Evolución Política de España: Del Estado Liberal a la Primera República (1833-1874)

Construcción del Estado Liberal (1833-1874)

Auge del sistema Isabelino (1844-1858)

En noviembre de 1843, las Cortes deciden adelantar la mayoría de edad de Isabel II, iniciando el fin de la regencia de Espartero.

La «Década Moderada» (1844-1854) y la Constitución de 1845

Se conoce como «Década Moderada» a los primeros diez años del reinado de Isabel II, controlados por gobiernos moderados, que acabaron con la llegada del «Bienio Progresista» en 1854. En 1844, los moderados obtuvieron la mayoría en las elecciones y se formó un gobierno liderado por Francisco Narváez, un moderado cuyos objetivos eran establecer orden y autoridad mediante la reforma política y la represión, exiliando también a los líderes progresistas. Este régimen liberal fue mayoritariamente defendido por la burguesía, que nació de la fusión entre antiguos aristócratas que aceptaron el liberalismo y la burguesía que adquirió tierras de las desamortizaciones.

Tras sus primeros años de gobierno moderado, se decidió publicar una nueva Constitución que sustituyera la de 1837, la cual era progresista. Sus características principales fueron:

  • Soberanía compartida entre el rey y las Cortes, predominando el poder ejecutivo sobre el legislativo.
  • El Rey tenía capacidad de veto, disolución de las Cortes y nombramiento de ministros.
  • Bicameralismo: Congreso (sufragio censitario) y Senado (elección real y vitalicios).
  • Sufragio censitario más restrictivo. El Senado era elegido por el rey. Se le dio más peso al voto rural por la ley electoral de 1846, que restringió la elección de ayuntamientos por el Gobierno de la Nación.
  • Supresión de la Milicia Nacional.
  • Constitución de 1837, cuyos derechos eran regulados por leyes más restrictivas.
  • Libertad de imprenta y estado confesional católico.

Institucionalización del Estado liberal y crisis del gobierno moderado

Junto a la Constitución, se desarrollaron reformas acordes a su política moderada, como la reforma fiscal en 1845 (ley Mon-Santillán) para aumentar los ingresos de la Hacienda, centralizando impuestos y haciendo contribución directa sobre la propiedad. También se elaboró un Código Civil (1848) y un Código Penal (1850). La división provincial de 1833 fortaleció el poder de los gobernadores civiles, regulando el acceso a la administración. En 1845, la Ley de Administración Local centralizó el poder, asignando a los alcaldes el control de los municipios con menos de 2.000 habitantes, mientras el gobernador civil supervisaba los de mayor tamaño. En el ámbito educativo, la Ley Moyano de 1857 estableció un sistema nacional de enseñanza primaria, secundaria y universitaria. También se adoptó el sistema métrico decimal. Además, se creó la Guardia Civil en 1844 para mantener el orden público tras la disolución de la Milicia Nacional, y el servicio militar se volvió obligatorio.

Entre 1846 y 1849 tuvo lugar la Segunda Guerra Carlista, llamada Guerra de los Madrugadores, por el fracaso del matrimonio de Isabel II y Carlos Luis de Borbón, ya que esta acabó casándose con Francisco de Asís de Borbón. Para mejorar la relación de los liberales con la Iglesia, los moderados incluyeron en el Concordato con la Santa Sede de 1851 que la Iglesia reconociera como reina a Isabel II, aceptara la desamortización y devolviera competencias a la Iglesia para la educación, debilitando al carlismo y reconociendo el catolicismo como oficial.

Crisis del gobierno moderado

Los gobiernos moderados no lograron estabilidad debido a su autoritarismo, manipulación electoral y exclusión de la vida parlamentaria. En 1852, Bravo Murillo propuso una reforma constitucional para instaurar un Estado liberal tecnocrático, pero fue rechazada. Esto generó divisiones internas, descontento popular y, junto con la vida escandalosa de la reina y el aumento del precio del grano, provocó la revolución de 1854, devolviendo el poder a los progresistas.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Comenzó con el pronunciamiento de Vicálvaro (1854) debido al descontento social, político y económico. Los progresistas, demócratas y sectores moderados se unieron contra el gobierno, y se elaboró el Manifiesto de Manzanares, que exigía reformas legales, fiscales y electorales. Isabel II cedió el poder a los progresistas, con Espartero como presidente y O’Donnell como ministro de Guerra.

