Impacto de la Revolución Francesa y la Era Napoleónica en España

La Revolución Francesa (1789) supuso la ruptura del absolutismo y la aparición de los principios liberales. Desapareció la sociedad estamental, y con ello los cimientos del Antiguo Régimen.

Con los sucesos revolucionarios coincidió el reinado de Carlos IV, cuyos ministros dirigieron España mediante una serie de políticas de cara a la situación de Francia:

  • Primero Floridablanca dirigió una política de aislamiento hasta 1792, cuando fue sustituido por Aranda, que optó por una política neutral. Sin embargo, apoyado por la monarquía, Godoy sustituyó a Aranda en noviembre.

Tras la ejecución de Luis XVI, España declaró la guerra a Francia durante la Convención Republicana (1793), dando lugar a la Guerra de los Pirineos, desastrosa para España. La guerra terminó con la Paz de Basilea (1795) durante el Directorio.

Godoy firmó el Tratado de San Ildefonso con Francia (1796) para defender su comercio.

Pero España fue derrotada en 1797 en el Cabo de San Vicente.

Durante la etapa napoleónica, la debilidad de Carlos IV llevó a la firma del Segundo Tratado de San Ildefonso (1800).

En 1801 España derrotó a Portugal (Guerra de las Naranjas) y poco después Napoleón invadió Gran Bretaña, pero la flota francoespañola fue derrotada en Trafalgar (1805).

Napoleón, como respuesta, planeó un bloqueo continental, pero Portugal se opuso.

Napoleón recurrió a España, que permitió mediante el Tratado de Fountainbleau (1807) el paso de las tropas francesas para invadir Portugal. Pero Napoleón procedió a ocupar ciudades como Pamplona y Barcelona, ante la indignación popular.

Godoy decidió evacuar a la familia real, embarcando a América. Pero en Aranjuez, la oposición a Carlos IV provocó en 1808 el Motín de Aranjuez, y se produjo la abdicación de Carlos IV en Fernando VII.

Proclamado rey, Fernando VII fue convencido por Murat para entrevistarse con Napoleón a fin de conseguir su apoyo. Pero Napoleón consiguió sacar a Fernando VII de España. En Bayona, encontró a sus padres y a Godoy, y Napoleón aprovechó las diferencias entre ellos para conseguir que Fernando VII abdicara en su padre, y éste en el propio Napoleón.

Una vez conseguidos los derechos al trono español, Napoleón los cedió a su hermano José, en adelante José I, cuyo reinado (1808-1813) se enfrentó a la resistencia española. Aprobó el Estatuto de Bayona, una Carta Otorgada para limitar su poder, pero apenas la llevó a la práctica.

Con la partida de la familia real a Bayona, la población se levantó el 2 de mayo, cuando Andrés Torrejón, alcalde de Móstoles, dictó su bando llamando a las armas contra los franceses.

El gobierno acató las órdenes francesas, pero el pueblo se negó y rechazó la abdicación de Fernando VII.

Entre los días 22 y 30 de mayo, casi todas las ciudades se habían sublevado contra los franceses. El ejército francés se presentaba, inicialmente, invencible contra un ejército español muy inferior, pero no previó la guerrilla como forma de lucha, y además la Grande Armée de Napoleón no intervino en la mayor parte de la contienda.

Fases de la Guerra de Independencia

La primera fase de la guerra fue de ocupación y levantamiento (1808), cuando las tropas napoleónicas se extendieron por el norte peninsular. Paralelamente surgieron Juntas Provinciales para organizar la rebelión. El triunfo del general Castaños en la Batalla de Bailén (1808) puso fin a esta primera fase. En septiembre se creó la Junta Central Suprema, presidida por Floridablanca y Jovellanos.

Al final de la etapa, el general Castaños liberó Madrid.

Entre el resto de 1808 y 1812, comenzó una fase de hegemonía francesa marcada por la intervención de Napoleón, pero debió abandonar la contienda, y los franceses ocuparon y controlaron casi toda la Península.

La Junta Central, con el avance francés, se vio obligada a dirigirse a Cádiz.

Mientras tanto, la resistencia persistía.

Entre 1812 y 1814 tuvo lugar la ofensiva final: la Sexta Coalición desniveló la contienda contra Napoleón, y éste retiró sus tropas de la Península.

Wellington, general inglés aliado con España por tratado, derrotó a los franceses en Arapiles (1812), y más tarde en Vitoria, y San Marcial (1813).

Derrotado, Napoleón liberó a Fernando VII.

Asistimos a una guerra que dejó el país en una verdadera situación dramática, con cerca de un millón de bajas, ciudades arrasadas, y destrucción o expolio de obras o monumentos artísticos. Se deterioró la industria de la lana, y se exilió a los afrancesados, aquellos que aceptaron la ocupación, radicalizándose la política.

Finalmente, el rechazo a lo extranjero provocó la aparición de un exaltado nacionalismo, y la derrota de los franceses demostró al resto del mundo que no eran invencibles.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *