España en la Década Ominosa: Crisis, Sucesión y Transformaciones Económicas

La Década Ominosa (1823-1833): Retorno al Absolutismo y Tensiones Políticas

La restauración del absolutismo en 1823 provocó una severa represión contra los liberales, muchos de los cuales se exiliaron. Fernando VII anuló todas las reformas del Trienio Liberal y restableció el absolutismo, con un control total sobre el país. Durante este periodo, surgieron los Realistas Puros, que apoyaban a Carlos María Isidro, hermano del rey, y se oponían a Fernando VII por su acercamiento a los liberales.

El gobierno de Fernando VII, pese a su vuelta al absolutismo, emprendió reformas económicas para hacer frente a la crisis que atravesaba el país. El Estado enfrentaba un gran déficit, por lo que se recurrió a la emisión de deuda pública y préstamos al extranjero. Se reorganizó la Hacienda y se creó el Consejo de Ministros y la Bolsa, además de promulgarse el Código de Comercio. También se adoptaron medidas para proteger la industria textil catalana y se buscó la colaboración de la burguesía financiera. Estas reformas, aunque necesarias, fueron mal recibidas por la nobleza y el clero, que esperaban una restauración completa del Antiguo Régimen. La oposición creció cuando Fernando VII se negó a reinstaurar la Inquisición y moderó las represalias contra los liberales. Esta situación alimentó el descontento, lo que llevó a que sectores reaccionarios se unieran a Carlos María Isidro en su oposición al rey.

La Cuestión Sucesoria de Fernando VII: Un Conflicto Dinástico

El problema sucesorio de Fernando VII fue una disputa entre quienes querían mantener el modelo estamental y quienes buscaban la modernización del país. En su cuarto matrimonio con María Cristina de Borbón, Fernando VII tuvo dos hijas: Isabel y Luisa Fernanda. En 1830, con una hija heredera, la Ley Sálica, que impedía que las mujeres heredaran el trono, le cerraba a Isabel II el acceso al poder. Para solucionarlo, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción en marzo de 1830, derogando la Ley Sálica y permitiendo que su hija Isabel pudiera reinar. Esta decisión fue rechazada por los carlistas, quienes apoyaban a Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, como legítimo heredero.

Tras la grave enfermedad de Fernando VII, María Cristina fue nombrada Regente en 1832. Durante su regencia, formó un gobierno reformista apoyado por liberales, a quienes concedió una amnistía. Estas medidas provocaron la oposición de Carlos María Isidro, quien se alió con sectores conservadores.

Cuando Fernando VII falleció en 1833, Isabel II heredó el trono a los tres años. María Cristina fue nombrada regente con el apoyo de los liberales, ya que sin su ayuda, Isabel II no podría gobernar. El mismo día de la muerte de Fernando VII, Carlos María Isidro se proclamó rey, iniciando el levantamiento absolutista en el norte, lo que dio inicio a la Primera Guerra Carlista.

El Inicio de la Revolución Industrial en España

Según el censo de 1787, el 14% de la población activa trabajaba en la industria, especialmente en talleres artesanos sometidos a gremios. El Estado creó varias manufacturas reales (como tapices, cristal, porcelana y armas) y fomentó la producción de paños de lana. También rompió el monopolio de los gremios que limitaba la libertad de trabajo y frenaba la industria. En 1783, se declaró que «todos los oficios eran honrosos», promoviendo la libertad de trabajo. Además, se tomaron medidas proteccionistas, como la prohibición de la importación de productos textiles de Asia, lo que favoreció a la industria catalana, especialmente la de los tejidos estampados de algodón. En 1789, se introdujeron telares mecánicos en las fábricas catalanas, lo que impulsó aún más la industria textil. También se fomentó la construcción naval en astilleros reales como los de Cádiz, El Ferrol y Cartagena, para facilitar el comercio marítimo y fortalecer la flota de guerra.

Expansión del Comercio y las Infraestructuras

El comercio exterior creció gracias a la mejora de los puertos y, en 1778, un decreto amplió el libre comercio colonial a muchos puertos españoles. Esta medida benefició especialmente a la industria barcelonesa, estimuló el comercio colonial y aumentó las ganancias de los grandes comerciantes. Además, en 1765 y 1778, se permitió el comercio directo entre los puertos peninsulares y los americanos, lo que aumentó el comercio interoceánico y benefició a la industria, sobre todo la catalana. Sin embargo, debido a la limitada capacidad productiva de la industria peninsular, la mayoría de las manufacturas enviadas a América eran extranjeras.

Desarrollo de las Infraestructuras Terrestres y Marítimas

Durante los reinados de Felipe V y Fernando VI, Ensenada ya había trabajado en mejorar las comunicaciones terrestres para crear un mercado nacional de productos agrícolas. Luego, Carlos III y su ministro Esquilache impulsaron un plan para construir carreteras que unieran Madrid con Andalucía y Valencia con Cataluña, pero este proyecto no se llevó a cabo debido a su alto coste y la inestabilidad política. Las comunicaciones marítimas experimentaron un gran desarrollo, con nuevos astilleros, como el de Cartagena.

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