El Turnismo y sus Limitaciones
El sistema de turno de partidos funcionó con regularidad hasta 1898. El impacto de la crisis de ese año afectó a los políticos y a los partidos. A principios del siglo XX, en algunas grandes ciudades, ganaron las fuerzas de la oposición. Sin embargo, el turno, desprestigiado y dividido, continuó hasta 1923.
El Partido Conservador gobernó durante la mayor parte del reinado de Alfonso XII. El Partido Liberal tuvo su gran oportunidad durante el llamado «Gobierno Largo», tras la muerte del rey. Ante el temor a una desestabilización del sistema político, se llegó al Pacto del Pardo. Este pacto dio paso a un gobierno liberal que, con reformas, perpetuara el sistema, incorporando algunos derechos vinculados al Sexenio Democrático (1868-1874): abolición de la esclavitud, ley de asociaciones y sufragio universal masculino, primero para las elecciones municipales y luego para las generales. A pesar del aumento del censo electoral, los mecanismos de control hacían imposible la democratización del sistema.
La Oposición al Sistema: Carlistas, Republicanos, Nacionalistas y Socialistas
Carlistas
Tras su fracaso bélico, la dirección carlista marchó a Francia y comenzó a conspirar. Se formaron partidas de combatientes y se introdujeron armas, pero carecían de capacidad y apoyos para grandes levantamientos. El carlismo se presentaba como la única fuerza política auténticamente católica. Sin embargo, el apoyo de la jerarquía eclesiástica y del Vaticano a la dinastía alfonsina dificultaba su estrategia y acabaron dividiéndose. Un sector del carlismo, de carácter integrista, encabezado por Ramón Nocedal, creó el Partido Tradicionalista, antiliberal, que defendía la tradición y la religión católica.
Republicanismo
Los republicanos se enfrentaban a la decepción de sus seguidores, a la represión y a las divisiones internas. Una parte, dirigida por Emilio Castelar, fundó el Partido Posibilista y optó por entrar en el juego de la Restauración. Los núcleos más radicales formaron el Partido Republicano Progresista, encabezado por Manuel Ruiz Zorrilla, que hizo pronunciamientos desde el exilio, pero sin un apoyo popular significativo. El resto del republicanismo unitario se organizó alrededor de Nicolás Salmerón, mientras que los federales siguieron bajo la influencia de Francisco Pi y Margall. Los republicanos se revitalizaron gracias a la introducción del sufragio universal masculino y a su reunificación bajo la Unión Republicana, que agrupaba a todos excepto a los posibilistas. A pesar de esto, perdieron gran parte de sus bases sociales, ya que el movimiento obrero hacía que los trabajadores se identificaran cada vez más con el internacionalismo.
Regionalistas y Nacionalistas
A finales del siglo XIX nacen en Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una única nación española. El punto de partida es la afirmación de que estos territorios son naciones y, por lo tanto, tienen derecho al autogobierno, basándose en diferencias en lengua, derechos históricos (fueros), costumbres y cultura. Estos movimientos tienen diverso carácter, desde el autonomismo hasta la independencia. Aunque existen reivindicaciones en otras zonas, Cataluña y el País Vasco son las fundamentales.
En el nacionalismo catalán, podemos señalar como hitos:
- La creación por Valentí Almirall del Centre Catalá, organización política que reivindicaba la autonomía y denunciaba el caciquismo de la España de la Restauración.
- La fundación por Enric Prat de la Riba de la Unió Catalanista (1891), de ideología conservadora y católica. Al año siguiente, esta organización aprobó las denominadas Bases de Manresa, programa en el que se reclama el autogobierno y una división de competencias entre el Estado español y la autonomía catalana.
- Finalmente, en 1901 nace la Lliga Regionalista, con Francesc Cambó como principal dirigente y Prat de la Riba como ideólogo.
En el nacionalismo vasco, destaca el Partido Nacionalista Vasco (PNV), fundado por Sabino Arana en 1895. Arana formuló los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco, como la independencia de Euskadi y la creación de un estado vasco independiente, el radicalismo antiespañol, la exaltación de la etnia vasca, la búsqueda del mantenimiento de la pureza racial y el integrismo religioso católico.
Socialistas
Los socialistas tendrán los inicios de su posterior historia política en estos momentos. Debido a su vinculación con el movimiento obrero, los estudiaremos en el apartado de la conflictividad social.
Sindicalismo de Orientación Católica
A finales del siglo XIX también se intentó un movimiento obrero de inspiración católica. Surgieron los primeros círculos obreros católicos, promovidos por el jesuita Antonio Vicent. Buscaban la cooperación de patronos y obreros para un movimiento basado en la doctrina social de la Iglesia, recogida en la encíclica Rerum Novarum, donde se denunciaban los excesos del capitalismo. No llegaron a ser auténticos sindicatos y tuvieron un escaso papel reivindicativo hasta la entrada del siglo XX.