1. La Evolución de la Hacienda
La hacienda es uno de los problemas clave del siglo XIX. El desequilibrio entre ingresos y gastos plantea serias dificultades a otros sectores económicos.
Los requisitos de un sistema tributario moderno son los siguientes:
- Equidad
- Legalidad
- Generalidad
- Suficiencia
- Simplicidad
- Neutralidad
- Flexibilidad
Aquí estaba el nudo del problema: para remediar la situación y flexibilizar el sistema impositivo había que hacer pagar a los ricos, lo cual implicaba mayor poder político. La única solución radicaba en un sistema político representativo: la revolución.
Como casi todo lo demás, la transición hacia la modernidad de la hacienda se hizo en España muy lentamente.
Tan solo cuando terminó la guerra carlista y con el establecimiento de los estados moderados en el poder, pudo imponerse la tan esperada reforma tributaria. Se aprobó el plan en las cortes y logró su aprobación por la ley.
2. La Política Fiscal
Los presupuestos del estado español en el siglo XIX muestran un déficit crónico; los gastos son mayores que los ingresos.
La consecuencia principal del persistente déficit presupuestario era la acumulación de la deuda pública.
Banqueros y financieros negociaban con deuda pública sin apenas prestar atención a la demanda insignificante de los sectores productivos. Los déficits presupuestarios agravaban la escasez de capital que aquejaba a los agricultores e industrias.
El déficit de un año se debe al de los anteriores.
El impuesto de inmuebles, cultivo y ganadería se creó con la reforma de 1845. Su dificultad primordial estribaba en conocer la riqueza imponible: a falta de este dato se empezó a cobrar por repartimiento.
Las leyes se sucedían recomendando y tomando medidas para conocer mejor la riqueza imponible, pero su resultado era nulo.
Esta ocultación sistemática no beneficiaba a todos por igual; eran los grandes propietarios con influencias políticas los que podían hacer los mayores fraudes. El pequeño propietario a menudo se veía agobiado por los impuestos.
Algo parecido ocurrió con la contribución industrial y de comercio, que hubiera debido rendir el doble de lo que rindió, ya que para este impuesto también se seguía el sistema de repartimiento.
Otros ingresos fueron los de las loterías, propiedades y derechos del estado, y pagos por la redención del servicio militar.
En resumen: un sistema tributario que recaía con mucha más fuerza sobre los pobres que sobre los ricos y que carecía de la flexibilidad necesaria para cubrir el gasto público.
Los gastos del estado se dedicaban al gasto militar, policía, mantenimiento del clero y ministerios.
Había una insuficiencia estructural que provocaba que el déficit real estuviera por encima del previsto.
3. La Política Fiscal: La Deuda Pública
Los orígenes de la gran masa de la deuda pública que se arrastró en España durante todo el siglo XIX son bastante inmediatos: se remontan al reinado de Carlos IV y la guerra de independencia.
Los beneficiarios del sistema no eran solo los prestamistas expertos, sino, además, todos aquellos que gracias a este método de financiación del déficit podían pagar impuestos muy bajos en relación con su riqueza o cobrar a costa del presupuesto sueldos o ingresos muy por encima de lo que justificaba su trabajo.
Los perjudicados del sistema, además de los prestamistas incautos, eran los españoles en su conjunto, y en particular los contribuyentes pobres, así como los campesinos afectados por la desamortización.
Todos estos problemas también aparecieron en la cuenca mediterránea, y en América Latina.
4. La Política Comercial
El arancel es un impuesto que grava una actividad muy importante, el comercio exterior, y al gravarlo lo modifica. El arancel además de un impuesto es un instrumento de política comercial. Hay 2 tipos:
- Arancel fiscal: es aquel que se concibe como un impuesto, cuya finalidad es principalmente recaudatoria.
- Arancel protector: es fijarlo lo suficientemente alto para deprimir la actividad sobre la que recae.
El arancel se emplea como arma de doble filo: no solo protege, sino que también recauda; sin embargo, cuanto más protege un arancel menos ingresos produce, y viceversa.
Durante el siglo XIX la política arancelaria española no es demasiado diferente de la del resto de los países de Europa occidental, aunque algo más proteccionista.
El abandono por Inglaterra del proteccionismo agrario, propició un movimiento de opinión librecambista que alcanzó incluso a países tan protectores como Francia o España. En España se fueron reduciendo los aranceles proteccionistas sucesivamente.
A mediados del siglo XIX la polémica entre los partidos del librecambio y los de la protección era intensa en España, y duró hasta principios del siglo XX.
Los proteccionistas se agrupan en torno a la asociación barcelonesa de fabricantes de algodón.
El librecambista era un grupo menos compacto, socialmente más difuso, en que la teoría y la ideología desempeñaban un papel más importante, y los intereses económicos tenían menos peso que entre los proteccionistas. La principal asociación librecambista era la asociación para la reforma de aranceles.
En las cortes en 1869 se aprobó el arancel Figuerola. Este arancel ha sido repetidamente considerado como librecambista.
Con la vuelta al poder de los liberales, se suavizó de nuevo la política comercial.
La evidencia que se desprende de los datos que poseemos no muestra que los periodos proteccionistas fueran prósperos y los de librecambio fueran depresivos.
5. La Política Monetaria
Durante el siglo XIX no puede hablarse de una verdadera política monetaria, sino de una serie de medidas con poca conexión entre sí, relacionadas más bien con lo acontecido en otras esferas, especialmente en la fiscal.
Desde el punto de vista de la política monetaria, nuestro periodo puede dividirse en 2 etapas: antes y después de 1874.
Pese a la actitud vergonzante y apurada de los gobiernos con respecto al abandono del patrón oro, esta era la mejor alternativa posible. La pervivencia del sistema de pleno contenido era un obstáculo al crecimiento.
En contrapartida el patrón fiduciario reforzó el efecto de los aranceles, aumentando el aislamiento de la economía española.