El Desastre del 98 y el Auge de los Nacionalismos en España

El Desastre del 98 y sus Repercusiones

El llamado «Desastre del 98» se refiere a la derrota de España en la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, que resultó en la pérdida de las últimas colonias españolas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

La Guerra de Cuba (1895-1898)

La insurrección cubana comenzó en 1895 con el «Grito de Baire». Las causas de la rebelión se encuentran en el incumplimiento de las promesas de la Paz de Zanjón (1878) y la aparición de dos partidos políticos clave:

  • Partido Autonomista: Inicialmente buscaba la autonomía de Cuba dentro del imperio español.
  • Partido Revolucionario Cubano: Fundado por José Martí, evolucionó hacia el independentismo y recibió un rápido apoyo de Estados Unidos.

La política arancelaria española, especialmente el Arancel Cánovas de 1891, que gravaba los productos no españoles importados a Cuba, perjudicó los intereses comerciales estadounidenses. Estados Unidos, principal socio comercial de Cuba, protestó enérgicamente. El presidente estadounidense, William McKinley, amenazó con cerrar el mercado estadounidense a los productos cubanos si España no modificaba el arancel.

España envió un ejército a Cuba, inicialmente dirigido por Martínez Campos y luego por Valeriano Weyler, conocido por su dura represión y la política de «concentraciones» de campesinos. La guerra en la selva cubana resultó difícil para las tropas españolas, afectadas por enfermedades tropicales y la falta de recursos.

En 1897, tras el asesinato de Cánovas del Castillo, el gobierno liberal español sustituyó a Weyler por el General Blanco, quien intentó una estrategia de conciliación y decretó la autonomía de Cuba. Sin embargo, los independentistas cubanos, apoyados por Estados Unidos, rechazaron cualquier solución que no fuera la independencia total.

Estados Unidos, tras el incidente del acorazado Maine en el puerto de La Habana en 1898 (que fue falsamente atribuido a España), declaró la guerra a España. La flota estadounidense derrotó a la española en Cuba y Filipinas.

La Rebelión en Filipinas (1896-1898)

La presencia española en Filipinas era limitada, principalmente misionera. En 1892, José Rizal fundó la «Liga Filipina», que promovía la independencia. La insurrección se extendió rápidamente. El gobernador español, Polavieja, condenó a muerte a Rizal. En 1897, Fernando Primo de Rivera sustituyó a Polavieja y logró una pacificación temporal. Sin embargo, en 1898, Estados Unidos intervino y derrotó a la flota española en la Bahía de Cavite.

La Paz de París (1898)

El Tratado de París puso fin a la guerra. España reconoció la independencia de Cuba y cedió Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos, recibiendo una compensación económica.

Repercusiones del Desastre del 98

La pérdida de las colonias fue considerada un desastre militar y diplomático. Las principales consecuencias fueron:

  1. Crisis de identidad: Se extendió la idea del «Desastre», aunque la crisis fue más intelectual que política.
  2. Regeneracionismo: Surgió una corriente de opinión que abogaba por la regeneración de España en todos los ámbitos (político, social, económico e intelectual). Se abrió un debate sobre los problemas de la nación y las soluciones necesarias. Este movimiento tuvo dos vertientes:
    • Refuerzo de la identidad española.
    • Aparición de proyectos nacionalistas alternativos.
  3. Africanismo: Se intentó sustituir la presencia en Ultramar con una mayor atención al norte de África, especialmente a la franja septentrional, que se convirtió en un foco de interés durante el reinado de Alfonso XIII.
  4. Proteccionismo económico: Se favoreció un giro hacia la defensa del mercado interior y el nacionalismo económico.

La Oposición a la Restauración: Los Nacionalismos

Durante la Restauración, surgieron movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, que desafiaron el sistema político centralizado.

El Nacionalismo Catalán

Cataluña fue pionera en el desarrollo de un movimiento regionalista. El crecimiento económico e industrial del siglo XIX creó una burguesía industrial que sentía que sus intereses no estaban bien representados por el gobierno central. Este crecimiento coincidió con la «Renaixença», un movimiento cultural que buscaba recuperar la lengua y la identidad catalanas.

A partir de 1880, surgió el catalanismo político con varias corrientes:

  1. Tradicionalista: Liderada por Torras i Bages.
  2. Progresista: De base popular y principios federalistas, destacando Valentí Almirall, fundador del «Centre Català», que defendía la autonomía de Cataluña. En 1885, publicó el «Memorial de Greuges», un documento que defendía los intereses catalanes.

En 1892, la Unió Catalanista, fundada por Prat de la Riba, elaboró las «Bases de Manresa», un documento que proponía la creación de un poder catalán autónomo dentro de España.

Tras la crisis del 98, la burguesía catalana aumentó su interés por tener una representación política propia. En 1901, Prat de la Riba fundó la «Lliga Regionalista» junto a Francesc Cambó, que se convirtió en el principal partido de Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.

El Nacionalismo Vasco

El nacionalismo vasco surgió en la década de 1890. Sus orígenes se encuentran en la pérdida de los fueros tras la derrota carlista y en el desarrollo de una corriente cultural que defendía la lengua vasca (movimiento de los «Euskaros»).

Sabino Arana fue el principal impulsor del nacionalismo vasco. Arana veía en la inmigración de trabajadores de otras regiones de España («maketos») a la zona industrial de Bilbao una amenaza para la lengua, las tradiciones y la «raza» vasca.

En 1895, Sabino Arana fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco) en la clandestinidad. El partido era tradicionalista, xenófobo y defendía la superioridad de la «raza» vasca.

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