El Reinado de Isabel II: Regencias, Guerras Carlistas y Evolución Política (1833-1874)
Las Regencias y las Guerras Carlistas (1833-1840)
En 1833 fallece Fernando VII, dejando como heredera a su hija Isabel II. Debido a su minoría de edad, su madre, María Cristina, asume la regencia, que se prolongará hasta 1840.
Las Guerras Carlistas enfrentaron a los absolutistas, partidarios de Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII), y a los liberales, defensores de Isabel II. Se pueden distinguir tres etapas:
- Primera Guerra Carlista (1833-1840): durante la regencia de María Cristina.
- Guerra de los Matiners (1846-1849): en Cataluña.
- Tercera Guerra Carlista (1872-1876): se extiende hasta el reinado de Alfonso XII, hijo de Isabel II.
Primera Guerra Carlista (1833-1840):
- Carlistas: absolutistas que defendían el lema «Dios, Patria y Fueros». Representaban a los tradicionalistas partidarios del Antiguo Régimen y a los foralistas (defensores de los fueros). Contaron con el apoyo de zonas rurales, el bajo clero y el campesinado, y fueron reconocidos por Austria, Rusia y Prusia.
- Liberales: partidarios de Isabel II y María Cristina. Recibieron el apoyo de las ciudades, la burguesía y la nobleza. Firmaron la Cuádruple Alianza en 1834 con Francia, Gran Bretaña y Portugal.
La primera rebelión carlista se produce el 1 de octubre de 1833 con el Manifiesto de Abrantes, en el que Carlos María Isidro defiende sus derechos al trono y llama a la sublevación. El carlismo se impuso en la región vasco-navarra y el Maestrazgo, pero no logró controlar ninguna ciudad importante.
El general carlista Zumalacárregui organizó un ejército, pero murió en el asedio de Bilbao en 1835. Entre 1836 y 1837, los carlistas intentaron una expansión, destacando la expedición de don Carlos y la del general Gómez. El general liberal Espartero dirigió la ofensiva liberal, venciendo en la batalla del Puente de Luchana (Bilbao), demostrando la superioridad del ejército liberal.
Los generales Espartero (liberal) y Maroto (carlista) negociaron la paz, que se firmó en el Convenio de Vergara en 1839 (conocido como el «Abrazo de Vergara»). Se acordó la integración de los militares carlistas en el ejército real y el reconocimiento de Isabel II como reina, bajo la Constitución de 1837. También se contempló la posibilidad de estudiar la cuestión de los fueros. Carlos María Isidro se exilió a Francia, mientras que el general carlista Cabrera continuó la resistencia en el Maestrazgo hasta 1840.
Las Regencias (1833-1843)
María Cristina asumió la regencia en 1833, apoyándose en los liberales para hacer frente al carlismo. Nombró jefe de Gobierno a Martínez de la Rosa, quien redactó el Estatuto Real de 1834, una carta otorgada que establecía unas Cortes bicamerales (Estamento de Próceres y Estamento de Procuradores).
Dentro del liberalismo, surgieron dos grupos políticos principales:
- Progresistas: partidarios de reformas radicales. Líderes destacados fueron Mendizábal y Espartero. Defendían la limitación del poder real, la ampliación de libertades (incluido el sufragio), la elección popular de alcaldes y la Milicia Nacional. La Constitución de 1837 fue su principal logro. En 1849, se separaron los demócratas, que defendían el sufragio universal masculino.
- Moderados: partidarios de reformas conservadoras. Líderes destacados fueron Martínez de la Rosa y Narváez. Defendían el orden, el control de las libertades, el sufragio restringido y la designación de alcaldes por parte del gobierno.
