La Tercera República Francesa y la Consolidación de la Democracia Moderna
La Tercera República Francesa marcó un hito en la historia política, consolidando la idea de República y estableciendo un modelo constitucional que dominó la política europea durante 70 años. A diferencia del Antiguo Régimen, donde la monarquía se identificaba con el Estado, la larga duración del modelo republicano aportó equilibrio y estabilidad al sistema francés. República, Estado y democracia se convirtieron en una unidad, algo que no sucedió en otros países europeos como el Reino Unido.
Sin embargo, estos 70 años no fueron una época pacífica. La Tercera República atravesó crisis políticas, económicas y sociales, como el escándalo de Panamá, que evidenció la interdependencia entre la política y la economía, o el caso Dreyfus, que convulsionó las ideologías emergentes. Además, la Primera Guerra Mundial, aunque no derrocó a la República, la afectó profundamente en su núcleo institucional.
Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos
Durante este periodo se definió la trinidad sobre la que se articula la Modernidad contemporánea en los aspectos políticos: Democracia, Estado de Derecho y Derechos Humanos. El concepto de democracia adquirió una dimensión global, superando el marco nacional, y el ideal democrático se desvinculó progresivamente de la voluntad popular.
El Crimen Fundacional de la Tercera República
La Tercera República Francesa se erigió sobre un crimen radical: el aplastamiento de la Comuna de París, un movimiento de corte comunista que intentó establecer un régimen socialista tras la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana. La caída de París, dominada por los comuneros, conllevó ejecuciones masivas durante la “Semana Sangrienta” (*Semaine Sanglante*), con más de 30.000 fusilados.
Los hombres de la Tercera República fueron fruto de un proceso de modernización intelectual y del nacimiento de la sociología como ciencia. Se sentaron las bases definitivas del marco republicano y del pensamiento político contemporáneo.
La República No Popular y el Estado de Derecho
La Tercera República Francesa fue republicana, pero no popular. El concepto de Estado de Derecho se consolidó, y la soberanía pasó del pueblo a un sujeto metafísico: el Estado. La Constitución se convirtió en la cabeza del nuevo sistema, proclamando la soberanía de las leyes por primera vez en la historia.
La Transformación del Concepto de Democracia
El concepto de República era ambiguo, pero la clave residía en la denominación de “democracia cristiana”. Esto supuso un cambio radical, ya que la palabra “democracia” había tenido históricamente una connotación negativa, asociada a la revolución y a las pasiones populares. La Tercera República transformó este término, abriendo el espacio del Estado a las nuevas clases populares y convirtiéndolo en compatible con posiciones conservadoras.
La Separación entre Sociedad Civil y Estado
La Tercera República alumbró un sistema democrático que implicaba la quiebra del ideal de “Pueblo”. La democracia se alejó de la calle para recrearse en el Parlamento. Sociedad civil y Estado se separaron, configurando las esferas pública y privada. La soberanía se convirtió en mera opinión, alejada de la expresión política de la voluntad popular.
Con el nuevo siglo, el proceso se orientó hacia la brutal modernidad del siglo XX. En Francia, el Affaire Dreyfus marcó un punto de inflexión definitivo.
Factores que Influyeron en la Tercera República
Tras la ciudadela de la Tercera República Francesa se delatan ciertos factores:
- La Ilustración: Una nueva forma de ver las cosas, dejando atrás un pasado considerado como expresión de ignorancia y superstición.
- La Revolución Industrial: A finales del siglo XVIII, generó un nuevo reparto de la riqueza, una concentración de la población y la aparición de un proletariado incipiente con un alto grado de conciencia social.
- El Liberalismo: La expresión política de la Ilustración, con una voluntad de transformación social y oposición a los poderes del Antiguo Régimen.
- El Anticlericalismo: Confrontación con la Iglesia, buscando su independencia. El jansenismo, un radicalismo cristiano, contribuyó a la crisis y descomposición de la Iglesia jerárquica.
