El Comercio y la Política Comercial Británica
El auge del comercio y la política comercial británica durante el siglo XIX fue un factor clave en la expansión del Imperio Británico y su transformación económica. Este documento explora los aspectos fundamentales de este proceso.
1. El Crecimiento de la Actividad Comercial y los Medios de Transporte
El crecimiento de la actividad agraria e industrial impulsó el comercio. Inicialmente, los medios de transporte eran lentos, escasos y costosos, lo que generó incentivos para invertir en mejoras.
- Se construyó una densa red de carreteras de peaje.
- Se desarrolló una red de canales para transportar materiales a los centros fabriles.
- Los barcos de vela mejoraron la velocidad y eficiencia.
- El ferrocarril, con Stephenson como pionero, revolucionó el transporte.
Los nuevos medios de transporte fomentaron el comercio interior y exterior, incrementando la productividad y la industria.
2. El Colonialismo y la Expansión Comercial
El comercio exterior fue crucial para la economía británica, estrechamente ligado al Imperio colonial. Hacia 1750, las exportaciones británicas ya eran significativas, con los tejidos de lana como principal producto.
La expansión colonial amplió las oportunidades comerciales, con especias, té y productos de las Indias Occidentales como artículos valiosos. Las mercancías tropicales aumentaron el poder de compra británico en Europa.
El comercio se organizó en una compleja red mundial centrada en Londres, donde se intercambiaban bienes como armas, esclavos, azúcar, tabaco, algodón, oro, marfil, té, sedas, y especias. La independencia de los Estados Unidos no afectó el dominio de Londres como centro financiero.
La expansión comercial británica continuó, incluyendo el conflicto con China en las Guerras del Opio, que consolidaron su primacía en Asia. El comercio de esclavos fue abolido por el Parlamento y la esclavitud en la India en 1833.
3. La Evolución de la Política Comercial
Inicialmente, la política comercial británica era mercantilista, protegiendo la economía nacional. Sin embargo, la industrialización fomentó una política comercial menos restrictiva.
El gobierno implementó reformas arancelarias propuestas por Huskisson, eliminando prohibiciones y primas a la exportación. Se aplicó el principio de reciprocidad con otros países, negociando tratados comerciales.
La derogación de las Leyes de Cereales en 1846 marcó un hito, mostrando la pérdida de importancia de la agricultura. La crisis de precios de los cereales impulsó la protección a la agricultura, pero el debate sobre las Corn Laws se intensificó en los años 1820 y 1830, y se recrudeció en los años 40.
Una serie de malas cosechas impulsó un movimiento social contra las leyes de cereales, que finalmente fueron abolidas en 1846. Tras la abolición, la agricultura se adaptó, y la migración entre la ciudad y el campo aumentó el consumo de alimentos. La década de 1853-1862 se conoció como «la edad de oro de la agricultura inglesa».
4. La Estructura del Comercio Exterior Británico
Hacia 1858, Estados Unidos y la India eran los principales socios comerciales británicos.
Las importaciones incluían algodón, trigo, madera, lana, seda y té. Las exportaciones se centraban en productos manufacturados como textiles, hierro, acero y maquinaria. Las reexportaciones también jugaron un papel importante. Los principales mercados fueron India, Estados Unidos y Australia.
La balanza comercial británica mostraba un exceso de importaciones, pero este déficit se cubría con ganancias de transporte marítimo, seguros e inversiones exteriores.
El comercio exterior impulsó la industrialización, creando demanda para los productos británicos, proporcionando materias primas y generando un excedente económico que contribuyó al desarrollo urbano e industrial.