Historia de España: Momentos Clave desde la Conquista Romana hasta el Siglo XVIII

La Conquista Romana de Hispania (218 a.C. – 18 a.C.)

La conquista romana de Hispania fue un proceso histórico de ocupación y dominación de la Península Ibérica por parte de Roma. Se extendió desde el año 218 a.C. hasta el 18 a.C., y se desarrolló en tres fases:

  1. Primera Fase (218 a.C. – 197 a.C.): El interés de Roma en la Península Ibérica surgió durante la Segunda Guerra Púnica contra Cartago. Comenzó con el desembarco de Publio Cornelio Escipión en Ampurias (218 a.C.). Roma expulsó a los cartagineses y, en el 197 a.C., dominaba el valle del Ebro, la costa mediterránea y el sur peninsular. Esta zona fue la más romanizada.
  2. Segunda Fase (197 a.C. – 133 a.C.): Roma conquistó la Meseta. Se enfrentó a la resistencia de los lusitanos, liderados por Viriato, y de los celtíberos, que defendieron Numancia hasta su caída en el 133 a.C.
  3. Tercera Fase (29 a.C. – 18 a.C.): Tras la guerra civil entre Pompeyo y Julio César, Augusto se convirtió en emperador y reanudó la conquista, sometiendo a los pueblos del norte (cántabros y astures). La conquista de Hispania finalizó en el 18 a.C.

El Reino Visigodo (507-711)

La monarquía visigoda fue un régimen político establecido por los visigodos en la Península Ibérica entre el 507 y el 711. Tras la caída del Imperio Romano y su expulsión de las Galias (batalla de Vouillé, 507), fundaron una monarquía con capital en Toledo. Llevaron a cabo una unificación territorial, política, religiosa (con la conversión de Recaredo del arrianismo al catolicismo en el III Concilio de Toledo) y jurídica (Liber Iudiciorum) de la Península Ibérica. El monarca se apoyaba en el Aula Regia y los Concilios de Toledo. El carácter electivo-hereditario de la monarquía y las disputas nobiliarias facilitaron la invasión musulmana (711, batalla de Guadalete), que puso fin al reino visigodo.

El Califato de Córdoba (929-1031)

El Califato de Córdoba fue un estado musulmán independiente instaurado por Abderramán III, quien se proclamó califa (máxima autoridad religiosa y civil) en el 929, independizándose del califato abbasí de Bagdad. Ordenó construir la ciudad-palacio de Medina-Azahara. Le sucedió su hijo Al-Hakam II, protector de las artes y la cultura. A finales del siglo X, Almanzor, primer ministro, asumió el poder y sometió a los reinos cristianos mediante razzias (campañas militares). En 1031, se decretó el final del Califato, dando lugar a los Reinos de Taifas, tras luchas civiles entre los partidarios de los califas Omeyas y los descendientes de Almanzor.

Los Reinos de Taifas (1031-1248)

Los Reinos de Taifas fueron un conjunto de estados musulmanes independientes en los que se dividió Al-Ándalus tras la disolución del Califato de Córdoba en 1031. Incluyeron Sevilla, Córdoba, Zaragoza y Toledo, entre otros. Se vieron obligados a pagar tributos (parias) a los reinos cristianos para mantener la paz. Se caracterizaron por luchas internas que, junto a los avances cristianos, los debilitaron. Los almorávides y los almohades los unificaron temporalmente. Tras la derrota almohade en las Navas de Tolosa (1212), los reinos de taifas cayeron ante los reinos cristianos. A partir de 1248, solo se mantuvo independiente el reino nazarí de Granada.