- La Masonería: Una oposición de poder que ansiaba ese poder como instrumento de transformación del mundo.
- América: Las colonias británicas, tras un proceso revolucionario, habían alcanzado la libertad.
El Absolutismo y la Reacción de la Iglesia
El Absolutismo, un gobierno dependiente de la voluntad del rey y su corte, diluía el poder del monarca a través de poderes intermedios. La Iglesia reaccionó a esta transformación desarrollando nuevas formas de religiosidad católica, como el catolicismo moderno.
Monarquía Constitucional y la Evolución de la Monarquía en el Siglo XX
El concepto de República se oponía al de Monarquía, que se refería al Antiguo Régimen. Sin embargo, apareció el concepto de Monarquía Constitucional, un acuerdo entre los viejos poderes y la alta burguesía liberal para garantizar el orden político y social. La Ilustración política se limitó a la economía, delegando la eficacia política a poderes no sometidos al control del pueblo.
En el siglo XX, la monarquía evolucionó hacia dos formas distintas: un neo-absolutismo de corte fascista (Hitler, Mussolini, Franco) y las familias reales con funciones de control y adoctrinamiento.
La Revolución Francesa y el Nacimiento de la Democracia Moderna
La Revolución Francesa desplazó la legitimidad del sistema desde la monarquía al pueblo. El Tercer Estado se identificó con la nación, sobre la que se levantó el edificio de la República. La democracia nació como algo dotado de sustancia material, en la lucha por un gobierno del pueblo.
La Línea del Tiempo de la Tercera República
La línea del tiempo que marca el nacimiento de la Tercera República es: Imperio – Revolución social – República burguesa. Entre el gobierno de Napoleón III y las políticas de la Tercera República apenas hay diferencias. La modernidad contemporánea se instaló junto a un modelo de corte capitalista.
Los Cinco Estadios del Gobierno de Napoleón
En el gobierno de Napoleón se aprecian cinco estadios:
- Desplazamiento del poder hacia la verdadera representación del pueblo.
- Reconciliación de todos los franceses, con la Asamblea y los reyes en primer plano, y la “Constitución civil del clero”. La Vendée y la grieta social que sacudieron la República encontraron una reacción republicana con consecuencias gigantescas, dando lugar al nacimiento de la realidad democrática.
- La República se enfrentó a una guerra internacional a vida o muerte contra las cinco mayores potencias de Europa. La victoria provocó la aparición del Estado Revolucionario, con todos sus atributos, incluso teológicos.
- Un extraño gobierno hasta la llegada de Napoleón. Se derogó la Ley contra el Acaparamiento, lo que propició una ola de hambre y malestar social.
La historia arrastró al pasado el Antiguo Régimen, pero también el ideal democrático de la revolución.
El Legado de la Revolución Francesa
La Revolución Francesa es el punto de inflexión en el desarrollo de la política moderna. Destacan acontecimientos como el Juramento del Juego de Pelota, donde la nobleza y el clero fueron expulsados de la sociedad moderna, y la quema de los cuadernos de quejas, sobre cuyas cenizas se levantó el Parlamento moderno.
Los diputados reunidos en el Juego de Pelota asumieron el compromiso de representar a toda Francia, buscando la salvación de la patria. Nació el mandato representativo, modelo sobre el que gravita la democracia contemporánea. En el sistema democrático moderno, el origen del poder reside en el cuerpo de los gobernados. El gobernante es un servidor, y el único que mantiene la primacía, la soberanía y la autoridad es el pueblo. El concepto de Estado se consolida como Estado-nación.
Dos Modelos de Estado
Hay dos modelos de Estado: el desarrollado por Saint-Just y el de Stalin. En ambos casos, se percibe una sensación de fracaso frente a una verdadera república socialista capaz de realizar la emancipación de los pueblos.
La cuestión de cómo establecer que los que están por debajo de las leyes estén a la vez por encima de ellas provoca que la democracia entre en un laberinto lleno de falsas salidas y riesgos, pero también de esperanzas.