Se celebraron elecciones con sufragio censitario menos restrictivo, ganando progresistas y unionistas. Los progresistas impulsaron medidas como la Milicia Nacional y la redacción de una nueva Constitución (1856), que no llegó a promulgarse. En economía, se aprobaron leyes clave como:

  • Desamortización de Madoz (1855): Vendió bienes estatales y comunales, beneficiando a la burguesía pero perjudicando al campesinado.
  • Ley General de Ferrocarriles (1855): Promovió la construcción ferroviaria con capital extranjero.
  • Se fomentó el telégrafo, carreteras, sociedades anónimas, la banca (creación del Banco de España) y la minería.

Sin embargo, problemas sociales como hambrunas, malas cosechas y falta de transporte provocaron malestar. Hubo huelgas y revueltas en Cataluña y Castilla (1854-1855), además de demandas obreras como salarios justos y la abolición de las quintas. El gobierno respondió con conciliación (Ley de Trabajo) y represión. La división interna entre progresistas radicales y moderados debilitó al gobierno. Espartero dimitió en 1856, siendo reemplazado por O’Donnell. Este suprimió libertades, disolvió la Milicia Nacional y derogó la Constitución de 1856, restaurando la de 1845.

Descomposición del sistema isabelino (1856-1868)

El sistema isabelino entró en decadencia entre 1856 y 1868. En la década de 1850, el poder se alternó entre facciones liberales, pero en los años 1860 predominaron gobiernos moderados. La creciente inestabilidad política y social culminó en 1868 con el levantamiento de La Gloriosa, que marcó el fin del sistema isabelino.

El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)

Amadeo de Saboya fue elegido rey de España en noviembre de 1870, tras la caída de Isabel II. A pesar de ser apoyado por 191 de 311 diputados, su reinado estuvo marcado por la falta de apoyo de la aristocracia, el clero y una parte del ejército, además del creciente descontento popular influenciado por el republicanismo. Durante su mandato, enfrentó varios desafíos: la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), la crisis económica, el conflicto de Cuba, y la creciente polarización política. El gobierno moderado, liderado por Cánovas del Castillo, propugnó el regreso de los Borbones, y los carlistas usaron a Amadeo como pretexto para reiniciar la guerra. Tras la desintegración de su coalición, Amadeo abdicó en febrero de 1873, considerando el país ingobernable.

La Primera República Española (1873-1874)

Tras la abdicación de Amadeo I, las Cortes proclamaron la Primera República en febrero de 1873, con Estanislao Figueras como presidente. A pesar de que la mayoría de los diputados eran monárquicos, apoyaron la República como solución al vacío de poder. La República recibió apoyo de las clases populares, pero estuvo marcada por un fuerte desbordamiento social y conflictividad, como las Juntas Revolucionarias y la insurrección federalista. En junio de 1873, se proclamó la República Federal, impulsada por Pi y Margall, quien intentó redactar una nueva constitución. La Constitución de 1873 pretendía establecer un sistema federal, con derechos amplios como el sufragio universal masculino, la libertad de culto, la abolición de la esclavitud y la separación Iglesia-Estado. Los estados regionales gozarían de autonomía. Sin embargo, la constitución nunca entró en vigor debido a la inestabilidad política y social.

Conflictos durante la República

  • La Guerra Carlista se intensificó, especialmente en el Maestrazgo, y duró hasta 1876. En Cuba, la guerra continuaba y el nuevo régimen republicano se encontró con dificultades debido a la oposición de muchos funcionarios monárquicos.
  • El Cantonalismo fue un levantamiento de los republicanos y las clases populares en varias ciudades, buscando autonomía y mejoras sociales. Pi y Margall dimitió por su negativa a reprimir violentamente a los cantonalistas, y fue reemplazado por Nicolás Salmerón, quien también dimitió por no firmar penas de muerte.

Finalmente, Emilio Castelar asumió el poder con plenos poderes, pero al no contar con el apoyo de la mayoría parlamentaria, los federales lo derrotaron en una moción de censura. El 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía disolvió las Cortes y restauró un régimen republicano conservador. Sin embargo, el regreso de los Borbones se consolidó cuando, el 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Arsenio Martínez Campos proclamó a Alfonso XII como rey de España, tras la promesa de un régimen conservador, lo que dio fin a la República.

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