El Movimiento Obrero durante la Restauración
Con la implantación de la Restauración en 1874, las organizaciones obreras (anarquistas y socialistas) sufrieron una fuerte persecución y quedaron declaradas ilegales. Pero a partir de la llegada de Sagasta al gobierno, a principios de la década de los ochenta, fueron de nuevo reconocidas y legalizadas.
Los Anarquistas
Los anarquistas mostraron fuertes desacuerdos en el método de actuación. Hasta finales del siglo XIX practicaron la “acción directa” (atentados a personajes políticos, bombas en el Liceo y en procesiones, quema de cosechas). Los escasos resultados obtenidos por estas acciones violentas originaron, a principios del siglo XX, una nueva corriente en el anarquismo: el anarcosindicalismo. Estos defendían la acción colectiva de los trabajadores agrupados en sindicatos. Planteaban la revolución social como un objetivo a medio plazo y en 1910 acabaron fundando la CNT. Este sindicato fue el mayoritario en España durante la Restauración. Los anarquistas tuvieron una gran presencia en Andalucía y Cataluña. De los líderes anarquistas cabe destacar a Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.
Los Socialistas
Los socialistas, PSOE, teóricamente fueron partidarios de la revolución social, aunque en la práctica se presentaron a las elecciones con programas eminentemente reformistas. Al PSOE, fundado por Pablo Iglesias en 1879, le costó crecer. Hasta 1910 no tuvo su primer diputado en el Congreso. El sindicato socialista, UGT, le ayudó a penetrar en el mundo obrero. Madrid y Asturias fueron las zonas de máxima implantación. Dirigentes socialistas como Largo Caballero, Besteiro o Indalecio Prieto propugnaron la vía parlamentaria como el mejor método para conseguir los objetivos políticos. Con los acontecimientos de la revolución rusa, algunos militantes socialistas se escindieron del partido y fundaron en 1921 el Partido Comunista de España (PCE).
El Caciquismo Sagastino en La Rioja
El sistema político de la Restauración se basaba en la alternancia bipartidista que daba estabilidad al régimen y alejaba a los militares de la vida política. Para poner en marcha todo esto se recurrió al falseamiento electoral. El partido que convocaba las elecciones realizaba el “encasillado” y decidía el número de diputados liberales o conservadores que debían salir en cada provincia. De esta manera, las provincias pasaban a tener mayoría liberal o conservadora dependiendo del partido que iba a gobernar. Y esto, que fue una práctica habitual en toda España, no sucedió en La Rioja.
Nuestra región pasó a ser un feudo sagastino donde la hegemonía liberal se manifestó en las elecciones. Los cuatro distritos electorales de la provincia quedaron controlados por los liberales. Los conservadores aceptaron y dieron por bueno esta situación, respetando en el momento del encasillado “la tierra de Sagasta”.
Sagasta, a su vez, actuó como un mecenas para ganarse la confianza de los electores. Dotó a Logroño de importantes obras. A él se debe la construcción del puente de Hierro y la reparación del puente de Piedra; la dotación de magníficos fondos al instituto que lleva su nombre; el establecimiento de la fábrica de Tabacos y de la Escuela de Artes y Oficios; la traída de aguas a la capital.
Y esta política de mecenazgo la complementó con una vasta red familiar que ocupó los principales puestos políticos. Junto a Sagasta aparecen sus familiares como Amós Salvador, los Rodrigáñez, Miguel Villanueva, entre otros, en cada convocatoria electoral. De ahí que se pueda decir que el gran rasgo del caciquismo riojano es el de un caciquismo familiar que supo mantenerse durante toda la Restauración.
La Institución Libre de Enseñanza
Las ideas de Krause (el krausismo) reivindicaban una visión racionalista y antropológica que llevó a los más progresistas a una fuerte crítica de la corrupción del sistema político. Francisco Giner de los Ríos fue la figura aglutinante del grupo, y fundó, junto a Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, un centro privado, laico y alternativo a la cultura oficial que introdujo métodos educativos de vanguardia basados en la libertad, la curiosidad científica, el antidogmatismo, la observación directa y el espíritu crítico. Estuvo enfocada en un primer momento a la educación universitaria (sus fundadores habían sido apartados de la universidad por no seguir los dogmas), pero luego se enfocó a la educación primaria y secundaria. Hasta la Guerra Civil será el centro de la cultura española, lugar por donde entraban las nuevas técnicas pedagógicas. Esto fue posible gracias a la colaboración de personalidades como Joaquín Costa, Hermenegildo Giner, Federico Rubio… A partir de 1881 entrarán como docentes profesores formados en ella, como Manuel Bartolomé Cossío, que garantizará su continuidad.