Reinado de Isabel II: Consolidación del Estado Liberal (1843-1868)

El Reinado de Isabel II: Consolidación del Estado Liberal (1843-1868)

Tras la caída de Espartero y la proclamación como reina de Isabel II, los moderados, con el apoyo de la Corona, se hicieron con el poder, ocupando el Gobierno gran parte del largo reinado isabelino, durante el cual se produjo la consolidación del nuevo Estado liberal, caracterizado por:

  • Periodo de tendencia muy conservadora, regulado por la Constitución moderada de 1845.
  • Predominio de gobiernos autoritarios, defensores del “orden” y de una monarquía fuerte, que limitaron las reformas sociales y los derechos individuales.
  • Apoyo de la Corona y su “camarilla” a los sectores más conservadores (moderados) frente a los progresistas.
  • La participación política exclusiva de una oligarquía de propietarios, burgueses, aristócratas, generales y altos cargos eclesiásticos, favorecidos por un sufragio restringido.
  • Exclusión de la vida política de la mayor parte de la población.
  • El peso del ejército y la continua participación de los militares en la vida política.
  • Presencia exclusiva de partidos burgueses en la vida parlamentaria, entendidos, no como asociaciones de masas, sino como agrupaciones de personalidades en torno a un notable, civil o militar.

Los grandes partidos de la época isabelina fueron los moderados y los progresistas, representantes de las dos grandes corrientes del liberalismo y defensores del sistema monárquico constitucionalista. A partir de 1849 aparece el Partido Demócrata, progresistas radicales. En 1854 se formó la Unión Liberal, partido centrista, que agrupaba a moderados y progresistas conservadores.

1. La Década Moderada (1844-1854)

Las elecciones de 1844 dieron una mayoría a los moderados y el general Narváez, fue nombrado Presidente del Gobierno y sentó las bases del nuevo Estado moderado caracterizado: por un liberalismo conservador y por un respeto absoluto al orden y a la propiedad, no dudando en limitar, si era necesario, la libertad, ante el temor de agitaciones populares. La Corona y gran parte del ejército y la burguesía terrateniente (clases respetables) apoyaron este sistema moderado conocido como liberalismo doctrinario (versión conservadora, restringida y antidemocrática del liberalismo).

Las nuevas Cortes elaboraron una nueva ley fundamental, promulgada el 23 de mayo 1845, la Constitución de 1845, que recogía los principios básicos del moderantismo:

  • Negación de que la soberanía nacional y sustitución por la soberanía conjunta o dual (compartida entre en Rey y las Cortes).
  • Confusa división de poderes: amplios poderes del ejecutivo (El Rey podía nombrar ministros y disolver las Cámaras) en detrimento de las Cortes. Poder legislativo compartido (Rey y Cortes).
  • Sistema parlamentario bicameral, con un Senado nombrado por la Corona.
  • Sufragio censitario muy restrictivo.
  • Estado confesional, con exclusividad de la religión católica y compromiso de mantenimiento del culto y clero.
  • Se mantenía gran parte del articulado de la Constitución del 37, sobre todo en la declaración de derechos, pero quedaron posteriormente muy limitados por leyes ordinarias.

En 1851, se firmó un Concordato con la Santa Sede (convenio de colaboración con el Vaticano) por el que la Iglesia recuperaba algunos viejos privilegios y era autorizada a intervenir en el control de la enseñanza y de la censura. El Estado suspendía la venta de los bienes desamortizados, devolvía los no vendidos y se comprometía a hacer frente a los gastos eclesiásticos (dotación del culto y clero).

Los gobiernos de la “Década Moderada” pecaron de autoritarismo (a partir de 1850 la suspensión de las Cortes fue habitual) y, sobre todo, de un escandaloso favoritismo (en los negocios financieros, inmobiliarios y obras públicas, hacia sus partidarios y hacia miembros de la familia real) que generalizó un ambiente de corrupción política. En 1854, el Gobierno trató de reformar la Constitución para fortalecer aún más el poder de la Corona. Esto, unido a la corrupción de la clase política moderada, provocó la reacción de amplios sectores liberales y de las clases populares.

En junio de 1854, una facción del ejército encabezada por el general O´Donnell se pronunció en Vicálvaro (La Vicalvarada) contra el gobierno moderado. En Manzanares, se unió al pronunciamiento el general Serrano y lanzaron un Manifiesto al País (Manifiesto de Manzanares) con demandas progresistas: reforma de la ley electoral, libertad de imprenta, descentralización del poder y restablecimiento de la Milicia Nacional. El levantamiento se extendió por diversas ciudades que constituyeron Juntas Revolucionarias de carácter popular y progresista. Ante los acontecimientos, la reina Isabel II, decidió entregar el poder al líder progresista Espartero. Finalizaba la Década Moderada y comenzaba el llamado Bienio Progresista.

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