El Keynesianismo y la Intervención Estatal
El Keynesianismo surgió como respuesta a los supuestos erróneos de que los individuos poseen una libertad natural en sus actividades económicas y que el mercado se autorregula para alinear el interés particular con el general. Keynes destacó la importancia del Estado en la implementación de políticas activas para estimular la demanda, restablecer equilibrios en tiempos de crisis, promover el pleno empleo y fomentar el crecimiento económico.
En su Teoría General, Keynes argumentó que el empleo no está garantizado por las fuerzas del mercado, lo que puede resultar en un desempleo persistente. Identificó la insuficiencia de la demanda, la disminución de la propensión al consumo y el aumento de la preferencia por la liquidez como causas principales. Para lograr el pleno empleo, propuso la intervención en los mecanismos económicos, ya que la autorregulación del mercado podría establecer un equilibrio por debajo del nivel necesario. La política estatal debía corregir estas deficiencias y ajustar las «propensiones» de productores y consumidores.
Keynes rechazó los principios de la economía clásica sobre el equilibrio económico natural y los mecanismos autorreguladores. Argumentó que estos dependían de costumbres, hábitos y reacciones sociales y psicológicas, a las que denominó «propensiones»: la propensión a consumir y ahorrar (que influyen en la demanda) y la propensión a invertir (que influye en la oferta). Según esta perspectiva, la prosperidad se basa en la inversión más que en el ahorro, y la inversión depende de la demanda efectiva, así como de las tasas de interés y los salarios.
Las ideas keynesianas influyeron fuertemente en la política económica de muchos países y sirvieron de base para el «Estado de Bienestar» que predominó en las naciones industrializadas durante las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
La Crisis de 1929 en Estados Unidos: Salarios y Desempleo
En Estados Unidos, la crisis de 1929 afectó a todas las clases sociales, especialmente a los trabajadores. Los salarios y las horas de trabajo disminuyeron drásticamente, mientras que el desempleo aumentó de manera alarmante. El Producto Interno Bruto (PIB) cayó a una tercera parte de su valor en 1932 en comparación con 1929. En 1933, la tasa de desempleo alcanzó el 25%, sin que existiera un sistema de amparo estatal o protección social.
El New Deal: Respuesta a la Crisis y sus Consecuencias
El New Deal fue un programa económico basado en el respaldo a la inversión a través de la intervención estatal, facilitando el crédito y realizando obras públicas para estimular la demanda. También se buscó colaborar con empresas privadas para generar nuevos empleos.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, seis años después de su implementación en 1933, el impacto del New Deal parecía moderado. Aunque entre 1933 y 1939 se produjo una reactivación económica, con la duplicación del ingreso nacional y la mejora de la infraestructura productiva, la economía estadounidense no logró recuperar los niveles previos a 1929. Sin embargo, el New Deal sentó las bases para una nueva organización económica con un papel crucial del Estado y la aplicación sistemática de políticas keynesianas.
Impacto en Europa
En Europa, los países más afectados por la crisis fueron Alemania, Austria, Reino Unido y Francia. La repatriación de capitales por parte de los bancos estadounidenses para hacer frente a la crisis de liquidez agravó la situación del sector industrial y del comercio europeo. Los países proveedores de productos agrícolas, como Argentina, también se vieron afectados por la disminución de la demanda, ya que la mayoría de las economías nacionales elevaron sus barreras arancelarias para proteger sus mercados de la competencia extranjera. La caída en el valor de la producción agraria impactó negativamente en países especializados en la exportación de estos productos.