Demografía en la España del Siglo XIX: Mortalidad y Natalidad
La pervivencia de la mortalidad catastrófica a lo largo del siglo XIX fue provocada por guerras (como las de Independencia, carlistas, de Cuba), por hambrunas o crisis alimentarias o de subsistencias (como las de 1856-1857 y 1867-1868) y por epidemias (como las de peste de 1854 o la de cólera de 1885, de fiebre amarilla) y enfermedades endémicas (difteria, tuberculosis, viruela, escarlatina). La natalidad se mantuvo alta (30-35 por mil). Las razones de la alta natalidad fueron las malas condiciones de vida que empujaban a las familias a tener muchos hijos por el riesgo de muerte prematura y la ignorancia sobre métodos contraceptivos que no permitieron un control de la natalidad totalmente eficaz.
El Lento Crecimiento Demográfico y la Emigración
La Emigración Externa
La emigración al extranjero de españoles fue constante a lo largo del siglo XIX. Por motivos económicos, muchos españoles se fueron al norte de África, a América y a Europa, aunque la mayor parte se fue a América del Sur (+/- 1 millón entre 1882 y 1899, por ejemplo), desde Galicia, Canarias, Andalucía, Valencia, sobre todo después de que desaparecieran los obstáculos legales para la emigración a partir de mediados del siglo. Por motivos políticos, la mayor parte se fue a Europa (200.000 a lo largo del siglo) y supuso el exilio para los españoles que emprendieron ese camino.
La emigración al extranjero se frenó algo a finales de siglo con motivo de las guerras coloniales. La inmigración extranjera fue casi nula, por lo que el saldo migratorio fue negativo en el siglo.
La Migración Interna hacia las Ciudades
El éxodo rural se inició en el siglo XIX y fue más importante en la segunda mitad, pero su ritmo fue siempre lento. Las zonas mediterráneas y suratlánticas fueron las beneficiadas frente a las zonas del interior o de la Meseta, con la excepción de Madrid. Los migrantes procedían fundamentalmente de comarcas o provincias agrarias del interior (Guadalajara, Soria, Teruel, por ejemplo) y se dirigieron hacia los centros industriales de Cataluña, del Norte o a los centros urbanos de la periferia o a Madrid.
Así que el proceso de urbanización se inició, pero también fue lento (en 1900 sólo había dos ciudades con más de 500.000 habitantes) por lo que la población española seguía siendo mayoritariamente rural en 1900 (un 30% de población urbana).
La Guerra de Cuba y el Inicio de la Crisis del 98
En 1895 estallaron de nuevo insurrecciones independentistas en las colonias españolas de Filipinas y Cuba (Grito de Bayre, Cuba, de 24 de febrero de 1895). La llamada “Guerra Larga” (1868-1878), la primera guerra de Cuba, había sido un primer aviso serio de las aspiraciones independentistas cubanas. Así que la ausencia de reformas desde España para integrar a las colonias facilitó que el anticolonialismo se desarrollara. José Rizal en Filipinas y José Martí en Cuba se convirtieron en figuras claves del nacionalismo independentista filipino y cubano.
La guerra de Cuba y de Filipinas (1895-1898) que dio origen a la Crisis del 98 provocó que miles de soldados españoles de las clases más humildes fueran embarcados hacia las islas sobre la base de la legislación para el reclutamiento de soldados vigente en ese momento. La gran novedad de esta guerra fue la ayuda estadounidense prestada a los rebeldes cubanos. Por eso, la explosión del navío norteamericano Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898 propició que el gobierno norteamericano presentase un ultimátum al gobierno español y declarase la guerra a España el 25 de abril de 1898. El conflicto significó que Estados Unidos venciera en todos los frentes y que España resultara totalmente derrotada.
Desenlace de la Guerra: La Crisis o Desastre del 98
España firmó la Paz de París el 10 de diciembre de 1898, ante Estados Unidos. Por este acuerdo, España cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, las islas de Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Y Cuba consiguió su independencia de España. El imperio colonial, o de Ultramar, español había desaparecido definitivamente y España ya no era una potencia colonial.
Cánovas del Castillo y el Régimen de la Restauración
En 1874 se produce el golpe de estado de Martínez Campos que da inicio al régimen de la Restauración (1875-1923), un régimen que supuso la vuelta de la oligarquía tradicional al poder, una oligarquía compuesta por los grandes terratenientes, alta burguesía, aristocracia, alto clero y oficiales del ejército. Es un régimen, pues, liberal conservador, ideado por Cánovas del Castillo, que supuso la vuelta al trono de los borbones en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El objetivo de Cánovas era dotar de estabilidad al nuevo régimen, permitiendo un turno pacífico en el poder entre dos grandes partidos políticos siguiendo el modelo parlamentario bipartidista inglés.
Para ello, había que acabar en primer lugar con los conflictos cubano y carlista, logrado en 1878 y 1876 respectivamente, acabar con los pronunciamientos y la intervención del ejército en la vida política, y garantizar el orden social. El sistema va a estar organizado por la Constitución de 1876, una constitución claramente conservadora donde se establece una soberanía compartida, el sufragio universal se elimina, volviéndose al censitario, y se establece la plena confesionalidad del estado.
Los dos grandes partidos que se turnarán en el poder, aceptando las bases del sistema (constitución, monarquía, turno) serán el Partido Conservador, dirigido por Cánovas, y el Partido Liberal, dirigido por Sagasta.