La Guerra de Independencia (1808-1814)
En 1808, España era una monarquía transatlántica con territorios a ambos lados del Atlántico. La época se caracterizó por una crisis social del Antiguo Régimen, marcada por una monarquía absoluta y una sociedad estamental en transición hacia el capitalismo. Los ilustrados y burgueses se oponían a los privilegios. Las reformas se frenaron tras el Motín de Esquilache y el temor a la Revolución Francesa. La hacienda pública enfrentó una crisis fiscal debido a la falta de contribución de los privilegiados y los gastos de las guerras contra Francia e Inglaterra. Políticamente, el rey Carlos IV era débil y la monarquía absoluta estaba en crisis. Manuel Godoy, un ministro acusado de advenedizo, acumuló poder e implementó algunas medidas ilustradas. El príncipe Fernando, heredero al trono, se opuso a Godoy por temor a perder el trono, lo que desembocó en el Motín de Aranjuez, donde se asaltó el palacio y se obligó a Carlos IV a abdicar. Godoy fue destituido y huyó.
El ejército francés entró en España tras la firma del Tratado de Fontainebleau para invadir y repartirse Portugal.
La monarquía española se tambaleó y Napoleón secuestró al rey y a su hijo, obligándolos a abdicar. Se produjo un cambio de dinastía, con Napoleón colocando a su hermano José I en el trono, quien promovió ideas ilustradas y promulgó la Constitución de Bayona, la primera constitución española.
José I fue aceptado por las autoridades, pero rechazado por sectores de la población, lo que desencadenó la Guerra de Independencia. El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se sublevó contra el ejército francés al intentar trasladar a los miembros de la familia real. La revuelta duró todo el día y el 3 de mayo se fusiló a los rebeldes.
Días después, el alcalde de Móstoles declaró la guerra a Francia. Aunque no fue muy relevante, en las semanas siguientes se crearon juntas provinciales que se coordinaron para formar la Junta Central, donde surgieron diferencias entre absolutistas y liberales.
La Guerra de Independencia duró de 1808 a 1814. Fue una guerra internacional, con la participación de Inglaterra, que envió un ejército a España y dirigió las operaciones militares. También fue una guerra civil, con un sector de la población, los afrancesados, apoyando a los franceses. Este grupo, aunque pequeño, era cualitativamente importante porque estaba formado por antiguos ilustrados. Además, fue una guerra popular, con la participación activa de la población civil en guerrillas. Estas guerrillas necesitaban el apoyo del pueblo en comida e información. Ante la dificultad de identificar a los guerrilleros, los franceses comenzaron a reprimir a la población civil, lo que llevó a más personas a unirse a las guerrillas, obligando a los franceses a movilizar más tropas.
La propaganda fue utilizada tanto por franceses como por españoles para reclutar y convencer.
Finalmente, se produjo una revolución política que se reflejó en las Cortes de Cádiz. La Guerra de Independencia tuvo tres fases: la primera, en junio, con la entrada del ejército francés y los levantamientos populares, destacando ciudades como Zaragoza y Bailén, donde se produjo la primera derrota de Napoleón.
La segunda fase fue la respuesta de Napoleón, quien en noviembre de 1808 trajo un ejército mayor que venció a los españoles en la Batalla de Somosierra, obligándolos a retroceder. La guerra fue larga y la lucha continua provocó una alta mortalidad y destrucciones económicas, lo que desembocó en una crisis general, agravada por la guerra en América.
La derrota francesa se produjo a manos de las tropas inglesas, portuguesas y españolas en San Marcial. Fernando VII firmó el Tratado de Valençay, recuperando la corona.
El poder político en España se derrumbó cuando el rey y su hijo fueron obligados a abdicar. José I se convirtió en rey de España, pero no fue aceptado, lo que generó un vacío de poder. Comenzaron a surgir juntas, que se limitaron a Cádiz, ya que la península estaba ocupada por los franceses. Cádiz se mantuvo gracias a la ayuda de Inglaterra y a su carácter liberal, impulsado por la burguesía comercial y la libertad de su puerto. Durante la guerra, y con Cádiz aislada, se produjeron debates políticos entre absolutistas y liberales. Los reformistas planteaban que el rey debía volver, pero con su poder limitado por las Cortes. Los liberales proponían que el pueblo eligiera su futuro convocando a las Cortes, elegidas por los ciudadanos, con representación y autonomía. Como Cádiz era liberal, se celebraron elecciones, aunque fueron irregulares debido a la situación de guerra. Los liberales ganaron y crearon la Constitución de 1812, también llamada «La Pepa», que se caracterizó por:
La soberanía nacional, el pueblo tenía la capacidad de elegir el futuro de su país. La igualdad, los españoles de ambos hemisferios eran iguales, incluyendo a los indios, pero excluyendo a las castas por considerarlas inferiores. La separación de poderes, el judicial para los jueces, el ejecutivo para el rey y el legislativo para las Cortes y el rey, aunque las Cortes eran más fuertes. La religión era únicamente la católica.
Esta constitución fue muy importante en su época, siendo adoptada por países como Portugal, zonas de Italia y América. Fue idealizada por los liberales españoles durante unos 20 años, quienes pensaban que resolvería todos los problemas de España. Sin embargo, generó problemas al dejar al rey en una posición subordinada.
Esto llevó a Fernando VII a eliminar la Constitución de 1812 tras volver al trono. Las Cortes crearon distintas leyes, como el sufragio universal masculino (aunque las mujeres, los menores de 25 años, los criados y las castas no podían votar). También fue un sufragio indirecto, ya que los campesinos no podían desplazarse a las ciudades para votar, por lo que votaban las personas con más riqueza. Se abolió la Inquisición y se crearon leyes económicas para favorecer la libertad económica, permitiendo la libertad de cercar la propiedad, acabando con los gremios y la Mesta. Se aprobó una desamortización que consistió en la expropiación de tierras a los afrancesados, a las órdenes militares y a algunos conventos.
Por último, se abolió el régimen señorial, desapareciendo la justicia del señorío y pasando las personas a ser juzgadas por jueces. Esta situación generó dudas sobre la propiedad de la tierra, por lo que se mostraron escrituras para determinar a quién pertenecían las tierras.
Reinado de Fernando VII (1814-1833)
Fue un reinado inestable debido a la pugna entre liberalismo y absolutismo. Se caracterizó por una crisis en la monarquía, que provenía del reinado de su padre y se agravó con la Guerra de la Independencia y la guerra en América. Esta crisis se plasmó en la marginación internacional de España, que no fue invitada al Congreso de Viena.
Napoleón firmó el Tratado de Valençay y Fernando VII regresó a España, donde fue recibido como un héroe.
En 1814, Fernando VII era un rey deseado, pero no llegó a Madrid porque no quería firmar la Constitución. Un grupo de diputados absolutistas redactó el Manifiesto de los Persas, que planteaba una monarquía absolutista, establecida por los primeros hombres que eligieron a sus reyes, como una ley divina y buena porque es racional. Para llegar a ella, se debían eliminar las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
Los absolutistas estaban apoyados por los sectores privilegiados (nobleza e iglesia), pero también tenían apoyo popular por la influencia de la iglesia. Fernando VII se trasladó a Valencia, donde contaba con apoyos militares, y dio un golpe de Estado, tomando el poder y derogando la Constitución y todas las leyes aprobadas por las Cortes de Cádiz.
