Transformación Agraria en España: Desamortización y Cambios del Siglo XIX

La revolución liberal del siglo XIX en España transformó la economía, reemplazando las estructuras del Antiguo Régimen por un mercado capitalista. La agricultura, crucial en este periodo, sufrió cambios significativos, incluido el proceso desamortizador. Aunque se desarrolló, permaneció desconectada de la industrialización y el auge del comercio. Anteriormente, la agricultura se centraba en la subsistencia, con técnicas tradicionales que limitaban su productividad. Un sistema de propiedad desigual concentraba la tierra en una élite, dejando a la mayoría de la población como campesinos pobres. La nobleza y la Iglesia poseían grandes extensiones, perpetuando la desigualdad.

Primeras Desamortizaciones: Proceso Histórico

El proceso de desamortización, que significaba la eliminación de la amortización y la autorización para la venta de bienes, se tradujo en la expropiación estatal de propiedades amortizadas y su posterior subasta como bienes privados. La Hacienda Real, endeudada por gastos militares en el siglo XVIII y enfrentando la resistencia de la Iglesia y la nobleza al pago de impuestos, buscó financiarse mediante la desamortización de bienes eclesiásticos. Aunque se realizaron esfuerzos durante diferentes gobiernos, como el de Carlos III y el ministro Godoy, la situación económica empeoró tras la Guerra de la Independencia, lo que llevó a nuevas desamortizaciones, destacando la de Mendizábal en 1836.

Desamortización de Mendizábal (1836)

La Desamortización de Mendizábal en 1836, durante la Regencia de María Cristina, buscó suprimir el Antiguo Régimen y establecer un Estado liberal. Impulsada por Juan Álvarez Mendizábal, tenía como objetivos reducir la deuda nacional, financiar la guerra carlista y ganar apoyo social. Se disolvieron órdenes religiosas, expropiando sus bienes, que fueron subastados a precios elevados. Este proceso benefició a la burguesía y nobleza, excluyendo a los campesinos, especialmente en Andalucía, Extremadura y Castilla. Algunos progresistas criticaron el modelo, abogando por parcelar las tierras.

La desamortización permitió a los campesinos arrendar tierras en enfiteusis, mejorando su vida y generando renta Estatal a largo plazo. Este proceso incluyó reformas como la supresión de señoríos y la desvinculación de bienes nobles, provocando pleitos entre nobles y ayuntamientos, favoreciendo a los antiguos señores. También se abolió la Mesta, liberando dehesas para cultivo. Durante la regencia de Espartero, se extendió a bienes del clero, pero fue paralizada en 1844 y suspendida en 1851 con un Concordato que garantizó lo ya vendido.

Desamortización de Madoz (1855)

Durante el bienio Progresista, se llevó a cabo un segundo gran proceso desamortizador bajo el ministro Pascual Madoz, como parte de reformas económicas capitalistas. Esta desamortización fue más amplia que la de Mendizábal, abarcando bienes eclesiásticos no desamortizados, bienes del infante Carlos, de instituciones benéficas y municipales. Se pagaría en efectivo, aceptando solo títulos de deuda a su valor de mercado, beneficiando a Hacienda. Aunque Narváez la detuvo en 1857, O’Donnell la reactivó al año siguiente, favoreciendo a la alta burguesía y extendiéndose por toda España.

Consecuencias de la Desamortización

Los procesos desamortizadores generaron diversas consecuencias, principalmente económicas. Aumentó la superficie cultivada, lo que incrementó la producción agraria y favoreció el crecimiento poblacional. El 50% de las tierras cambió de propietario, promoviendo un mercado capitalista. La mayor parte de los bienes desamortizados pertenecía al clero, y esto llevó a la concentración de la propiedad en grandes latifundios, especialmente en el sur de España, mientras que el minifundio persistió en el norte. El urbanismo se desarrolló con la venta de propiedades, pero la inversión en fincas redujo el capital para la industrialización, retrasando su avance. La Hacienda del Estado mejoró al pagar deudas y aumentar la recaudación tributaria. La desamortización favoreció a la nobleza y la burguesía, provocando la proletarización del campesinado que, empobrecido, debió buscar trabajo en las ciudades. Además, la Iglesia perdió influencia social y se produjo una crisis de instituciones benéficas, junto a una significativa pérdida del patrimonio cultural.

Los Cambios en la Agricultura

A lo largo del siglo XIX, la agricultura española experimentó cambios significativos, como la roturación de dehesas, lo que redujo la ganadería ovina. Se modernizaron algunas técnicas, aunque predominó un sistema tradicional con baja productividad. La producción cerealista dominaba, mientras que el cultivo de vid y olivar creció, estableciendo tres modelos agrarios diferenciados.

La agricultura mediterránea en España combinaba cereales, olivar y cultivos rentables como la vid y naranjas, impulsando la agroindustria. Sin embargo, el aumento de producción no transformó la economía, manteniendo salarios bajos y limitando la mecanización. La concentración de capital en el campo y la desamortización favorecieron al poder nobiliario, incrementando movilizaciones campesinas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *