Jaume I nació en Montpellier el 2 de febrero de 1208 y murió en Alcira el 27 de julio de 1276.
Jaume I fue rey de Aragón, Mallorca y Valencia, conde de Barcelona y Urgell, y señor de Montpellier.
Jaume I comenzó a reinar con sólo 10 años, reinó durante 58 años y murió a la edad de 68. Lo enterraron en el Real Monasterio de Santa María de Poblet.
Jaume I es hijo de María de Montpellier y Pedro II de Aragón. Jaime I quedó huérfano en 1213. Su padre murió en la batalla de Muret.
Como el rey Pedro rechazaba a su mujer y estaba preocupado por la ausencia de un heredero legítimo, se urdió una trama para engañarlo. Los primeros de mayo de 1207, aprovechando que el rey estaba en Montpellier, le dijeron que una dama montpellerina que deseaba tener una amistad le esperaba en un palacio de la ciudad. Pero en lugar de la dama fue María de Montpellier quien pasó la noche con el rey, mientras a oscuras este pensaba que yacía con la dama que deseaba. Cuando llegó la mañana, entraron todos a la cámara y María de Montpellier reveló su identidad, explicándole al rey lo que había sucedido; ese mismo día marchó de Montpellier a caballo.
Para escoger el nombre del infante que venía en camino, María de Montpellier, encendió doce velas con los nombres de los doce apóstoles. Los posibles nombres eran, pues, Pedro, Andreu, Jaume, Joan, Felipe, Bartomeu, Mateo, Matías, Tomás, Simón, Judas y Judas. El último cirio en consumirse fue el que llevaba escrito el nombre de Santiago, y este fue el nombre que la reina María de Montpellier escogió para su hijo.
Durante los primeros años de su reinado, el rey Jaume mantuvo diversas luchas contra la nobleza. En 1219 fue nombrado un nuevo Consejo Real encabezado por el arzobispo de Tarragona y que duró hasta 1221, cuando el rey Jaime se casó con Leonor de Castilla con sólo 13 años de edad y se crearon las Cortes de Aragón en Daroca.
En 1228 conquistó Mallorca y en 1248 conquista Valencia.
En cuanto a los diferentes testamentos, Jaime I siguió una concepción patrimonial del estado repartiendo sus reinos según el número de hijos que fue teniendo, así, desde un hijo único en el primer testamento de 1223, a cuatro hijos en el cuarto testamento de 1248, se preocupa de que todos sean reyes y tengan un territorio. Cuando llegó el momento de su muerte, al rey Jaime sólo le quedaban dos hijos vivos, el Infante Pere y el Niño Jaime. Así, en el último testamento de 1262, dejó a su segundo hijo, el infante Pedro (futuro Pedro III de Aragón), el Reino de Aragón, el Reino de Valencia y Cataluña, dando continuidad a la Corona de Aragón aunque segregándose sus territorios insulares, norte-catalanes y occitanos. Por otro lado, al hermano pequeño, el infante Jaime (futuro Jaime II de Mallorca), le dejó el Reino de Mallorca, el Condado de Rosellón, el Condado de Cerdanya y los territorios que conservaba en Occitania, el Vizcondado de Carlat, la Baronía de Omeladés y la Señoría de Montpellier, dando nacimiento a lo que se ha llamado Corona de Mallorca.