Con esto se inició el primer periodo del reinado de Fernando VII (1814-1820), en el que se restauró el absolutismo y las instituciones del absolutismo. El rey gobernaba personalmente, influenciado por camarillas. Se restauró la Inquisición y se persiguió a los afrancesados y a los liberales, quienes se exiliaron. Se produjeron pronunciamientos (golpes de estado militares) que fueron continuos en el siglo XIX y estaban ligados a un grupo político. Estos golpes de Estado fracasaron. Este periodo se caracterizó por una crisis social y económica, con el estado arruinado desde el siglo XVIII y la Guerra de la Independencia agravando la situación. Además, fue una época de crisis internacional, con el Estado aumentando su deuda y América en proceso de independencia, lo que interrumpió el comercio.
En 1820, se produjo un pronunciamiento victorioso por parte de Riego en Cádiz, donde se sublevó un ejército que iba a ir a América. Con este hecho comenzó el segundo periodo del reinado de Fernando VII, llamado Trienio Liberal (1820-1823). El rey aceptó la sublevación y la Constitución. Los liberales restauraron las leyes de Cádiz, pero crearon nuevas leyes como la de desvinculaciones, que suprimía los mayorazgos, y la aprobación del Código Penal en 1822, el primero en España, caracterizado por la igualdad ante la ley, la homogeneidad, el fin de la arbitrariedad y la desproporción de las penas. También se eliminó la tortura, ya que los liberales defendían los derechos de las personas.
Los liberales en el poder tuvieron muchos problemas. Fernando VII estaba en contra de ellos y conspiró pidiendo ayuda a reyes extranjeros. Los absolutistas, especialmente la Iglesia, también se opusieron, creando guerrillas y la Regencia de Urgel en Cataluña.
Además de estos problemas, eran minoritarios. Estaban apoyados por la burguesía, las profesiones liberales, los tenedores de deuda y las clases bajas urbanas, pero comenzaron a dividirse en grupos: los Moderados, que eran los sectores más pudientes y planteaban pactar con el rey reformando la Constitución porque tenían miedo de las clases bajas; y los Exaltados, que planteaban mantener la Constitución de Cádiz y querían aumentar la participación popular. En 1822, la Santa Alianza se reunió en Verona y aprobó la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, quienes conquistaron España rápidamente porque los liberales no eran fuertes y la iglesia apoyó la conquista. Comenzó la tercera etapa, la Década Absolutista (1823-1833), donde volvió el absolutismo, aunque no en su totalidad, por lo que se plantearon cambios presionados por los franceses que estaban en España. El rey sacó de la cárcel a los afrancesados y planteó reformas como la mejora de la administración, la creación de un consejo de ministros y la creación de presupuestos. Estableció reformas para la libertad económica como el Código de Comercio, la creación de la Bolsa y un banco central (San Fernando). Todas estas reformas tuvieron la oposición liberal, cuyos miembros se escaparon al exilio y proclamaban pronunciamientos fallidos. La novedad de la época fue la oposición de los absolutistas, que estaban en contra de la reforma, destacando la revuelta de los Agraviados, que fracasó. Los absolutistas se juntaron con el infante Don Carlos porque Fernando VII no tenía descendencia. Por otro lado, América quería emanciparse de España. El proceso se inició en 1810 y culminó en 1824. Entre las causas de la Independencia se encuentra el malestar de los criollos, que se veían excluidos del gobierno con las reformas borbónicas del siglo XVIII. A esto se le sumó la crisis de la monarquía de 1808 por la invasión francesa, con lo que en América se produjo un fenómeno de juntas como el de España. La guerra de Independencia americana fue más entre americanos que entre España y sus colonias. Los principales conflictos fueron en Venezuela, dirigida por Simón Bolívar, y en el Río de la Plata, dirigido por San Martín. Ambos fueron a Perú, donde España perdió en Ayacucho. Lo único que le quedó a España fue Cuba y Puerto Rico, lo demás se perdió en países con grandes problemas.
