La Reforma Protestante fue un movimiento religioso que buscaba protestar en contra de las malas prácticas y los abusos que se venían presentando al interior de las iglesias católicas. Los principales reformadores fueron Martín Lutero y Juan Calvino.
Contrarreforma
La Iglesia Católica respondió con la Contrarreforma, impulsada mediante el Concilio de Trento. Un principio clave de este período fue la territorialización de la religión, donde cada príncipe elegía su religión y la de su pueblo.
Reforma Política Francesa y el Cuerpo Real
Francia estaba marcada por la consagración del rey, la inmortalidad de la dignidad real, el tacto regio y la expansión calvinista. También se destaca el problema de obediencia, poniendo en duda la autoridad del Papa y del cuerpo sagrado.
Este período culmina en la desmitificación del cuerpo real. El rey era considerado un “Ministro de Dios” y se contemplaba el tiranicidio.
La Iglesia Católica recibió el apoyo de la Familia Guisa, mientras que los Hugonotes contaron con el respaldo de la nobleza borbónica. Se pasó de una monarquía muy fuerte a una monarquía más débil. Posteriormente, comenzaron una serie de reinados de reyes jóvenes y también de reyes conflictivos.
El poder de las mujeres era restringido, pero cabe destacar la importancia de Catalina de Médicis, quien se casó con Enrique II y tuvo hijos. Ejerció como reina hasta que sus hijos pudieron asumir el trono, dedicándose a negociar con los príncipes y los estamentos, permaneciendo en el poder durante 30 años. Se preocupó por proteger la corona de las “prácticas mágicas” y por preservar la herencia mediante un juego de alianzas matrimoniales. Durante su tiempo, sucedieron ocho guerras contra los hugonotes, culminando con la Paz de Saint-Germain, que permitía la libertad de culto. Días después, ocurrió la masacre protestante de San Bartolomé, y se la acusó de xenofóbica, genocida y maquiavélica.
Otra figura importante fue María Estuardo, quien impulsó el poder de los Guisa. Tras la muerte de su hermano menor, la línea de sucesión recayó en el hugonote Enrique de Navarra (pareja de la hija de Catalina de Médicis), lo que significaba un rey francés protestante. Esto llevó a la formación de la Liga Católica, que promovía la violencia contra los protestantes como un rito. Se produjo la llamada Guerra de los Tres Enriques, y Enrique de Navarra asumió el trono con la condición de renunciar a su fe protestante y convertirse al catolicismo. Finalmente, promulgó el Edicto de Nantes, que permitía la libertad religiosa.
Reforma Política Inglesa y el Cuerpo Real
Enrique VII instauró el tribunal de la Cámara Estrellada y formó una alianza con el rey de Escocia. Enrique VIII provocó la unión entre Gales e Inglaterra y se proclamó Rey de Irlanda. Surgieron problemas con Roma debido a la sucesión de poder, que resolvió aliándose con los reyes de España y Francia. Estas alianzas llevaron a un problema de sucesión, ya que las mujeres no podían participar en la toma de decisiones. Solicitó el divorcio, lo que generó la oposición del Papa, y finalmente estalló la relación de Inglaterra con El Vaticano. Se proclamó jefe de su iglesia y se casó con Ana Bolena, quien estaba embarazada, pero también de una hija mujer. Se dictó el Acta de Supremacía, donde el parlamento reconoció a la Iglesia Estatal Anglicana, lo que llevó a una subordinación total de la Iglesia ante el Estado. El protestantismo desmintió al cuerpo real, mientras que el catolicismo veía al Rey como un “Ministro de Dios”. Surgió el anticlericalismo, que aceptaba la religión, pero cuestionaba que el clérigo no pudiera participar en la conformación del poder político. Existía la preocupación de que los ingleses respondieran al Papa y no al Rey, lo que llevó al surgimiento de Oliver Cromwell, quien ordenó la abolición de los conventos y el culto a las imágenes, además de cuestionar los bienes de la Iglesia Católica. Posteriormente, asumió Eduardo VI, quien murió joven, pero tensó las relaciones con Escocia. Le sucedió María Tudor, quien era católica y persiguió a los anglicanos, casándose con el Rey de España. Tras su muerte, Isabel I tomó el reino y volvió a firmar el Acta de Supremacía (modificada para que, al ser mujer, no estuviera a la cabeza de la iglesia), y firmó el Acta de Uniformidad, declarando a Inglaterra como un territorio protestante. Más adelante, aparecieron en Escocia los Puritanos, críticos del anglicanismo y asociados a la idea de la libertad y el parlamentarismo. María Estuardo, Reina de Escocia, pretendió el trono inglés y fue apoyada por el catolicismo. Ante esto, Isabel ejecutó públicamente a María Estuardo, dando una especie de muerte al catolicismo inglés.
La Crisis del Siglo XVII
La economía y la sociedad estaban interconectadas, y la crisis económica dominó el siglo XVII. Se vivió una etapa de malas cosechas, hambruna y epidemias, en una Europa con estados enfrentados en la Guerra de los Treinta Años. En el plano social, se produjeron importantes pérdidas de población debido al hambre, las guerras, las epidemias y las enfermedades. Los alimentos y el incremento de impuestos impuestos por los estados en guerra a sus súbditos motivaron numerosos conflictos sociales.