Definición y Contexto del Terrorismo
El término «terrorismo» está cargado de connotaciones de odio, violencia y extremismos ideológicos que han marcado la historia contemporánea. Su aplicación ha sido objeto de debate debido a su uso en contextos políticos y sociales. La noción de «absolutos», palabras que comienzan con mayúscula y se utilizan para representar conceptos universales como la Justicia y los Derechos Humanos, también se ha aplicado al «terrorismo». Esta categorización plantea desafíos, ya que la percepción del terrorismo puede variar según factores culturales, políticos e históricos.
El uso indiscriminado de «terrorismo» puede llevar a una simplificación de realidades complejas. Esto puede oscurecer la comprensión de los matices y las causas de los actos violentos, conduciendo a respuestas injustas. Si bien el terrorismo plantea una amenaza real, existen crisis como el cambio climático o la violencia de género que también requieren atención prioritaria.
El terrorismo no es exclusivo de una religión o grupo étnico en particular. Aunque ciertos grupos extremistas pueden utilizar la religión como justificación, el terrorismo se manifiesta en diversas formas. La relación entre religión y violencia es compleja. Si bien los extremistas religiosos pueden motivar actos de terrorismo, no es válido generalizar y culpar a la religión en su conjunto. Las creencias religiosas también pueden inspirar actos de paz.
La percepción pública de los terroristas islamistas y no islamistas puede verse afectada por prejuicios. Es importante cuestionar por qué algunos actos de violencia se etiquetan como «terrorismo» mientras que otros no; los medios de comunicación y la política influyen en esta narrativa. Algunos grupos fracasan, otros tienen éxito en sus objetivos, ya sea desestabilizando gobiernos o impulsando cambios en la política.
Evolución Histórica y Estructural del Terrorismo
Raíces en la Revolución Francesa
La violencia con finalidad política tiene sus raíces en la Revolución Francesa. Durante el Terror (1793-1794), el gobierno revolucionario empleó el terror como herramienta para reprimir a sus oponentes, con ejecuciones masivas. Inicialmente, se refería al ejercicio del poder público a través del terror. En el último tercio del siglo XIX, el término pasó a referirse a la violencia política ejercida por grupos terroristas contra el Estado, principalmente grupos anarquistas que buscaban desafiar al gobierno y promover sus ideales. En Rusia y España, estos grupos fueron especialmente prominentes.
Antes de la Segunda Guerra Mundial (WWII), tanto Estados como ciudadanos utilizaban el terrorismo como medio de expresión política y control. Después de la WWII, la violencia perpetrada por ciudadanos contra el Estado se convirtió en la norma, aunque en algunos lugares, como América Latina, persistió el uso inicial. Esto ilustra cómo el significado de una palabra puede evolucionar con el tiempo y reflejar cambios en la política, la sociedad y la percepción pública.
Evolución de la Estructura de los Grupos Terroristas
Inicialmente, los grupos terroristas tenían una estructura jerárquica, con una cabeza central de la que derivaban líderes que supervisaban comandos, quienes a su vez dirigían a los terroristas operarios. Aunque eficiente en comando y control, esta estructura presentaba vulnerabilidades: la captura o eliminación de los líderes podía debilitar gravemente al grupo. Por ejemplo, en 1992, la captura de líderes de ETA por las autoridades francesas fue un golpe significativo, aunque tomó más de tres décadas identificar a todos los líderes.
Grupos como Al Qaeda adoptaron una estructura en red, no jerárquica, más resistente a los ataques a líderes. La información circula entre todos los miembros, lo que dificulta la desarticulación. A pesar de la muerte de Osama bin Laden, Al Qaeda continuó operando durante años.
Aún más desafiante es la estructura líquida, descrita por Bauman. No hay una organización formal ni liderazgo definido. Los individuos actúan de manera autónoma siguiendo órdenes generales. Son extremadamente difíciles de detectar, ya que no dejan rastro de comunicaciones.