El Reinado de Isabel II (1833-1868): Primera Guerra Carlista, Evolución Política y Conflictos
Este tema abarca la minoría de edad de Isabel II, por lo que habrá un periodo de regencias. Tras morir Fernando VII, se produjo una crisis sucesoria debido a la Ley Sálica, que no permitía gobernar a una mujer, lo que generó una guerra por el poder. Don Carlos reclamó su puesto y María Cristina de Borbón luchó para que su hija pudiese reinar. Los absolutistas apoyaron a Carlos y los liberales a María Cristina, produciéndose un conflicto político. En este conflicto, se presionó a las Cortes y al rey para que quitaran la ley y pudieran reinar las mujeres (Pragmática Sanción). Fernando volvió a quitar la Pragmática Sanción debido a la presión religiosa de sus confesores, aunque la volvió a poner y murió. Tras su muerte, su hija subió al trono y dio comienzo a la Guerra Carlista. El carlismo tuvo un apoyo social, siendo un movimiento de masas de larga duración en el que podemos hablar de una cultura antiliberal, siendo protagonista de tres guerras civiles: la primera (1833-1839), la segunda (1872-1876) y la tercera (1936-1939). La ideología carlista es «Dios, Patria, Fueros, Rey», además de ser antiliberal, defendiendo el catolicismo, la tradición unida a los fueros y el rey absoluto. El carlismo estuvo apoyado por la iglesia, donde los fueros estaban defendidos, apoyándose al carlismo en Navarra y País Vasco (zonas forales) y en zonas rurales debido a que los campesinos rechazaban la desamortización. Comenzó la Guerra Carlista, caracterizada por ser violenta e internacional, con potencias apoyando al carlismo como Rusia, Austria y el Papado (los tres absolutistas), y potencias apoyando a Isabel II como Inglaterra, Francia y Portugal, llamadas Cuádruple Alianza. La guerra se desarrolló sobre todo en el País Vasco y Cataluña. Los carlistas fracasaron en intentar conquistar ciudades como Bilbao y en intentar extender la guerra a todo el país, como la Expedición Real, que fracasó. Esta guerra finalizó con una paz firmada en el Convenio de Vergara.
En este convenio, se dio a Isabel II como ganadora, pero fue una victoria parcial. Isabel II reconocería al ejército carlista como propio y modificaría los fueros. Los carlistas reconocerían a Isabel II y la Constitución de 1837. El Convenio de Vergara tuvo una impactante consecuencia en el ejército, ya que había muchos oficiales y se creó un malestar que acabaría en golpe de estado. Paralelamente, en 1832, durante la Guerra Carlista, se inició la regencia de María Cristina. La regente necesitaba apoyos y trajo a los liberales exiliados, aunque para ello tuvo que hacer algunas reformas económicas y aprobar una especie de constitución que fue el Estatuto Real, en realidad una carta otorgada. En este estatuto se establecían unas Cortes con dos cámaras, una cámara alta formada por los nobles y una cámara baja elegida por personas con una renta muy alta o sufragio censitario. Estas cámaras no hacían leyes, solo asesoraban al rey. Otra reforma fue la división provincial.
Estas reformas no gustaron a los liberales, quienes hicieron una revolución en 1835, formando y juntando juntas en las localidades. Hubo una matanza de frailes por su reconocimiento hacia el carlismo. Esta conducta triunfó y llegaron al poder los liberales progresistas dirigidos por Mendizábal, quien destacó por realizar unas desamortizaciones y reducir el clero. La regente consiguió quitar a los liberales progresistas y poco después surgió el Motín de la Granja, de carácter progresista. Al subir victoriosos, volvieron a poner la Constitución de Cádiz, volvieron al poder y la regente lo aceptó. En esta época se formaron dos grupos dentro de los liberales: los progresistas y los moderados. Tenían el mismo pensamiento de libertad económica, pero tenían diferencias: los moderados eran más autoritarios, dando más poder al rey que a las Cortes, frente a los progresistas, que daban el poder a las Cortes. Ambos defendían el sufragio censitario, pero el moderado era más restringido y el progresista más amplio. En cuanto a los derechos, los progresistas pedían más que los moderados. Además, los moderados eran centralistas, ya que todas las autoridades eran nombradas por el gobierno, y los progresistas eran descentralizados.