Formación y Estructura de la Corona de Aragón (Siglos IX-XIII)

A principios del siglo IX, el conde Aznar Galindo se independizó de los francos y creó el condado de Aragón (817). En el siglo X, lo heredó Sancho Garcés II Abarca, rey de Pamplona. En el siglo XI, con Ramiro I (hijo de Sancho III el Mayor de Navarra), se instituyó el Reino de Aragón. En 1137 (siglo XII), la unión matrimonial del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y Petronila, heredera de Aragón, marcó el inicio de la Corona de Aragón. Su hijo, Alfonso II el Casto, fue el primer rey de la Corona de Aragón. En el siglo XIII, se unieron Mallorca y Valencia tras su conquista por Jaime I el Conquistador. Cada territorio de la Corona mantenía sus instituciones (Cortes) y leyes propias. El rey era el vínculo de unión. El modelo político de la Corona de Aragón se conoce como modelo pactista. La fortaleza de los nobles y de la Iglesia otorgó a las Cortes un poder legislativo importante: el rey no podía legislar sin ellas y se comprometía a respetar los fueros y costumbres.

La Unión Dinástica de Castilla y Aragón (1474)

La unión entre el reino de Castilla y la Corona de Aragón fue un acontecimiento histórico que tuvo lugar tras el matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y su posterior ascenso al trono en sus respectivos reinos, dando origen a la Monarquía Hispánica (1474). Esta entidad englobó a los dos principales reinos peninsulares, pero no significó una unificación política. Fue una unión personal o dinástica donde cada reino conservó sus leyes, instituciones, costumbres y fronteras, teniendo en común la figura del monarca. Los Reyes Católicos actuaron conjuntamente en el gobierno de sus dominios. Desarrollaron una política exterior y religiosa común, creando órganos administrativos que afectaban a ambas coronas. Este proceso supuso la construcción de un Estado moderno y el fortalecimiento del poder real. La verdadera unión se consolidaría con su nieto, Carlos I de España.

La Conquista de Navarra y su Incorporación a Castilla (1512-1515)

La conquista de Navarra e incorporación a Castilla fue un proceso de unión de Navarra a Castilla iniciado en 1512 (anexión territorial) y culminado en las Cortes de Burgos de 1515 (anexión jurídico-administrativa). Se produjo en el contexto del enfrentamiento entre Castilla y Francia por el dominio de Italia y la división interna de la nobleza navarra (agramonteses y beaumonteses). Fernando el Católico solicitó a Navarra permiso de paso para atacar Francia. Ante la negativa de los reyes navarros, Juan de Albret y Catalina de Foix, y con el apoyo del papa Julio II y de la nobleza navarra (beaumonteses), Fernando conquistó Navarra. La conquista fue aprobada por las Cortes de Navarra, como reino autónomo, con gobierno, Cortes y fueros propios, designándose un virrey. Hasta 1529, hubo intentos de reconquista del territorio (batalla de Noáin, 1521).

La Herencia Territorial de Carlos I (1517-1556)

La herencia territorial de Carlos I, hijo de Felipe de Habsburgo («el Hermoso») y Juana I de Castilla («la Loca»), lo convirtió en el monarca más importante de su tiempo. Heredó:

  • De Maximiliano de Austria (abuelo paterno): Los territorios de la Casa de Austria y los derechos al título imperial del Sacro Imperio.
  • De María de Borgoña (abuela paterna): Los Países Bajos, Luxemburgo, el Franco Condado y los derechos sobre el ducado de Borgoña.
  • De los Reyes Católicos (abuelos maternos): La Corona de Aragón (Cerdeña, Sicilia y Nápoles) y la Corona de Castilla (Navarra, Canarias, plazas del norte de África y los territorios americanos).

Este conjunto heterogéneo de territorios se mantuvo unido por la unidad religiosa en torno al catolicismo y la idea de una monarquía universal.

Los Validos en la Monarquía Hispánica (Siglo XVII)

Los validos fueron personalidades políticas en la esfera de influencia del monarca, situándose entre este y las instituciones de gobierno (Consejos, Audiencias, Cortes). Nunca alcanzaron un reconocimiento institucional. Asumieron funciones de gobierno con el beneplácito del rey, de quien dependían. Controlaban el poder en una época en la que el poder real era casi absoluto y disponían de una clientela fiel. Son figuras ligadas a los «Austrias menores». Durante el siglo XVII destacaron el duque de Lerma (con Felipe III), el conde-duque de Olivares (con Felipe IV) y el conde de Oropesa (con Carlos II). A finales del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos IV, destacó Godoy, quien, sin ser un valido propiamente dicho, asumió el poder.

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