Prevenir las acciones de estructuras líquidas o en red plantea desafíos significativos. La ausencia de jerarquía dificulta la prevención de ataques. Esto ha llevado a un aumento en la vigilancia y la recopilación de inteligencia, lo que plantea dilemas éticos en cuanto al derecho a la intimidad y la privacidad de los ciudadanos. La tecnología facilita la vigilancia masiva, pero surge la preocupación de comprometer la privacidad en aras de la seguridad nacional.
Evolución de las Ideas Políticas
El terrorismo en el último tercio del siglo XIX se manifestó en contextos como los «Azahares» en Rusia o la Restauración en España. Durante el periodo de entreguerras, el auge de los fascismos trajo consigo actos de violencia motivados políticamente en Italia (los Camisas Negras), Francia (la Noche de los Cristales Rotos) y Alemania (los nazis y Hitler).
Tras la WWII y la derrota del fascismo, surgieron en Europa grupos terroristas de izquierda radical, como los anarquistas. Con el fin de Franco en España y la transición, se manifestó la violencia por parte de ciudadanos. El nacionalismo irredento motivó la aparición de grupos radicalizados y extremistas, que emplearon la violencia contra aquellos que no se identificaban con la nación a la que pertenecían, como ETA.
Se pueden identificar dos líneas principales en la evolución del terrorismo: la ideológica y la nacionalista. El fin de la Guerra Fría trajo reflexiones. Francis Fukuyama, en «El fin de la historia», argumentó que el liberalismo había triunfado sobre las ideologías enfrentadas. Sin embargo, no tuvo en cuenta los conflictos en otras partes del mundo.
Después de este análisis, surgieron nuevas ideologías que desafiaron al liberalismo, como la legitimidad a través de la eficacia, especialmente evidente en China. Simultáneamente, los partidos de extrema derecha ganaron fuerza. Con la globalización, surgió un movimiento hacia la identidad de grupos pequeños. Manuel Castells, en «La revolución informacional», anticipó una respuesta a la uniformización mediante identidades más pequeñas.
Dos motivos principales impulsan esta tendencia: el religioso y el étnico-nacionalista. El religioso se manifiesta cuando grupos minoritarios radicalizan su religión y atacan a aquellos que no comparten sus creencias, incluso dentro de la misma religión, considerándolos «infieles». El étnico-nacionalista se da cuando grupos identitarios emplean la violencia contra quienes no pertenecen a su grupo étnico o no comparten su identidad nacional.
Extremismo Religioso y Étnico-Nacionalista
Además de los grupos extremistas más conocidos, como Al-Qaeda o ISIS, han aparecido movimientos radicales en diversas religiones, como el hinduismo, el budismo y el cristianismo. A menudo son pequeños pero extremadamente violentos, utilizando interpretaciones radicales de sus religiones para justificar la violencia, como ataques contra minorías religiosas o étnicas, o la promoción de leyes discriminatorias.
Ejemplos incluyen iglesias evangélicas en Latinoamérica que defienden la pena de muerte para la homosexualidad, grupos judíos ortodoxos radicales en Israel, y movimientos extremistas del Islam, como el wahabismo. Estos grupos justifican sus acciones deshumanizando a sus víctimas, presentándolas como subhumanos o enemigos de la religión o la nación («Otrosing»).
Causas del Terrorismo y sus Respuestas
Es crucial no justificar las acciones terroristas, sino comprender los factores causantes. El concepto de «Mens rea» engloba tanto los motivos inmediatos (crear terror) como los motivos políticos más amplios. Se aprecia la distinción entre la intencionalidad (dolo) y la finalidad política para que un acto sea considerado terrorismo.
Casos recientes incluyen la alienación social, la radicalización ideológica, la falta de oportunidades económicas y educativas, y los conflictos políticos y religiosos. Las respuestas gubernamentales al terrorismo incluyen medidas de seguridad, estrategias de prevención del extremismo y cooperación internacional. Sin embargo, surgen desafíos éticos en la protección de los derechos humanos y las libertades civiles.