Por último, la milicia nacional. Los moderados la rechazaban por miedo a que se impusieran los progresistas por las armas, mientras que los progresistas sí aceptaban la milicia nacional. Los moderados fueron apoyados por las clases altas y los progresistas por las clases medias. Este conflicto culminó con la revolución de 1840, en la que los moderados fueron expulsados y volvieron los progresistas, pero hubo un cambio: se expulsó a la regente y Espartero fue el nuevo regente progresista. Espartero tuvo problemas porque defendió posiciones librecambistas, que permitían la entrada de productos extranjeros que perjudicarían la industria catalana. Esto desembocó en un conflicto en Barcelona, Espartero la bombardeó y esto hizo que perdiera apoyos, acelerándose su caída y volviendo los moderados a partir de un golpe militar. Estuvieron 10 años, crearon la Constitución de 1845 y construyeron el estado liberal. Se inició el reinado de Isabel II con un régimen liberal y parlamentario, que se manifestaba con una constitución, un parlamento y elecciones. Sin embargo, este sistema liberal tenía mucha fachada, ya que quien tenía el poder era la reina, que elegía el gobierno, y este hacía elecciones que ganaban siempre por haber mucho fraude en el voto. Tras este problema, la oposición para llegar al poder tenía dos alternativas: dar un pronunciamiento militar, dando una gran importancia en la política al ejército, siendo generales militares los que tenían el poder como Narváez, Espartero u O’Donell; o la revolución y una conspiración cortesana.
El Reinado de Isabel II (1833-1868): Las Desamortizaciones de Mendizábal y de Madoz. De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases
El liberalismo durante el reinado de Isabel II triunfó y cambió la sociedad española. Uno de los elementos clave en ese cambio fueron las desamortizaciones. Hubo dos y fueron protagonizadas por los progresistas. Una desamortización fue una expropiación de tierras de un propietario colectivo. La primera desamortización fue la de Mendizábal, que fue eclesiástica y se aprobó en 1837. Esta desamortización expropió las tierras de la Iglesia, que se vendieron a particulares con distintos motivos: el primer motivo fue económico, que consistió en ganar recursos para pagar las deudas; el segundo motivo fue político, ya que buscaban apoyos a la revolución liberal, y se crearon intereses creados para que sus propiedades se mantengan; el tercer motivo: la causa de la desamortización fue ideológica, los liberales defendían la propiedad privada, por lo contrario rechazaban la propiedad colectiva.
De estos tres objetivos solo se cumplió el político y el económico a medias, por las formas en que se vendió la venta, ya que fue subastada. El pago se hacía en metálico o con títulos de deuda, estos eran un papel con una cantidad de dinero para ayudar al estado a cambio de intereses al año, por lo tanto, vendían títulos. La deuda más barata al precio de salida, estaban devaluados. El estado eliminó las deudas, pero si hubiera exigido dinero, lo hubiera eliminado antes. Más consecuencias de las desamortizaciones fueron la mejora de la agricultura, y en la sociedad, solo se pudieron permitir comprar tierras los nobles, y los burgueses. Los campesinos se quedaron sin tierras, y quedaron como arrendatarios (trabajaban las tierras de otro por una renta) o como jornaleros. Esta situación desembocó en los fenómenos de “el hambre de tierras”. La otra desamortización fue la de Madoz, que se dio durante el bienio progresista. Se expropiaron dos tipos de tierras: las que se daban a los ayuntamientos (bienes propios), que eran las que alquilaban a los campesinos de las zonas, y las otras tierras eran tierras comunales,
eran tierras de la comunidad. Esta desamortización tuvo consecuencias: el estado recibió ingresos en metálico y esto tuvo consecuencias sociales; los ayuntamientos entraron en bancarrota, perdieron la fuente de ingresos; y para los campesinos menos ricos, no podían usar las tierras comunales y menos comprarlas. La sociedad liberal fue una sociedad de clases, aquella en la cual existe igualdad ante la ley pero desigualdad económica frente a la estamental, en la que había desigualdad jurídica, había privilegiados y no privilegiados con distintas leyes que se basaban en el nacimiento. La sociedad liberal española del siglo XIX fue oligárquica, el poder y la riqueza estaba concentrada en pocas manos, que son de una clase dominante formada por la nobleza, que se adaptó bien al liberalismo ya que sus propiedades fueron respetadas y con el fin del mayorazgo pudieron repartir sus tierras.
