Recaredo: Conversión al Catolicismo y Unificación del Reino Visigodo

Recaredo y su Reinado en la España Visigoda

Recaredo, rey de la España visigoda e hijo de Leovigildo, inicialmente compartió el poder con su padre desde el año 572. Su primera esposa fue Teodosia, y posteriormente se casó con la reina Badgo. Sucedió en el trono por consentimiento unánime, destacándose por su sabiduría y por liderar a los godos en una victoria contra los francos.

La Conversión de Recaredo al Catolicismo

Tras la muerte del duque arriano Sigeberto, Recaredo evaluó las ventajas políticas de adoptar el catolicismo. Para legitimar su decisión, convocó a obispos católicos y arrianos para debatir sus credos. Finalmente, Recaredo proclamó su convicción en el catolicismo, basándose en argumentos de las Escrituras.

El 13 de enero de 587, Recaredo declaró públicamente su adhesión y la de su familia a la Iglesia Católica en Toledo. Esta profesión de fe marcó el inicio de una política institucional destinada a fusionar las comunidades hispanorromana católica y goda arriana.

Reacciones a la Conversión y Consolidación del Catolicismo

La mayoría de los visigodos arrianos, incluyendo obispos, mostraron tolerancia religiosa, facilitando conversiones casi unánimes, excepto en la Galia. En las Galias, hubo una rebelión liderada por el obispo Athaloc y dos nobles godos, pero fueron rápidamente derrotados. Gosvintha, viuda de Atanagildo y madrastra de Recaredo, también conspiró, pero su complot fue descubierto.

Recaredo buscaba reforzar el poder real y evitar ataques del reino franco. Convocó un sínodo donde los obispos visigodos abjuraron del arrianismo, seguido por la conversión del resto de los arrianos. Hubo tensiones, como la revuelta de los obispos Sunna, Athaloco y Uldila, junto con Goswintha, pero fue sofocada.

El III Concilio de Toledo y la Religión Oficial

La conversión de Recaredo llevó a la adopción del catolicismo como religión oficial en el III Concilio de Toledo en 589, patrocinado por San Leandro. El 8 de mayo de 589, Recaredo inauguró el concilio, testimoniando la conversión visigoda. Se estableció un plan de restauración eclesiástica y se normó la celebración de concilios con relevancia política y religiosa, marcando el acta fundacional del Reino visigodo católico de Toledo.

Conflictos y Alianzas Posteriores

Poco después del concilio, el rey franco Juntan invadió los territorios visigodos, pero fue derrotado por el general Claudio. La alianza con el bizantino Mauricio Tiberio aseguró un periodo de paz en los últimos años de Recaredo, quien murió en Toledo entre el 1 y el 26 de diciembre de 601. Su hijo, Liuva II, fue elegido sucesor.

Problemas de Sucesión y Cohabitación

Los problemas de sucesión persistieron a pesar de los esfuerzos en los concilios de Toledo. La cohabitación entre visigodos e hispano-romanos mejoró gracias a reformas legales, como la autorización de matrimonios mixtos, que contribuyeron a la cohesión nacional. La cuestión religiosa se resolvió por decreto.

El camino hacia la unificación estuvo lleno de conflictos políticos, sociales, económicos, religiosos y familiares, incluyendo una «guerra más que civil» (en palabras de San Isidoro) dentro de la familia real.

El Legado de Leovigildo y la Estrategia de Recaredo

Recaredo sucedió a su padre, Leovigildo, quien había consolidado su poder mediante campañas militares y asociando al gobierno a sus hijos, Hermenegildo y Recaredo. Leovigildo intentó unificar el reino superando la división religiosa entre católicos y arrianos, además de la presencia de judíos y paganos.

Leovigildo convocó un concilio de obispos arrianos en Toledo en 580, buscando una convergencia religiosa, pero no tuvo éxito debido a la superioridad teológica y la ortodoxia católica. Intentó implementar su plan por diversos medios, pero no desencadenó una persecución formal contra los católicos, quienes controlaban áreas de poder económico y cultural.

Conflictos Internos y la Guerra Civil

A las dificultades externas se sumó el conflicto entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo, a quien se le había encomendado el gobierno de la Bética. Recaredo apoyó a Leovigildo, buscando el favor de la nobleza para la sucesión. Las fuentes difieren sobre los motivos de esta guerra civil, atribuyéndola a factores religiosos o políticos.

Leovigildo murió sin lograr sus objetivos, y Recaredo adoptó una estrategia diferente: convertirse él mismo al catolicismo. Esta decisión, aunque arriesgada, resultó más efectiva.

La Jerarquía Eclesiástica y la Unidad Religiosa

El arrianismo había creado una jerarquía paralela a la católica, pero esta última estaba mejor organizada. Los obispos católicos tenían funciones pastorales, administrativas y judiciales. Recaredo reconoció la inutilidad de luchar contra estas instituciones.

Tras sofocar rebeliones en Mérida, Toledo y la zona narbonense, Recaredo sancionó la unidad religiosa del reino visigodo bajo la ortodoxia católica en el III Concilio de Toledo.

Impacto de la Conversión de Recaredo

Recaredo eliminó los vestigios de la fe arriana, ordenando quemar libros arrianos y desmantelando su organización eclesiástica. Excluyó a los arrianos de cargos públicos y forzó conversiones. Se decretó que los clérigos arrianos convertidos y casados debían abandonar a sus esposas.

Según el historiador Raúl González Salinero, la conversión generó una *societas fidelium Christi*, una unidad de súbditos vinculados por una fe común. La Iglesia católica se convirtió en la fuente de legitimación de la monarquía visigoda.

E.A. Thompson señala que la victoria del catolicismo fue una derrota para el elemento visigodo. La arqueología muestra el abandono de costumbres godas y la adopción de influencias bizantinas.

Mª Isabel Loring, Dionisio Pérez y Pablo Fuentes subrayan que la conversión de Recaredo inició una nueva etapa caracterizada por la interpenetración de lo espiritual y lo temporal. Los monarcas visigodos se volvieron responsables ante Dios de la salud espiritual de su pueblo, y los obispos asumieron funciones rectoras superiores.

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