Una paz ficticia
Los escasos veinte años que separan la Primera de la Segunda Guerra Mundial estuvieron llenos de conflictos. La tensión internacional fue enorme, debido a los problemas derivados de la posguerra y los acuerdos adoptados en Versalles.
La crisis económica de 1929, y sobre todo el auge del fascismo, aumentaron esta inestabilidad. El expansionismo nazi en Europa, favorecido por la debilidad de las democracias ante Hitler y por el aislacionismo de la naciente URSS, condujo a un conflicto previsible en la década de 1930.
Por otro lado, Japón profundizó en su política imperialista en Asia y buscó el dominio en el área del Pacífico. Su rival en esa zona era EE. UU.
La política expansionista de Alemania
La primera consecuencia del acceso de Hitler al poder, en 1933, fue el abandono, por parte de Alemania, de la Sociedad de las Naciones (SDN) como muestra de su rechazo al orden internacional. De este modo, emergía una actitud de desafío a la SDN y de defensa de la fuerza como instrumento de la acción exterior.
La política emprendida por la Alemania nazi para forjar el Gran Reich y conquistar su espacio vital consiguió imponerse en Europa.
A principios de 1935, Alemania procedió a la anexión del Sarre, un territorio de población alemana que el Tratado de Versalles había confiado a la Sociedad de Naciones.
En 1936, Hitler ordenó que su ejército ocupase la región de Renania, un territorio alemán fronterizo con los Países Bajos y Francia y cuya remilitarización había sido prohibida expresamente por el Tratado de Versalles. Hitler lo había quebrantado sin que las democracias reaccionasen.
La formación del Eje
A partir de 1935 estallaron una serie de guerras periféricas:
- Etiopía (1935-1936) causada por la invasión italiana.
- La Guerra Civil Española (1936-1939).
- La guerra Chino-Japonesa.
Todas ellas fueron sostenidas por regímenes fascistas e imperialistas y sirvieron para acercar a estos países. En octubre de 1936 se formalizó el Eje Roma-Berlín, que hizo que Mussolini y Hitler cooperaran. Japón firmó con Alemania el Pacto Antikomintern.
El fracaso de la política de apaciguamiento
Las iniciativas expansionistas de Alemania, Italia y Japón se vieron favorecidas por la actitud pasiva de las democracias y la debilidad de la Sociedad de Naciones. La política de apaciguamiento, defendida especialmente por el primer ministro de Gran Bretaña, y aceptada por Francia.
Desde 1938, Hitler, con la convicción de que las democracias no se atreverían a enfrentarse a él, a fin de preservar la paz en sus naciones se lanzó a una agresiva política exterior:
- En marzo de 1938 invadió Austria. Se celebró un referéndum para su anexión a Alemania que dio un resultado favorable.
- En septiembre de 1938 convocó una conferencia en Berlín y consiguió la aprobación de Gran Bretaña, Francia e Italia a la ocupación de los Sudetes, pero en marzo de 1939, Hitler invadió y ocupó toda Checoslovaquia.
- En agosto de 1939, Alemania firmó un Pacto de no agresión con la URSS, que garantizó su neutralidad en caso de conflicto con los países occidentales. Acordaron invadir y dividirse Polonia y establecieron el derecho de la URSS sobre Finlandia.
- El 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia, con la excusa de recuperar el corredor de Danzig, territorio de población alemana.
Las Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
Las consecuencias demográficas
El número de víctimas mortales causadas por la guerra, superaron como mínimo los 40 millones de muertos, casi la mitad de los fallecidos correspondieron a ciudadanos soviéticos. Además, hay que tener en cuenta el elevado número de heridos, mutilados, desaparecidos, etc., que han sumado unos 40 millones más de personas.
La mayoría de estas víctimas fueron población civil que se vio afectada por los bombardeos, la falta de alimentos, las deportaciones, las ejecuciones y los campos de exterminio. Asimismo, hay que sumar el descenso de la natalidad.
En la inmediata posguerra, la liberación de los prisioneros y los trabajadores creó una masa de desplazados que intentaban regresar a sus hogares. Más de 20 millones de personas fueron obligadas a trasladarse como consecuencia de la modificación de fronteras en Europa y Asia.
Las repercusiones económicas
La guerra provocó fuertes destrozos en las ciudades, los campos y las vías de comunicación, que dejaron devastado el territorio de buena parte de los países. La economía europea había sufrido un fuerte impacto. Los daños en la agricultura y la ganadería fueron enormes y la producción industrial disminuyó enormemente. En el ámbito financiero, los gastos de guerra y las exacciones monetarias impuestas por los alemanes, desencadenaron una fuerte inflación.
En Asia, Japón quedó al borde del aniquilamiento, con los centros industriales, e Hiroshima y Nagasaki arrasadas por las bombas atómicas. Su economía, muy mermada, con la pérdida del 44% de su capacidad industrial. La población sufría una severa escasez de alimentos, una inflación, y los efectos del mercado negro.
El impacto moral
La Segunda Guerra Mundial dejó un rastro de horror desconocido. Se había puesto todo al servicio del aniquilamiento del adversario. La cultura de la violencia alcanzó su máxima dimensión con el conocimiento de lo sucedido en los campos de exterminios.
El trauma moral planteó grandes interrogantes sobre la civilización occidental. La necesidad de conocer y castigar la barbarie estuvo en la base de la celebración de los juicios de Núremberg y Tokio contra los responsables de la guerra.
Las conferencias de paz y la creación de la ONU
A diferencia de la Gran Guerra, no hubo un tratado que fijase las condiciones de paz. Se celebraron diversas conferencias para organizar el mundo de la posguerra. Destacaron: Yalta y Potsdam (1945), donde se acordó la partición y desnazificación de Alemania y la creación de nuevas fronteras en Polonia y la URSS. En la Conferencia de París se elaboraron los tratados de paz con Italia, Rumanía, Bulgaria, Hungría y Finlandia, firmados en 1947.
Las potencias aliadas, sin la URSS, firmaron la paz con Japón.
Se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para preservar la paz y seguridad internacionales. Sus principios se fijaron en la Carta aprobada en la Conferencia de San Francisco.
El más relevante es el Consejo de Seguridad, formado por 15 miembros de los cuales 5 (EE. UU., Rusia, Reino Unido, China y Francia) son permanentes y con derecho a vetar las resoluciones.