La nobleza fue el ideal social, todas las personas intentaban hacerse nobles. Junto a ellos había una gran burguesía, también propietaria de tierras, industrias, finanzas… que además controla la política, ocupando grandes cargos del estado. Además, esta clase alta se vio beneficiada por el sistema fiscal (hacienda). Los impuestos que imponen los liberales son directos e indirectos. En los impuestos directos había mucho fraude y en los indirectos se dieron en productos de consumo para comer, beber y arder, esto castigaba más a las clases bajas ya que son productos del consumo diario, y el otro era el impuesto de Aranceles, es el impuesto que se paga en las aduanas, esto afectaba a los productos del consumo del exterior. Por lo tanto, era un impuesto fiscal regresivo; esto se produce cuando pagan más los que menos tienen y menos los que más tienen. Junto a la clase alta, tenemos una clase media, que era urbana, pequeños propietarios, empleados, pequeños comerciantes… Las clases bajas y populares eran los minoritarios que estaban formados por el campesinado arrendatario y jornaleros, en la ciudad estaban los trabajadores de talleres y fábricas. La idea principal de esta clase baja es la frontera entre el trabajador y la pobreza, que era muy difusa. El papel de la mujer en la sociedad liberal era secundario, venían al mundo solo para tener hijos y su lugar era la casa. Había diferencias según la clase; en clase baja las mujeres SÍ trabajaban en el campo para ayudar a sus maridos y las de clase media-alta su labor era estar en la casa. Solo socializaban los domingos que era cuando había misa, estas no eran analfabetas, sino educadas, ya que les tenían que enseñar unos principios y unos valores a sus hijos.
El Sexenio Democrático (1868-1874): La Constitución de 1869. Evolución Política: Gobierno Provisional, Reinado de Amadeo de Saboya y Primera República
El periodo de Isabel II fue un periodo de crisis, una crisis total. En primer lugar, es una crisis económica, fue internacional pero afectó a toda España ya que bajaron las exportaciones y las inversiones extranjeras en España. A esto se le suman problemas internos como malas cosechas, hubo subida de precios de alimentos y esto hizo que bajara la demanda de productos textiles, cerraron empresas y la gente se quedó en el paro. Cada vez iba peor. A esta crisis económica se le añade una epidemia de cólera en el Mediterráneo mayoritariamente. El último elemento de crisis económica fue la ruina de las inversiones de empresas del ferrocarril. Esto desembocó en un malestar general de toda la población. Hubo una crisis política. En esta época mandan los moderados, que cada vez son más reaccionarios, están muy influidos por las ideas neocatólicas contrarias a la libertad de pensamiento y en muchos casos próximas al carlismo. Hay un exclusivismo de los moderados y amañan las elecciones, con lo cual aumentan los pronunciamientos militares de los progresistas y los demócratas. Estos últimos defendían la democracia, el sufragio universal, derechos políticos muy amplios. Los demócratas en general eran republicanos. A esto se le añade que pidan la abolición de los consumos y la abolición de las quintas, que no te pueden liberar del ejército por dinero. Las ideas democráticas crecen, van ganando fuerzas y suceden muchos conflictos estudiantiles.
En 1868 se da una sublevación en Cádiz, es un pronunciamiento militar pero también va enlazado con una revolución popular, se forman juntas cuya finalidad es llegar a Madrid y derrotan con facilidad y rapidez las tropas de Isabel II, quien se va al exilio tras triunfar la revolución, fue el fin de los borbones.
