El Reinado de Isabel II: Auge y Caída del Liberalismo en España (1833-1868)

El reinado de Isabel II (1833-1868) marca una etapa crucial en la historia de España, caracterizada por la transición del Antiguo Régimen al liberalismo. Este periodo, que coincide con la Primera Guerra Carlista, presencia una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales que reconfiguran el país. Sin embargo, la inestabilidad política, la influencia del ejército y la debilidad de la monarquía marcarán el devenir de esta época.

El Contexto Político: Moderados, Progresistas y la Sombra del Carlismo

El poder real durante este periodo reside en la monarquía y el ejército. La reina Isabel II, con una formación deficiente, se convierte en un instrumento en manos del partido moderado. La única vía de acceso al poder para los diferentes partidos es a través de pronunciamientos militares, otorgando un poder fundamental al ejército y convirtiendo a los generales más destacados en líderes políticos.

El panorama político se caracteriza por la división de los liberales en:

  • Moderados: liderados por el general Narváez, representan a las clases más ricas (13% de la población). Defienden la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, un Estado centralizado, la reconciliación con la Iglesia (frenando las desamortizaciones) y un sufragio muy restringido.
  • Progresistas: liderados por el general Espartero, con apoyo de la pequeña y mediana burguesía. Abogan por la soberanía nacional, la separación de poderes, Cortes bicamerales, alcaldes elegidos por los vecinos, la continuación de la desamortización, la ampliación de libertades y la Milicia Nacional.
  • Unión Liberal: liderados por el general O’Donnell, surge como una facción centrista que aglutina a los elementos más progresistas de los moderados y los más moderados de los progresistas. Defienden la soberanía compartida y el orden social.
  • Demócratas: escisión de los progresistas, defienden la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, la limitación de los poderes del rey, amplios derechos y libertades, y la Milicia Nacional. Cuentan con el apoyo de las clases medias y bajas.
  • Carlismo: fuera del sistema político, representa la resistencia al cambio y la defensa del Antiguo Régimen. Cuenta con el apoyo del clero, la nobleza y los campesinos temerosos del liberalismo.

Los partidos políticos están dominados por élites influyentes y el sistema electoral es muy restringido (entre el 0,1% y el 25% de la población).

Las Constituciones del Periodo Isabelino

Las constituciones reflejan los intereses de los partidos gobernantes, cambiando con cada cambio de gobierno. Destacan:

  • Estatuto Real de 1834: No admite la soberanía nacional. Otorga amplios poderes a la monarquía y establece Cortes bicamerales con una cámara elegida por sufragio censitario y otra formada por aristócratas.
  • Constitución de 1837 (progresista): Afirma la soberanía nacional, aunque establece una soberanía compartida. Define una monarquía constitucional con un papel moderador del monarca y Cortes bicamerales (Senado parcialmente elegido por el monarca y Congreso elegido por sufragio censitario).
  • Constitución de 1845 (moderada): Refuerza el poder de la monarquía. Las Cortes tienen dos cámaras: senadores nombrados por la reina y diputados elegidos por sufragio censitario muy restringido. Reduce libertades y derechos respecto a la Constitución de 1837.
  • Constitución de 1869 (democrática): Ya bajo el reinado de Amadeo I de Saboya, define a España como una monarquía constitucional democrática y parlamentaria con soberanía nacional. Establece las Cortes como centro del poder, sufragio universal masculino y amplios derechos y libertades.

Etapas del Reinado de Isabel II

La Primera Guerra Carlista (1833-1840) y las Regencias

El reinado comienza con la Primera Guerra Carlista, un conflicto sucesorio entre los partidarios de Isabel II (isabelinos, defensores del liberalismo) y los de Carlos María Isidro (carlistas, defensores del Antiguo Régimen). Esta guerra civil, violenta y destructiva, finaliza con el Convenio de Vergara (1839) firmado por los generales Maroto y Espartero, que supone el fin de la lucha armada carlista y el mantenimiento de los fueros vasco-navarros.

Durante los 10 años de regencia (María Cristina primero y Espartero después), se sientan las bases del nuevo Estado liberal. Destaca la labor de Mendizábal (1835-1837), quien impulsa la desamortización de los bienes del clero regular, la supresión de los señoríos jurisdiccionales y los mayorazgos, y la supresión de la Mesta y los gremios. El autoritarismo de Espartero (1840-1843) y la imposición del liberalismo económico en Cataluña provocan levantamientos, llevando a su exilio en 1843. Isabel II es proclamada mayor de edad con 13 años.

La Década Moderada (1844-1854)

Esta etapa se caracteriza por el predominio del partido moderado, que busca la estabilidad y el orden social por encima de las libertades. Se crea la Guardia Civil (1844) para mantener el orden público en el medio rural. Se promulga la Constitución de 1845, que refuerza los elementos conservadores de la de 1837. Se centraliza la administración con la Ley de Administración Local de 1845. La Ley Mon moderniza la Hacienda. Se firma el Concordato con la Santa Sede (1851), reconciliando al Estado con la Iglesia tras la desamortización.

El Bienio Progresista (1854-1856)

La crisis parlamentaria y la revolución de 1854, liderada por O’Donnell en Vicálvaro, junto con el Manifiesto de Manzanares, obligan a la reina a llamar a Espartero para formar gobierno. Se inicia el Bienio Progresista, en coalición con la Unión Liberal. Se suprimen las leyes más polémicas de los moderados y se reinstauran leyes e instituciones progresistas, como la Milicia Nacional. Se elabora la Constitución non nata de 1856. Se culmina la desamortización civil de Madoz, se promulga la Ley de Ferrocarriles y las leyes bancarias que dan pie a la creación del Banco de España.

El Bienio se enfrenta a graves crisis, epidemias de cólera, levantamientos y motines. Las duras medidas adoptadas provocan el enfrentamiento con el presidente del gobierno. Un pronunciamiento militar pone fin al Bienio, con la caída de Espartero y el apoyo de la reina a O’Donnell.

La Crisis del Reinado (1856-1868) y el Sexenio Democrático

Se produce una alternancia en el poder entre unionistas y moderados. La reina es culpada del mal funcionamiento del sistema. En 1866 se firma el Pacto de Ostende para acabar con la monarquía de Isabel II. En 1868, la Revolución Gloriosa, liderada por el almirante Topete, obliga a Isabel II a exiliarse en Francia, dando comienzo al Sexenio Democrático.

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