Hacia las Élites Locales
El resultado supuso la consolidación de la monarquía y forzó una alianza entre esta y la gran nobleza. Aunque se mantiene la estructura polisinodial de los Reyes Católicos, el emperador controla la Monarquía Hispánica. Para mantener el control en sus extensos territorios, **Carlos I** comprendió la necesidad de contar con la colaboración de las **élites locales**. Estableció una administración que, aunque centralizaba ciertos aspectos, reconocía los fueros y derechos particulares de sus reinos, incorporando a la nobleza y a las clases altas en la administración del imperio.
En Castilla, por ejemplo, delegó en la nobleza y los representantes urbanos la recaudación de impuestos y tareas de justicia, a la vez que obtenía subsidios de las Cortes a cambio de concesiones. En Aragón, Carlos respetó los fueros y las instituciones locales, como el Justicia Mayor y el Consejo de Ciento, manteniendo la autonomía administrativa que estas regiones valoraban. También en los Países Bajos, donde nació, mantuvo la autonomía de los Estados Generales, permitiendo a las provincias conservar su independencia en aspectos administrativos y judiciales.
Esta política permitió una gestión más efectiva y la consolidación del poder de la monarquía a través de pactos con las oligarquías locales, evitando conflictos mayores. Sin embargo, sentó las bases de problemas futuros, ya que la centralización más estricta que intentaría **Felipe II** chocaría con la autonomía regional, generando tensiones y conflictos como la rebelión de los Países Bajos.
La Política Imperial: De Lutero a la Paz de Augsburgo
La **política exterior** de Carlos V estuvo más marcada por los intereses dinásticos de los Austrias que por los de los reinos hispánicos. Carlos V no estableció una capital de su monarquía, sino que tenía una corte itinerante. Por otra parte, el monarca tenía una idea de monarquía universal cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual, que concernía al papado, y el terrenal, que correspondía al emperador. Desde esta perspectiva se explican las principales cuestiones de su política exterior.
En cuanto a la lucha contra la expansión del **protestantismo** en Alemania, cabe señalar que el conflicto se inicia cuando las ideas reformadoras en el campo religioso de **Martín Lutero** fueron aceptadas por numerosos príncipes alemanes.
Carlos V trataba de mantener a toda costa la unidad católica y evitar la ruptura con los protestantes. En 1521 tuvo lugar la **Dieta de Worms**, en la que Lutero se negó a retractarse y fue declarado hereje.
En 1531 se constituyó la **Liga Esmalcalda**, en la que se unen varios príncipes protestantes para luchar contra el emperador Carlos V. Ante tal escenario, Carlos V promovió la celebración del **Concilio de Trento** (1545-1563) para hacer frente a la Reforma protestante (lo que supone la Contrarreforma). Carlos V derrotó a los príncipes protestantes en la batalla de Mülhlberg (1547). No obstante, después dichos príncipes obtuvieron el apoyo del rey de Francia, lo que obligó a Carlos V a firmar la **Paz de Augsburgo** (1555), por la que el emperador concede a cada príncipe la libertad de elegir la religión de su territorio. Además, se obligaba a los súbditos de cada territorio a profesar la religión de su príncipe (“*cuius regio, eius religio*”).
Tras el fracaso de la unidad religiosa, Carlos V abdicó en 1556. Dividió sus posesiones: a su hijo Felipe le otorgó la Monarquía Hispánica, a la que sumó los territorios borgoñones en los Países Bajos y el centro de Europa; mientras que a su hermano Fernando le dejó los territorios de la casa de Austria en Alemania y el título de emperador del Sacro Imperio.
Después, Carlos se retiró al monasterio de Yuste hasta su muerte en 1558.
El Conflicto con Francia y el Imperio Otomano
La **política exterior** de Carlos V estuvo más marcada por los intereses dinásticos de los Austrias que por los de los reinos hispánicos. Carlos V no estableció una capital de su monarquía, sino que tenía una corte itinerante. Por otra parte, el monarca tenía una idea de monarquía universal cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual, que concernía al papado, y el terrenal, que correspondía al emperador. Desde esta perspectiva se explican las principales cuestiones de su política exterior:
- El enfrentamiento con Francia. Durante el reinado de Carlos V ambos países se enfrentaron en el norte de Italia (el Milanesado) y en Flandes y Borgoña. El emperador hizo frente a varias guerras con Francia, con significativas victorias como la de la batalla de Pavía (1525), donde Francisco I fue hecho prisionero y, posteriormente, puesto en libertad en virtud del Tratado de Madrid (1526).
- Sin embargo, más adelante se crea la Liga de Cognac, compuesta por Francia, Florencia, Venecia y el Papado para hacer frente al poder de Carlos I. En respuesta a este ataque, las tropas de Carlos I obtuvieron una victoria crucial en el denominado saqueo de Roma (o Saco de Roma) de 1527. En la Paz de Cambrai (1529) se pone fin de manera efímera a los enfrentamientos. Los enfrentamientos acabarían con la supremacía de Carlos I en la Paz de Crépy (1544), la cual solo aplazó el conflicto.
- La lucha contra los turcos. Solimán “el Magnífico” desarrolló una política muy agresiva contra Occidente. Destaca el sitio de Viena en 1529, cuyo cerco fue levantado por las tropas imperiales de Carlos V. Además, la piratería practicada por navíos berberiscos, apoyados por los turcos, constituía un serio freno para la navegación por el Mediterráneo. El enfrentamiento con los turcos se saldó con una victoria por parte de las tropas de Carlos I (conquista de Túnez, 1535) y un fracaso (batalla de Argel, 1541), por lo que no pudo acabar con la amenaza turca.
Felipe II, su Herencia. La Consolidación del Modelo de Gobierno de los Austrias
**Felipe II** sucede a Carlos I en 1556. Hereda todos los territorios de su padre, excepto Austria y Alemania. De este modo, heredó un vasto imperio que incluía los reinos de Castilla y Aragón, territorios en Italia, los Países Bajos y las colonias en América. Además, tras la muerte del rey de Portugal, Sebastián de Avis, en 1578 Felipe II reclamó la soberanía de Portugal alegando derechos sucesorios. Las Cortes de Tomar reconocieron a Felipe II como rey en 1581 a cambio de reconocer las leyes del reino. Con este hecho se crea el mayor imperio territorial y marítimo que había existido hasta entonces («en mis dominios nunca se pone el sol»). La unión con Portugal se mantendrá hasta 1640.
Por su parte, su tío Fernando recibió los territorios de la casa de Austria en Alemania y el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.