Al-Ándalus y la Evolución Política (711-1492)
Tras la derrota visigoda en Guadalete (711), los musulmanes ocuparon la península ibérica y establecieron Al-Ándalus. Inicialmente, Al-Ándalus formó parte del califato omeya hasta 756, cuando Abderramán I estableció el Emirato de Córdoba, independiente en lo político pero no en lo religioso. En 929, Abderramán III se proclamó califa, dando inicio a la etapa de mayor esplendor de Al-Ándalus.
El califato, sin embargo, se debilitó y en 1031 se fragmentó en los reinos de taifas. Los intentos de reunificación por parte de los almorávides (1090) y los almohades (1145) no lograron frenar el avance cristiano. Tras la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212), el territorio musulmán quedó reducido al Reino de Granada, que resistió hasta 1492.
La Baja Edad Media: Castilla, Aragón y Navarra (Siglos XIII-XV)
La Corona de Aragón se consolidó en 1164 con la unión de Aragón y Barcelona. Jaime I conquistó Valencia (1245) y Baleares (1231), y sus sucesores expandieron el dominio aragonés a Cerdeña (1323) y Nápoles (1442). En la Corona de Castilla, Fernando III unificó León y Castilla en 1230. El siglo XIV fue testigo de una crisis dinástica, con la guerra civil entre Pedro I y Enrique II (1366-1369). En Navarra, las disputas entre beamonteses (aliados de Castilla) y agramonteses (aliados de Francia) desencadenaron una guerra civil (1451-1464). Finalmente, Navarra fue anexionada a Castilla por Fernando el Católico en 1512.
Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica (1469-1516)
El matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón en 1469 marcó el inicio de la unión dinástica, aunque ambos reinos mantuvieron sus leyes, instituciones y cortes propias. Tras la guerra civil castellana (1474-1479), Isabel consolidó su trono, y Fernando asumió el gobierno de Aragón en 1479. Los Reyes Católicos centralizaron el poder mediante instituciones como la Inquisición y la Santa Hermandad.
En 1482, iniciaron la Guerra de Granada, aprovechando las divisiones internas del reino nazarí. La toma de Málaga (1487) y Almería (1489) precedieron a la rendición final de Boabdil en 1492. La conquista de Granada significó la culminación de la «Reconquista» y la unificación territorial de España. Ese mismo año, los Reyes Católicos decretaron la conversión forzosa o expulsión de judíos y musulmanes, y financiaron la expedición de Cristóbal Colón, que dio inicio a la colonización de América.
Los Austrias del Siglo XVI: Política Interior y Exterior
Carlos I (1516-1556)
Carlos I heredó un vasto imperio que abarcaba territorios en Europa y América. Defendió el catolicismo frente a la Reforma protestante y obtuvo victorias clave en Pavía (1525) y Mühlberg (1547). Sin embargo, la creciente oposición protestante lo llevó a abdicar en 1556.
Felipe II (1556-1598)
Felipe II consolidó el imperio español y anexionó Portugal en 1581. En el ámbito militar, derrotó a los turcos en la batalla de Lepanto (1571), pero sufrió un duro revés con la derrota de la Armada Invencible (1588). La enorme carga fiscal que soportaba Castilla provocó graves crisis económicas. En el interior, Carlos I sofocó la revuelta de las Comunidades (1520) y Felipe II la rebelión de los moriscos (1568). Ambos monarcas impulsaron la Contrarreforma.
Los Austrias del Siglo XVII: Crisis y Conflictos
Felipe III (1598-1621)
Felipe III delegó gran parte del poder en su valido, el Duque de Lerma, quien decretó la expulsión de los moriscos (1609).
Felipe IV (1621-1665)
Felipe IV y su valido, el Conde-Duque de Olivares, intentaron implementar la «Unión de Armas» (1626), un proyecto para distribuir los gastos militares entre los diferentes territorios de la monarquía. Esta medida provocó rebeliones en Cataluña y Portugal. España sufrió importantes pérdidas territoriales en las paces de Westfalia (1648) y de los Pirineos (1659).
Carlos II (1665-1700)
Carlos II, apodado «el Hechizado», gobernó un país sumido en una profunda crisis. Su muerte sin descendencia desencadenó la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). El siglo XVII marcó el declive de la hegemonía española en Europa, lastrada por las guerras, la ineficacia administrativa y la crisis económica.
Sociedad, Economía y Cultura en los Siglos XVI y XVII
La llegada de metales preciosos de América impulsó inicialmente la economía, pero la inflación y la excesiva presión fiscal provocaron recurrentes crisis. La nobleza, exenta de impuestos y reacia al trabajo, mantuvo sus privilegios, mientras que la burguesía perdió influencia. A pesar de la crisis económica, España vivió su «Siglo de Oro» cultural, con figuras destacadas como Cervantes, autor de «Don Quijote» (1605), y Velázquez en pintura. La arquitectura evolucionó del Renacimiento al Barroco. La literatura floreció con autores como Lope de Vega y Quevedo. La Contrarreforma tuvo un profundo impacto en el arte, promoviendo un estilo religioso y grandioso.
La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrecht (1701-1714)
La muerte sin descendencia de Carlos II provocó la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Felipe de Anjou (Felipe V), apoyado por Francia y Castilla, se enfrentó al Archiduque Carlos de Austria, respaldado por Austria, Inglaterra, Holanda y Aragón. El conflicto tuvo una dimensión europea y, a la vez, fue una guerra civil en España. La victoria de Felipe V en Almansa (1707) fue decisiva, pero en Europa la guerra se estancó. En 1711, el Archiduque Carlos heredó el trono austriaco, lo que aceleró las negociaciones de paz.
El Tratado de Utrecht (1713-1714) reconoció a Felipe V como rey de España, pero a cambio, España cedió Gibraltar y Menorca a Inglaterra, y Flandes, Milán, Nápoles y Cerdeña a Austria. Este tratado marcó el fin de la hegemonía española en Europa y consolidó a Inglaterra como potencia marítima dominante.
Los Borbones y el Reformismo del Siglo XVIII
Felipe V (1700-1746) centralizó el poder mediante los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), que abolieron los fueros de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca. Se eliminaron los consejos territoriales y se crearon intendencias para mejorar la administración del reino. Se redujo el poder de las Cortes y se fortaleció la monarquía absoluta. Navarra y el País Vasco conservaron sus fueros. España adoptó un sistema centralizado inspirado en el modelo francés.
Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788) continuaron las reformas. Carlos III impulsó el despotismo ilustrado, promoviendo cambios en la economía, la educación y la administración. Se fomentó la agricultura, se liberalizó el comercio con América (1778) y se crearon las manufacturas reales y el Banco de San Carlos (1782). Sin embargo, las reformas ilustradas encontraron oposición, como se manifestó en el Motín de Esquilache (1766). La Ilustración influyó en la educación y la cultura, con figuras como Jovellanos, que promovió reformas económicas, y Goya, que reflejó la sociedad de la época en su pintura. A pesar de los avances, España seguía siendo un país predominantemente agrario y con una sociedad estamental, y se mantenía rezagada respecto a otras potencias europeas.