Contexto Histórico: España en la Encrucijada (1914-1923)
Para comprender el devenir de la historia española a principios del siglo XX, es crucial analizar la situación imperante durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Eduardo Dato, nombrado presidente del gobierno por Alfonso XIII en 1913, tuvo que hacer frente a este complejo escenario. La neutralidad española durante el conflicto favoreció una expansión económica inicial, pero el aumento de la demanda exterior provocó una fuerte inflación, generando huelgas y reivindicaciones de las clases populares.
A este clima de tensión social se sumó el estallido de la Revolución Rusa en 1917, que sirvió de inspiración para las organizaciones obreras. Ese mismo año, se produjo la crisis de 1917, con una importante huelga general y el inicio del «trienio bolchevique». Sin embargo, estas movilizaciones no lograron derribar el sistema de la Restauración, que se mantuvo vigente, aunque gravemente debilitado.
La Descomposición del Sistema (1918-1923)
Entre 1918 y 1923, la Restauración entró en un período de profunda inestabilidad política. Los gobiernos de concentración fracasaron, y se retornó al turno dinástico entre conservadores y liberales. En esta etapa de descomposición del sistema, se fundó el Partido Comunista de España (PCE), escindido del PSOE. La conflictividad obrera continuó, con hitos como el Congreso de Sants (1918) y la huelga de La Canadiense.
La radicalización extrema entre sindicatos y patronal desembocó en el Pistolerismo, un período de violencia que culminó con el asesinato del presidente Dato en 1921. A esta caótica situación se sumó, ese mismo año, el Desastre de Annual en Marruecos, donde miles de soldados españoles perdieron la vida.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La crisis política, el desorden público y el problema de Marruecos fueron las causas que justificaron el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera. El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera se pronunció y declaró el estado de guerra. Alfonso XIII le encomendó la formación de un gobierno compuesto por militares. Así comenzó una dictadura que se prolongó durante siete años, con dos fases diferenciadas: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930).
El Directorio Militar (1923-1925)
El Directorio Militar, presidido por Primo de Rivera y compuesto por ocho generales y un almirante, se propuso:
- Acabar con el caciquismo.
- Reprimir la agitación separatista.
- Frenar la inflación y el desorden financiero.
- Disolver las cámaras legislativas.
- Resolver el conflicto colonial.
- Sustituir a los gobernadores civiles por militares.
- Crear juntas municipales.
En cuanto al orden público, el Directorio Militar impuso el estado de guerra, reprimió a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y disolvió la Mancomunidad Catalana. Se fortaleció el Somatén, una institución paramilitar. Se prohibieron las actividades de los partidos políticos y sindicatos, se elaboraron un Estatuto Municipal y otro Provincial, y se creó un partido único, la Unión Patriótica, de ideología conservadora y católica, inspirada en el fascismo italiano de Mussolini.
El Desembarco de Alhucemas y el Fin del Conflicto en Marruecos
Uno de los principales logros de Primo de Rivera fue la resolución del conflicto colonial en Marruecos. Tras unas primeras negociaciones con Abd-el-Krim, que fueron interpretadas como un signo de debilidad, se celebró la Conferencia de Madrid en junio de 1925. Se acordó la intervención conjunta de los ejércitos franco-españoles, que culminó con el Desembarco de Alhucemas. Abd-el-Krim se rindió, y se inició una política de sometimiento y desarme de las tribus.
El conflicto en Marruecos, que se arrastraba desde la segunda mitad del siglo XIX, tuvo su origen en las disputas entre Francia y España. La Conferencia de Algeciras (1906) estableció el protectorado español sobre el Rif, Ifni y Río de Oro. Entre 1909 y 1927, se sucedieron enfrentamientos bélicos, como el Desastre del Barranco del Lobo y el Desastre de Annual.
El Directorio Civil (1925-1930)
El 3 de diciembre de 1925, el Directorio Militar fue sustituido por un Directorio Civil, formado por hombres de confianza del dictador, como José Calvo Sotelo (Hacienda), Galo Ponte y Escartín (Gracia y Justicia) y Eduardo Callejo de la Cuesta (Instrucción Pública). Se instituyó la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano corporativo y autoritario sin apenas operatividad, encargado de redactar un proyecto de Constitución que sustituyera a la de 1876.
En el ámbito económico, se implementó una política proteccionista, con el Decreto de Protección de la Industria Nacional. Se realizaron obras públicas y se nacionalizaron industrias clave, como la creación de CAMPSA para controlar el petróleo. Se creó la Organización Corporativa Nacional para regular las relaciones laborales.
La Oposición a la Dictadura y el Camino hacia la Segunda República
Durante el Directorio Civil, se mantuvo un clima de relativa paz social, gracias a la actitud condescendiente del PSOE y la UGT. La oposición real provino de republicanos, comunistas, anarquistas, algunos sectores del ejército e intelectuales y estudiantes universitarios (como Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset). Se produjeron conspiraciones militares, como la «Sanjuanada» (1926), y revueltas estudiantiles (1929). La CNT, dividida internamente, se opuso al régimen. En Cataluña, la oposición fue especialmente fuerte debido a la supresión de la Mancomunidad (1925), la prohibición del uso del catalán y otras medidas represivas.
Primo de Rivera, sin el apoyo del rey, dimitió el 28 de enero de 1930. El general Dámaso Berenguer fue encargado de formar gobierno, iniciando un período conocido como la «Dictablanda». Berenguer intentó restablecer la Constitución de 1876, pero su gestión fue considerada un error, como denunció Ortega y Gasset.
El 27 de agosto de 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián, un acuerdo entre las principales fuerzas políticas para instaurar un nuevo régimen. Republicanos, socialistas y la UGT acordaron convocar una huelga general, a la que se sumó la CNT. Una conspiración republicana apoyada por militares fracasó.
En 1931, el rey, aconsejado por Francesc Cambó y el Conde de Romanones, encargó gobierno a Juan Bautista Aznar-Cabañas. El 12 de abril, se celebraron elecciones municipales, que se interpretaron como un plebiscito sobre la monarquía. La victoria republicana llevó al exilio de Alfonso XIII, sin abdicación formal. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española, poniendo fin a la Restauración y abriendo un nuevo capítulo en la historia de España.