Guerra Carlista, una verdadera guerra civil que se libró tras la muerte del rey Fernando entre los seguidores de su hermano Carlos, partidarios del absolutismo, y de la regente María Cristina, partidarios de un Estado liberal, reafirmó la influencia y el poder del ejército. Para los liberales, el ejército se convirtió en el único garante de la conservación del sistema.

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