El régimen del Estatuto Real duró apenas un año. La revuelta progresista, con el pronunciamiento de los sargentos de La Granja en 1836, obligó a María Cristina a restablecer la Constitución de 1812. Un gobierno progresista, con Mendizábal como ministro, impulsó reformas liberales, que culminaron con la Constitución de 1837, de carácter progresista pero con concesiones a los moderados. Se suprimió el régimen señorial, se desvincularon las tierras y desaparecieron los mayorazgos. La desamortización eclesiástica de 1835-1836 supuso la expropiación de los bienes de las órdenes religiosas. Las diferencias entre la regente y los progresistas llevaron al fin de la regencia en 1840. María Cristina abandonó España.
El general Espartero fue nombrado regente (1840-1843). Su regencia se caracterizó por el autoritarismo, el recorte de los fueros y un acuerdo de libre cambio con Inglaterra, que eliminaba aranceles. Esto generó malestar en Cataluña, donde se produjeron manifestaciones contra Espartero, quien ordenó el uso de la artillería contra los manifestantes en Barcelona.
Finalmente, triunfó un pronunciamiento militar liderado por el general Narváez en Torrejón de Ardoz, y Espartero se exilió. Para evitar una nueva regencia, Isabel II fue proclamada reina en 1843.
El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)
El reinado de Isabel II, de 25 años, se caracterizó por el apoyo a los liberales moderados, marginando a los progresistas. Se pueden distinguir cuatro etapas:
Primera Etapa: La Década Moderada (1844-1854)
En 1844, Narváez fue nombrado jefe de Gobierno. Como líder de los moderados, implantó un liberalismo doctrinario basado en el orden y la estabilidad, con soberanía compartida entre la Corona y las Cortes. El Senado era de designación vitalicia y se recortaron las libertades.
Se organizó el Estado liberal, destacando la ley de funcionarios de Bravo Murillo y el control de las autoridades en las elecciones. Se creó la Guardia Civil en 1844 y desapareció la Milicia Nacional. Se estableció un sistema fiscal moderno y eficaz, basado en impuestos indirectos. El Concordato con la Santa Sede de 1851 puso fin al conflicto entre la Iglesia y el Estado liberal.
Segunda Etapa: El Bienio Progresista (1854-1856)
Los progresistas, apartados del poder, apoyaron el pronunciamiento militar del general O’Donnell en Vicálvaro en 1854. El Manifiesto de Manzanares expuso los objetivos y el programa de gobierno de los sublevados.
La reina encargó a Espartero la formación de un gobierno, con O’Donnell como ministro de Guerra. Durante el bienio se aprobaron importantes leyes: las Cortes Constituyentes elaboraron la Constitución de 1856, que no llegó a promulgarse; la Ley de Desamortización General; y la Ley de Ferrocarriles de 1855.
La ruptura entre Espartero y O’Donnell puso fin al bienio, seguido de un breve periodo moderado con Narváez.
Tercera Etapa: La Unión Liberal (1858-1863)
El general O’Donnell creó la Unión Liberal, un nuevo partido de centro con un programa ecléctico. Se inició un periodo de estabilidad y prosperidad. Se desarrolló una política exterior de prestigio, con expediciones militares por el mundo (México, Cochinchina, Guerra de Marruecos e intento de recuperar Santo Domingo).
Cuarta Etapa: La Vuelta de los Moderados (1863-1868)
El regreso de los moderados en 1863 marcó el inicio de la crisis del reinado. La prosperidad económica concluyó a partir de 1864. El gobierno se caracterizó por sus acciones autoritarias. La manifestación de estudiantes en la Noche de San Daniel fue disuelta con un saldo de 14 muertos. Los estudiantes defendían la libertad de expresión, representada por la figura de Emilio Castelar. El motín de los sargentos del cuartel de San Gil fue reprimido con el fusilamiento de 66 personas.
Progresistas y republicanos se unieron en el Pacto de Ostende en 1866 para derrocar la monarquía mediante una revolución.
El Sexenio Democrático (1868-1874): Amadeo I y la Primera República
La Revolución de 1868 destronó a Isabel II y abrió una época revolucionaria de cambios de régimen en tan solo seis años: el Sexenio Democrático (1868-1874). Se pueden distinguir las siguientes etapas:
- 1868: Revolución «La Gloriosa» y Gobierno Provisional.
