El Reinado de Isabel II: La Transición al Liberalismo
Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), antes de alcanzar la mayoría de edad, se abrió un periodo de regencias que se extendió hasta 1843. En este periodo se produjo el desmantelamiento del Antiguo Régimen, instaurándose en España el estado liberal. Para ello, los liberales se enfrentaron a los sectores sociales más reaccionarios en las guerras civiles conocidas como *guerras carlistas*. Los militares intervinieron activamente en la vida política, alcanzando un gran peso.
El Origen del Conflicto: La Cuestión Dinástica
El enfrentamiento comenzó como un problema dinástico. En España, la Ley Sálica impedía a las mujeres heredar la Corona. Carlos IV había redactado una ley para derogarla, llamada Pragmática Sanción, pero no llegó a promulgarse, por lo que la Ley Sálica continuó vigente con Fernando VII. Cuando en 1830 su esposa María Cristina de Borbón se quedó embarazada, Fernando VII publicó la Pragmática Sanción de 1789, derogando la Ley Sálica y asegurando el trono a su descendiente, aunque fuera niña. Al nacer Isabel (1830) fue proclamada heredera del trono, quedando Carlos María Isidro, hermano del rey, el segundo en el orden sucesorio. Carlos María Isidro no aceptó esta modificación legal y contó con el apoyo de los defensores del Antiguo Régimen, conocidos como *carlistas*. Para hacerles frente, Fernando VII se apoyó en los monárquicos más moderados, nombrando jefe de Gobierno a Cea Bermúdez y desterró a su hermano a Portugal. En 1832, Fernando VII enfermó y María Cristina asumió la regencia. Mantuvo su apoyo a los moderados, que pasaron a conocerse como *cristinos* o *isabelinos*. Cea Bermúdez, que defendió los derechos sucesorios de Isabel II, depuró el ejército de militares carlistas y disolvió los Voluntarios Realistas.
Al morir Fernando VII en 1833, Carlos María Isidro publicó dos manifiestos desde Abrantes (Portugal) reclamando el trono de España con el nombre de Carlos V. Comenzaba así la **Primera Guerra Carlista**. Lo que empezó como un pleito dinástico se convirtió en una guerra civil que enfrentó a liberales y absolutistas.
La Regencia de María Cristina (1833-1840)
El Gobierno de Cea Bermúdez y la Transición al Liberalismo Moderado
La regencia de María Cristina estuvo condicionada por la Primera Guerra Carlista (1833-1839). Su primera decisión fue confirmar a Cea Bermúdez como Jefe de Gobierno. Proclamó una amnistía para los liberales más progresistas perseguidos por Fernando VII con el fin de ganarse su apoyo. Pese a la suspicacia que les generaba la regente, los liberales progresistas vieron en el apoyo a María Cristina la mejor vía para acabar con el Antiguo Régimen.
Cea Bermúdez emprendió algunas reformas para implantar un liberalismo de tipo moderado, una de las cuales fue la división del territorio español en provincias realizada por Javier de Burgos en 1833. Posteriormente, María Cristina nombró Jefe de Gobierno a Martínez de la Rosa.
El Estatuto Real de 1834
Bajo el gobierno de Martínez de la Rosa se promulgó el **Estatuto Real (1834)**, que era una carta otorgada de carácter muy conservador. Del Estatuto Real cabe destacar:
- Cortes bicamerales.
- Los miembros del Estamento de los Próceres eran designados por la Corona.
- Los representantes del Estamento de Procuradores eran elegidos mediante sufragio censitario.
- Las Cortes carecían de la facultad de redactar leyes, solo podían solicitar su redacción al ejecutivo ejerciendo el derecho de petición.
- No reconocía derechos individuales.
El Ascenso de los Progresistas: Mendizábal y el Motín de la Granja
Los liberales progresistas se movilizaron contra el Estatuto Real y, por temor a quedarse sin su apoyo, María Cristina nombró Jefe de Gobierno al progresista Juan Álvarez Mendizábal. Este consideraba que la única forma de ganar la guerra carlista era profundizar en las reformas liberales, por lo que impulsó la **Ley de Desamortización eclesiástica** y la reforma del ejército. Como consecuencia, Iglesia y ejército atacaron a Mendizábal, por lo que María Cristina lo sustituyó por el moderado Francisco Javier de Istúriz. Los progresistas se movilizaron en apoyo de Mendizábal y protagonizaron un pronunciamiento militar: el **Motín de la Granja de San Ildefonso** (agosto de 1836).
El Gobierno de Calatrava y la Constitución de 1837
María Cristina nombró Jefe de Gobierno al progresista José María Calatrava y restauró la Constitución de 1812 mientras se redactaba una nueva.
El gobierno de Calatrava, con Mendizábal como ministro de Hacienda, llevó a cabo reformas legales para asentar el liberalismo en España:
- **Desamortización eclesiástica de Mendizábal**: se pusieron en venta los bienes pertenecientes a conventos con pocos religiosos. Su objetivo era conseguir recursos económicos para financiar la Primera Guerra Carlista y aumentar el número de propietarios que apoyasen al estado liberal frente a los carlistas.
- Establecimiento de la elección democrática de los alcaldes y concejales.
- Promulgación de la **Constitución de 1837**, de carácter moderado por su redacción consensuada entre moderados y progresistas.
Del contenido de la Constitución de 1837 destaca:
- Soberanía nacional.
- Derechos individuales.
- Se mantuvieron las facultades de la Corona.
- Poder legislativo en el Parlamento, dividido en Congreso, elegido mediante sufragio, y Senado, cuyos miembros son designados por el rey entre una terna de aspirantes elegidos por los votantes.
El Retorno de los Moderados y la Regencia de Espartero
Satisfechos los progresistas con la aprobación de la Constitución de 1837, María Cristina cesó a Calatrava y llamó al poder a los moderados, con los que se sentía más cómoda. Entre 1837 y 1840 se sucedieron varios gobiernos moderados.
La situación política se deterioró en 1840 cuando los moderados trataron de aprobar una nueva Ley de Ayuntamientos que suprimía la elección democrática de sus miembros, lo que provocó altercados progresistas en Madrid y Barcelona. María Cristina cedió la regencia al líder de los progresistas, el general **Baldomero Espartero**. Desde este momento y durante gran parte del siglo XIX, los militares asumieron el liderazgo de los partidos políticos y de varios gobiernos.
La Primera Guerra Carlista (1833-1839): Ideología y Apoyos Sociales
Pero el hecho histórico más determinante de la Regencia de María Cristina fue, sin duda, la **Primera Guerra Carlista**. Aunque el carlismo surgió a finales del reinado de Fernando VII, su origen se encuentra en las posiciones de defensa del Antiguo Régimen mantenidas por los diputados *serviles* de las Cortes de Cádiz, los rebeldes de la Regencia de Urgell durante el Trienio Liberal, o los Voluntarios Realistas de la Década Ominosa. El carlismo era un movimiento tradicionalista que defendía:
- Monarquía absoluta de origen divino y legitimista: solo los varones podían reinar.
- Sociedad estamental con mantenimiento de privilegios.
- Religión: gran influencia de la Iglesia.
- Mantenimiento de fueros y privilegios tradicionales.
El carlismo tuvo una gran implantación en las áreas rurales del País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, contando con el apoyo de la baja nobleza rural, el bajo clero, mandos intermedios del ejército y gran parte del campesinado. Por el contrario, la alta nobleza, la jerarquía eclesiástica, los altos mandos militares, las clases urbanas –incluidas las de regiones carlistas como Bilbao y San Sebastián– y los intelectuales apoyaban a Isabel II.