Se inicia el sexenio, que se caracterizó por ser un régimen democrático y dirigido por una coalición revolucionaria, eran tres partidos políticos: la unión liberal entre moderados y progresistas que habían gobernado con Isabel II
pero se alejaron de ella por el predominio absolutista, además de tener apoyos en el ejército, los progresistas y los moderados. Se crearon unas cortes y estas aprueban la Constitución de 1869, fue la más democrática con una soberanía nacional, con muchos derechos políticos de asociación, el sufragio universal, la libertad de religión. La forma del estado de España era una monarquía, esto hizo que se crearan divisiones entre los revolucionarios.
El sexenio tuvo problemas heredados y nuevos, tuvo una crisis económica y fiscal que proviene de antes. Además de deber muchos intereses, un segundo problema fue la rebelión de Cuba, que aumentó los gastos y creó un malestar. Otro problema fueron las divisiones de los revolucionarios por la monarquía y se dieron insurrecciones republicanas que crean más malestar.
España se encuentra en una regencia dirigida por Serrano, lo que hacen es adoptar una política con muchas libertades, librecambista, se aprobó la peseta y buscarán un rey para equilibrar la situación. Tardó tres años en encontrar un rey, esto se debe a que tenían que buscar un rey con dos requisitos: el primero es que fuera un rey liberal y el segundo era que quisiera, ya que en este momento ser rey de España no era muy atractivo. En tercer lugar, había que encontrar a alguien que fuese aceptado en Europa, fue tan complicado que creó una guerra entre Francia y Alemania. Al final el rey fue Amadeo de Saboya, que cumplió los requisitos ya que era liberal, quería ser rey e Italia no era una gran potencia. Su reinado duró dos años, fue inestable, a los problemas ya vivos en el país se le suma una nueva guerra con los carlistas concentrado en Navarra y País Vasco, pero además de la guerra carlista aumentan los conflictos sociales en parte por la llegada a España de ideologías como el anarquismo. Hay otro problema más grave que fue la total división de los revolucionarios y el asesinato de Prim, que era el jefe de gobierno. Había una inestabilidad de gobierno y Amadeo abdica, con esto comenzaría la Primera República.
La república se establece por un vacío de poder, esta duró un año y en ella hubo cuatro presidentes distintos, esto fue porque tuvieron ciertos problemas que fueron
que los republicanos en España no eran mayoritarios y estaban divididos en unitarios, que defendían una república centralizada, y los federales, que defendían una confederación de estados, querían convertir España en una federación como es EEUU o Suiza. Dentro de los federales a su vez había divisiones entre benévolos e intransigentes.
La diferencia entre los grupos era la forma de hacerlo, los benévolos querían que fuese despacio de arriba-abajo, que las cortes formaran la federación, y los intransigentes querían que fuera rápido de abajo-arriba, que las poblaciones formaran estados y se fueran juntando hasta hacer una confederación. Los federales que llegan al poder redactan estados y una constitución federal e hizo 17 estados y 3 son las colonias.
Además, se estableció alguna medida social como la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y se aprobó la ley de trabajo infantil, es decir, que los niños solo podían trabajar 9 horas siendo mayores de 12 años. Los problemas de la república fueron la inestabilidad y el cantonalismo, que fue que los federales intransigentes toman poblaciones y crean estados independientes, crearon hasta su propia moneda.
Los cantones fueron derrotados por el ejército, menos algún caso como Cartagena, que aguanta un año. Esta situación da mucho protagonismo al ejército, que acaba dando un golpe militar, el de Pavía, entran en el congreso y echan a los diputados, se establece en dictadura militar dirigidas por el militar Serrano. Pocos menos después se da otro golpe militar, el de Martínez Campos, y se restauran los borbones donde vuelve Alfonso XII, hijo de Isabel II.