- 1871-1873: Reinado de Amadeo I, monarquía democrática.
- Febrero 1873 – Enero 1874: Primera República.
- Enero 1874: Golpe de Estado del general Pavía.
- Diciembre 1874: Pronunciamiento de Martínez Campos y Restauración de la monarquía borbónica.
La Revolución de 1868
El Pacto de Ostende, firmado por progresistas (liderados por Prim) y demócratas, tenía como objetivo derrocar a Isabel II. Tras la muerte del general O’Donnell en 1867, el nuevo líder de la Unión Liberal, el general Serrano, se unió al Pacto de Ostende. La muerte del general Narváez en 1868 dejó a la reina sin su principal baluarte.
En septiembre de 1868 estalló la Revolución Gloriosa. El almirante Topete se pronunció con la Armada en Cádiz. Se le sumaron otras guarniciones y se produjeron sublevaciones populares. Los sublevados hicieron público el manifiesto «Viva España con honra», un llamamiento contra el gobierno de Isabel II, anunciando la formación de un gobierno provisional.
En la batalla del Puente de Alcolea, los sublevados, liderados por Serrano, derrotaron a las tropas del gobierno. Isabel II se exilió a Francia.
Se formó un Gobierno Provisional en 1869, una coalición de unionistas, progresistas y demócratas, dirigido por Serrano (jefe de Gobierno) y Prim (ministro de Defensa). Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino.
Las Cortes elegidas, con mayoría de la coalición gobernante, elaboraron la Constitución de 1869, la más liberal hasta la fecha. Establecía una monarquía democrática, con poderes muy limitados para el rey y un amplio reconocimiento de derechos y deberes.
La Monarquía de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Aprobada la Constitución, se inició la búsqueda de un rey para España. Prim propuso a Amadeo de Saboya, un candidato liberal y católico, que fue elegido por las Cortes.
El mismo día de su llegada a España, Prim sufrió un atentado mortal, por lo que Amadeo I perdió su principal valedor. Amadeo encontró dificultades para gobernar, debido al rechazo de amplios sectores y a su escasa popularidad. La coalición que había protagonizado la revolución se dividió, generando inestabilidad, con los constitucionalistas de Sagasta y los radicales de Ruiz Zorrillo enfrentados. Además, en Cuba estalló una insurrección independentista. Ante esta situación, Amadeo I abdicó a principios de 1873. Las Cortes proclamaron la Primera República.
La Primera República (Febrero 1873 – Enero 1874)
La Primera República duró 11 meses y tuvo cuatro presidentes, que ejercieron como jefes del poder ejecutivo: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
Se iniciaron numerosas reformas, como la supresión del impuesto de consumos. Se produjo una división entre republicanos radicales (unitarios) y federales. Con Pi y Margall se redactó un proyecto de Constitución Federal.
La República tuvo que hacer frente a graves conflictos militares:
- La Tercera Guerra Carlista, iniciada en 1872 por Carlos VII.
- La Guerra de Cuba (Guerra Larga, 1868-1878).
- La insurrección cantonal en el verano de 1873. Los republicanos federalistas más radicales proclamaron cantones independientes en el Levante (Alcoy, Cartagena) y el Sur (Málaga, Ronda). El gobierno intervino contra el movimiento cantonalista, destacando la resistencia de Cartagena, que contó con el apoyo de la Armada.
El malestar de los militares llevó al golpe de Estado del general Pavía en enero de 1874, que puso fin a la República. El general Serrano asumió el poder, suspendiendo la Constitución de 1869 y gobernando durante todo el año sin definir el nuevo régimen.
Los partidarios de restaurar la monarquía borbónica cobraron fuerza. El general Martínez Campos se pronunció en Sagunto a favor de Alfonso XII en diciembre de 1874, dando inicio a la Restauración.