La Primera República Española (1873-1874)
Contexto Político y Social
Los carlistas recrudecieron la guerra en el norte, al tiempo que el grupo alfonsino comenzaba a recibir apoyos cada vez más amplios entre las clases medias y altas. Incluso los radicales (constitucionalistas, con Sagasta; y radicales, con Zorrilla), que tenían la mayoría en el Congreso, pasaron a la oposición.
Para la burguesía intelectual, la República debería traer democracia, derechos individuales y desarrollo económico. Para los campesinos y trabajadores urbanos, el nuevo régimen debía aportar el reparto de la tierra, la reducción de la jornada laboral, mejores salarios, eliminación de los consumos y quintas. Es decir, una auténtica revolución. El propio movimiento republicano estaba dividido entre los federalistas y los unionistas. Ya en los primeros días se produjeron levantamientos campesinos en Andalucía que enturbiaron la imagen del nuevo régimen. También surgieron los primeros intentos de insurrección federalista en Cataluña. Poco después el Gobierno pudo sofocar a tiempo un intento de golpe de Estado que preparaban algunos radicales y parte del ejército.
Elecciones y Presidencia de Pi y Margall
Las elecciones de mayo dieron una aplastante mayoría republicana, pero la altísima abstención reflejaba el escaso apoyo real que tenía la República. Poco después, la inesperada dimisión de Figueras convirtió en presidente a Pi y Margall. Se inició entonces el proceso de redacción de una constitución federal (Constitución de 1873), pero no pasó de proyecto. España se organizaba en 17 estados (incluida Cuba) y el presidente de la República sería el encargado de mantener el equilibrio entre todos ellos.
El gobierno federal aplicó una política económica similar a la de los gobiernos monárquicos, pero aprobaron algunas medidas de carácter social, que no llegaron a aplicarse. Sus gobiernos tampoco impusieron su autoridad a un ejército dirigido por generales contrarios a la nueva legalidad republicana.
El Movimiento Cantonal y la Crisis de la República
En el verano de 1873, mientras el gobierno y el parlamento intentaban establecer la República Federal “desde arriba”, los federales intransigentes promovieron el movimiento cantonal, que intentaba establecerla “desde abajo”. Especialmente en Cartagena hubo alzamientos que pretendían constituir unos poderes locales fuertes y autónomos (los cantones), que no reconocían el poder central. Se sublevaron los grupos federalistas en Cartagena, proclamando el cantón y haciéndose con el control de la flota y el arsenal. Rápidamente la proclamación de cantones y la formación de Juntas revolucionarias se extendieron por numerosas ciudades del Levante y Andalucía, y también en Castilla.
Mientras, los carlistas avanzaron y mantenían bajo su control buena parte del País Vasco, Navarra, interior de Cataluña y Aragón. Más adelante, con la abolición de la República y la Restauración de la monarquía borbónica, el carlismo se debilitó. Las últimas partidas abandonaron Cataluña en octubre de 1875. Finalmente, en febrero de 1876, los carlistas también fueron derrotados en el País Vasco y Navarra. En esta situación Pi y Margall presentó su dimisión el 18 de julio.
Presidencias de Salmerón y Castelar
El nuevo presidente, Nicolás Salmerón, inició un giro a la derecha. Dio plenos poderes al ejército que fue sofocando uno a uno los focos de sublevación. Salmerón aceptó restablecer la pena capital, pero a comienzos de septiembre prefirió dimitir antes de tener que firmar dos sentencias de muerte.
Tras la dimisión de Salmerón, el Parlamento nombró presidente a Emilio Castelar. Éste resumió su programa con tres palabras: Orden, Autoridad y Gobierno. Gobernó de forma autoritaria. Paralelamente, el ejército redujo los últimos reductos del cantonalismo (en enero de 1874 cayó Cartagena). Pero las Cortes republicanas desautorizaron la gestión de Castelar, lo que precipitó el golpe de estado conservador del general Pavía (3 de enero de 1874). La facilidad con que Pavía disolvió la República Federal puso en evidencia la fragilidad social y política del régimen.
El Fin de la República y el Inicio de la Restauración
Se disolvieron las Cortes y el general Serrano gobernó de forma autoritaria e intentó consolidar un régimen republicano de carácter conservador. A finales de 1874 la posición de Serrano era ya frágil al mismo tiempo que crecía el apoyo a la causa alfonsina. El 1 de diciembre el príncipe Alfonso, con 17 años, firmaba el Manifiesto de Sandhurst, en el que, siguiendo el consejo de Cánovas, garantizaba una monarquía dialogante, constitucional y democrática, y su voluntad de aceptar buena parte de los avances políticos realizados en el Sexenio.
Cánovas preparaba así la vuelta a la monarquía de manera pacífica y sin intervención militar. Martínez Campos y Jovellar se le adelantaron y se pronunciaron el 29 de diciembre en Sagunto a favor de la monarquía. El gobierno no opuso resistencia, y Cánovas formó un gabinete de regencia el día 31 y comunicó a Alfonso su proclamación como rey. Se iniciaba así la Restauración.