El Declive del Absolutismo en la España del Siglo XIX
Una serie de graves problemas acabó por dar al traste con el régimen absolutista. En primer lugar, en toda Europa se produjo una caída de los precios. Tal situación incidió sobre un país arruinado tras cinco años de guerra e incapaz de reconstruirse, con un mercado nacional que seguía siendo inexistente y un comercio colapsado por el hundimiento de la producción industrial y la pérdida del mercado colonial. Esta situación coincidió con una serie de factores que agravaron la situación en el campo: la restitución de sus bienes a la nobleza y a la Iglesia; la vuelta de la Mesta; y el restablecimiento de los derechos jurisdiccionales. Todo ello hizo subir la tensión en las zonas agrarias, hasta desencadenar sucesivos movimientos de protesta. El descontento no se limitó al campo. Se extendió entre los grupos sociales urbanos, a causa de la represión política, del hundimiento económico, de la pérdida del comercio colonial y del paro subsiguiente, que afectaba a los sectores burgueses y al naciente proletariado.
El Malestar Militar y la Quiebra Financiera
Una institución especialmente sensible fue el ejército. Ante la imposibilidad de recompensar a los militares tras el esfuerzo de guerra, la negativa a integrar a los jefes guerrilleros en el ejército, el retraso en el pago de soldadas, las míseras condiciones de vida en los cuarteles, y, sobre todo, el envío de tropas a América para intentar sofocar la rebelión independentista multiplicaron el malestar.
Pero el principal problema del gobierno fernandino era la quiebra financiera del Estado, ya que entraban al país unos ingresos de 650 millones de reales anuales frente a una deuda que ascendía a 12.000 millones. Los expertos eran conscientes de que la causa del problema estribaba en que la mayor parte de las tierras del país no estaba gravada con impuestos, pero una y otra vez tropezaron con la negativa del clero y de la nobleza a pagar tributos, quienes contaban con el respaldo del Rey.
La Desamortización de Mendizábal: Contexto y Objetivos
El tema central del texto es exponer las razones por las que la destinataria (María Cristina, madre de Isabel II) debe aprobar la Ley de Desamortización. Las principales ideas hacen referencia a los motivos que justifican dicha Ley y los beneficios que la propia Ley reportaría a la nación. El texto contiene dos párrafos que hacen referencia a las dos ideas indicadas anteriormente: motivos por los que se debe llevar a cabo la venta de los bienes incautados y beneficios que ello causaría. Ambos hacen referencia a la venta de unos bienes que han “venido a ser propiedad de la nación” (párrafo primero) o “adquiridos ya por la nación” (párrafo segundo). A fuer de ser sinceros, debemos decir que ni llegaron por donación ni fueron adquiridos. Son bienes de algunas instituciones religiosas que, con los decretos de 1835, fueron suprimidas (Inquisición, Compañía de Jesús, monasterios y conventos de menos de 12 profesos). Tras esta supresión, sus bienes pasaron a ser propiedad de la nación. Lo que pretende ahora Mendizábal es venderlos y, para ello, precisa la autorización de la Reina Regente (o Gobernadora).
Justificaciones para la Venta de Bienes Nacionales
En el primer párrafo esgrime una serie de motivos por los que se justifica dicha venta. Se señalan los siguientes: “cumplir una promesa solemne” (haciendo referencia a la ideología liberal), “dar una garantía positiva a la deuda nacional” (auténtico problema derivado de una ineficaz política fiscal y, sobre todo, de los gastos relacionados con la guerra carlista), “abrir una fuente abundantísima de felicidad pública”, “vivificar una riqueza muerta” (en relación con las múltiples posesiones agrarias que habían acumulado muchos conventos y monasterios y que no eran trabajadas y, por ello, improductivas), “desobstruir los canales de la industria y de la circulación” (necesidad de capital para comenzar el proceso de industrialización en el que España iba con mucho retraso), “apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio”, “ensanchar la patria, crear nuevos y firmes vínculos que la liguen a ella…”. Concluyendo con: ”es, en fin, identificar con el trono excelso de Isabel II, es un elemento de animación, de vida y de ventura para España. Es, si puedo explicarme así, el complemento de su resurrección política”. Un elenco, en fin, de motivaciones económicas, sociales, sentimentales y políticas tendentes a inclinar el ánimo de María Cristina a firmar el decreto.
Beneficios Esperados de la Desamortización
El segundo de los párrafos es, diríamos, más de lo mismo, insistiendo en algunas de las razones ya expuestas. En este caso se señalan dos beneficios: “minorar la fuerte suma de la deuda pública” (deuda que, como hemos señalado en el párrafo anterior, derivaba de la mala gestión fiscal y de los gastos relacionados con el desarrollo de la Primera Guerra Carlista) y “crear una copiosa familia de propietarios” (nuevo argumento utilizado por Mendizábal tendente a sumar a la causa isabelina a quienes, teniendo capital -burguesía y campesinado rico-, puedan emplearlo en la compra de los bienes que se pongan en venta y que, con gran lógica, estarían profundamente agradecidos a la Regente. Hoy lo llamaríamos “voto cautivo” o “estómagos agradecidos”). Bien se calla (ante la religiosidad de María Cristina) de indicarle el tercero de sus objetivos: “disminuir el influjo de la Iglesia”.