Segunda Revolución Industrial: Transformación Económica y Tecnológica

Definición y Características Principales

La Segunda Revolución Industrial fue el resultado de la aplicación de una serie de avances científicos al ámbito tecnológico y a la organización de la producción en el último tercio del siglo XIX. El liderazgo tecnológico estuvo a cargo de Estados Unidos y Alemania.

Las características principales de la Segunda Revolución Industrial son:

  1. El cambio tecnológico se basó en la investigación científica.
  2. El capital humano –tanto de ingenieros/directivos como de trabajadores cualificados— cobró una gran importancia.
  3. Los transportes y comunicaciones experimentan una revolución que permite ganar velocidad y volumen y abaratar el tráfico de información, bienes, capitales y personas.
  4. La industria pesada ocupa un papel esencial, con la renovación de la siderurgia, el desarrollo de la industria química, la electricidad y el automóvil.
  5. Predominio del carbón, pero con creciente importancia de nuevas fuentes de energía: petróleo y electricidad.
  6. Cambios en la organización empresarial: aparición de la gran empresa moderna y de la concentración vertical y horizontal (con creciente papel de la banca).

Cambios en la Empresa Durante la Segunda Revolución Industrial

El aumento del tamaño y la complejidad de las empresas llevaron a la aparición y consolidación de la empresa moderna, en la que fueron pioneras las compañías del sector ferroviario. Estas empresas tuvieron que hacer frente a retos organizativos completamente nuevos. Su gestión requirió, en primer lugar, establecer una clara separación entre propiedad y administración. Surgieron administradores profesionales que se encargaron de dirigir las empresas. El staff era el encargado de fijar las normas y definir las políticas de la empresa; mientras que los ejecutivos de línea eran los encargados de ejecutarlas. Asimismo, desarrollaron nuevos métodos contables (contabilidad de costes, contabilidad financiera, contabilidad de capital). Sólo con estas técnicas contables era posible fijar tarifas y mejorar la eficiencia de la explotación. Por último, las crecientes exigencias de capital llevaron a muchas empresas a iniciar procesos de concentración para buscar economías de escala y tener un mayor control de los mercados. La concentración podía ser horizontal, como en los cárteles, que reunían a empresas de un mismo sector, o vertical, cuando integraban en una empresa las diferentes fases del proceso productivo de un bien determinado.

Innovaciones Técnicas y Nuevos Sectores

Las principales innovaciones técnicas de la Segunda Revolución Industrial tienen como característica común el ser consecuencia de la aplicación de principios científicos al ámbito de la tecnología. Los principales sectores en los que tuvieron lugar estas innovaciones fueron: la siderurgia; la química pesada; el sector eléctrico y, más adelante, el automóvil.

En la siderurgia la aparición del convertidor Bessemer abarató la producción de acero. Los hornos Martin-Siemens y el método Gilchrist-Thomas permitieron avanzar en la reducción de costes. El desarrollo de la química orgánica dio lugar a la aparición de una serie de tintes artificiales y las primeras fibras sintéticas. También se desarrolló una industria de fertilizantes inorgánicos, como el nitrato amónico, derivado del proceso Haber de obtención de amoniaco. En cuanto a la electricidad, tras resolver las dificultades que planteaban su producción, transporte y distribución, fue posible su aplicación al alumbrado y a la fabricación de motores eléctricos, lo que dio lugar a la aparición de un importante sector industrial. Asimismo, la utilización del petróleo y sus derivados como fuentes de energía permitieron la construcción de los primeros motores de combustión interna, que dieron lugar a la aparición de la industria del automóvil.

Rasgos de la Primera Globalización de la Economía (Antes de la Primera Guerra Mundial)

Entre mediados del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial se desarrolla la primera globalización, que se caracteriza por un fuerte incremento de los movimientos de personas, mercancías y capitales.

En este período los controles a la libre circulación de personas eran muy reducidos. Esto, añadido a las posibilidades que se ofrecían en Ultramar y a la mejora de los medios de transporte, provocó grandes flujos migratorios desde Europa y Asia hacia América principalmente.

La mejora de los transportes (extensión de las redes ferroviarias, navegación a vapor) y la difusión de las ideas librecambistas contribuyeron a aumentar los intercambios comerciales y a una progresiva integración de los mercados que se refleja en la convergencia de los precios. A ello contribuyó también la difusión del patrón-oro.

Por otro lado, el patrón-oro junto con la mejora de las comunicaciones facilitaron la libre circulación de capitales y el incremento de las inversiones en el exterior, procedentes fundamentalmente de Europa (y en concreto de Gran Bretaña).

Finalmente, no debe ignorarse que esta primera globalización tuvo efectos sociales negativos derivados de la competencia de las importaciones, y la consecuente caída de los ingresos de los agricultores y trabajadores de los sectores afectados. En este sentido, la gran depresión agraria de fines del siglo XIX puede considerarse como la crisis de la primera globalización.

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