Conflicto Palestino-Israelí: Raíces
La Mezquita de la Roca, en la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, es un lugar de suma importancia para musulmanes y judíos. Según el Islam, es el lugar donde el Profeta Mahoma ascendió a los cielos durante el Isra y Mi’raj. Fue construida sobre la piedra que se cree es el punto de partida del viaje celestial de Mahoma.
La cercanía de la Mezquita de la Roca al Muro de las Lamentaciones, el sitio más sagrado del judaísmo, ha generado tensiones. El Muro de las Lamentaciones es el último vestigio del Templo de Jerusalén. Tanto la Mezquita de la Roca como el Muro de las Lamentaciones se encuentran en las laderas del monte de los Olivos, cerca de la antigua ciudad de Jerusalén, un área de gran importancia histórica y espiritual para varias religiones, incluido el cristianismo.
Jerusalén, dividida en cuatro partes que representan diferentes religiones, ha sido escenario de conflictos. El sionismo, un movimiento político nacionalista judío que surgió a fines del siglo XIX y buscaba el establecimiento de un Estado judío en Palestina, añadió complejidad al conflicto. Las promesas contradictorias británicas, que controlaban Palestina tras la Primera Guerra Mundial (WWI), de un «hogar único» en Palestina para ambos pueblos, sembraron las semillas de la discordia que persiste hasta hoy.
Evolución del Conflicto Palestino-Israelí
La Primera Guerra Árabe-Israelí (1948) inició una serie de conflictos armados entre Israel y los países árabes. Resultó en la creación del Estado de Israel y la expulsión de miles de palestinos, que se convirtieron en refugiados. Esto dejó un profundo resentimiento y desconfianza entre ambos pueblos.
La Segunda Guerra Árabe-Israelí (1956), conocida como la Crisis del Canal de Suez, se desencadenó cuando Egipto nacionalizó el Canal de Suez, que estaba controlado por empresas occidentales. Esto amenazó los intereses de Israel y Occidente, aumentando las tensiones regionales.
La Guerra de los Seis Días (1967) fue un punto de inflexión. Israel lanzó un ataque sorpresa contra Egipto, Siria y Jordania, ocupando territorios clave, incluida Jerusalén Oriental, Cisjordania y la Franja de Gaza. Esto redefinió el mapa de la región y llevó a un aumento en la resistencia palestina y la creación de movimientos de liberación nacional.
La Guerra del Yom Kipur (1973), también conocida como la Guerra del Día de la Expiación, fue un ataque sorpresa de Egipto y Siria durante el día más sagrado del calendario judío. Demostró la capacidad de los países árabes para desafiar a Israel.
Estas guerras también fueron una lucha por el reconocimiento nacional y los derechos humanos. La ocupación israelí de los territorios palestinos, los asentamientos y el bloqueo de Gaza han exacerbado las tensiones.
El Papel de las Naciones Unidas
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), fundada en 1945 en respuesta a la WWII, ha jugado un papel crucial en la lucha contra el terrorismo. Ha adoptado resoluciones y tratados internacionales para prevenir y combatir este fenómeno.
Uno de los primeros hitos fue la adopción de la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad en septiembre de 2001, tras los atentados del 11 de septiembre. Esta resolución establece la necesidad de cooperación internacional, medidas para prevenir la financiación del terrorismo, reforzar la seguridad fronteriza y mejorar la cooperación en la aplicación de la ley.
La ONU ha desarrollado organismos especializados. En 2006, se estableció la Oficina de las Naciones Unidas contra el Terrorismo (UNOCT) para coordinar y proporcionar asistencia a los Estados miembros en la implementación de las resoluciones del Consejo de Seguridad.
La ONU también ha intentado abordar las causas subyacentes del terrorismo, como la exclusión socioeconómica y la injusticia política. En 2006, se lanzó la Estrategia Global contra el Terrorismo de las Naciones Unidas, que busca promover la resiliencia comunitaria.
En la actualidad, la ONU sigue desempeñando un papel central en la lucha contra el terrorismo, buscando fortalecer estrategias efectivas de prevención. El desafío sigue siendo formidable y requiere un enfoque coordinado y multidimensional para abordar las complejas raíces del extremismo violento y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales en todo el mundo.