La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista (1874-1931)
El reinado de Alfonso XII marca el retorno de los Borbones a España y la instauración de un sistema político liberal conservador, liderado por Antonio Cánovas del Castillo. Este periodo, conocido como la Restauración, buscaba estabilizar la vida política, económica y social del país, y se prolongaría hasta la proclamación de la II República en 1931.
El Sistema Canovista: Estabilidad y Turnismo
Antonio Cánovas del Castillo, antiguo ministro de la Unión Liberal, diseñó un sistema político inspirado en el modelo británico, basado en dos grandes partidos que se alternarían en el poder:
- Partido Liberal Conservador: Liderado por Cánovas, representaba a los terratenientes, grandes empresarios y sectores católicos.
- Partido Liberal Fusionista: Liderado por Práxedes Mateo Sagasta, aglutinaba a progresistas, demócratas y republicanos moderados, representando a profesiones liberales, comerciantes y banqueros.
Ambos partidos debían aceptar la alternancia en el poder y respetar la obra legislativa del predecesor. Este «turnismo» se basaba en la confianza del rey y del parlamento, y buscaba evitar los vacíos de poder y los pronunciamientos militares que habían caracterizado el periodo anterior.
El régimen de la Restauración era profundamente conservador, defendiendo el orden social y la propiedad, rechazando las fórmulas republicanas y promoviendo la unidad de la patria y el mantenimiento de las colonias. Cánovas, contrario al sufragio universal, buscó un acuerdo entre las fuerzas políticas más poderosas para lograr un régimen estable.
Alfonso XII, hijo de Isabel II, se convirtió en la figura ideal para este proyecto. Tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto (29 de diciembre de 1874), el futuro rey firmó el Manifiesto de Sandhurst, comprometiéndose a ser justo con todos los españoles, lograr la rendición de los carlistas y someter al ejército a las leyes del estado.
Pilares del Sistema Canovista
El sistema canovista se asentaba sobre los siguientes pilares:
- Alfonso XII como símbolo de la nueva España.
- Compromiso del ejército de respetar las leyes e instituciones.
- Sistema bipartidista con alternancia pacífica en el poder (turnismo).
- Fin de las guerras de Cuba (1868-1878) y carlista (1872-1876) para estabilizar el país y promover el crecimiento económico.
- Control del movimiento obrero e imposición de las ideas del liberalismo económico moderado.
El Caciquismo: La Manipulación Electoral
El sistema canovista, sin embargo, se basaba en una farsa electoral. Los partidos políticos eran «partidos de notables», sin afiliados ni estatutos, y las diferencias ideológicas entre ellos eran mínimas. La alternancia en el poder se pactaba de antemano, y el rey encargaba la formación de gobierno al nuevo partido antes de disolver las Cortes y convocar elecciones, que eran manipuladas para asegurar la mayoría parlamentaria deseada.
Esta práctica, conocida como caciquismo, se articulaba de la siguiente manera:
- La oligarquía política en Madrid comunicaba a los gobernadores civiles de las provincias los resultados electorales deseados.
- El gobernador civil elaboraba la lista de candidatos («encasillado») que debían ser elegidos.
- Los caciques locales, personajes poderosos en los pueblos, utilizaban todo tipo de artimañas (amenazas, sobornos, «pucherazo») para conseguir los votos necesarios.
El fraude electoral era generalizado y escandaloso, especialmente en las zonas rurales. La Restauración, en la práctica, enmascaraba un sistema que perpetuaba el poder de las antiguas élites.
Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, Cánovas y Sagasta reafirmaron el sistema mediante el Pacto del Pardo, estableciendo la regencia de María Cristina de Habsburgo y la presidencia de Sagasta.
La Constitución de 1876: Marco Legal del Sistema
La Constitución de 1876, aprobada en julio de ese año, reflejaba el pensamiento liberal conservador del siglo XIX y fue la constitución española de mayor duración. Sus características principales eran:
- Soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, con preeminencia del monarca. El rey designaba al jefe del ejecutivo, convocaba y disolvía las Cortes, y tenía derecho de veto.
- Cortes bicamerales: Congreso (elegido por sufragio censitario hasta 1890, y luego universal masculino) y Senado (representando a las clases poderosas).
- Fortalecimiento del poder de la Corona, que tenía el poder ejecutivo y compartía el legislativo con las Cortes.
- Reconocimiento teórico de derechos y libertades, aunque en la práctica estos derechos (especialmente la libertad de prensa y asociación) fueron limitados durante los gobiernos de Cánovas.
- Inicialmente, sufragio censitario para la elección del Congreso, ampliado a sufragio universal masculino en 1890 bajo el gobierno de Sagasta.
Oposiciones al Sistema: Nacionalismos, Regionalismo y Movimiento Obrero
La oposición al sistema de la Restauración estaba compuesta por fuerzas políticas no integradas en el turnismo:
- Carlistas: Divididos tras su derrota en 1876.
- Republicanos: Desunidos y con diferentes concepciones de la República.
- Nacionalismos y regionalismo: Surgieron como nuevas oposiciones, especialmente en Cataluña y el País Vasco, buscando la autonomía o la independencia.
Nacionalismo Catalán y Vasco, y Regionalismo Gallego
- Nacionalismo catalán: Se plasmó en las Bases de Manresa (1892), un proyecto de Estatuto de Autonomía. En 1901 se fundó la Lliga Regionalista, partido conservador que aspiraba a la autonomía de Cataluña.
- Nacionalismo vasco: Fundado por Sabino Arana en 1895 con el Partido Nacionalista Vasco (PNV), reivindicaba los fueros perdidos y criticaba la industrialización y la inmigración.
- Regionalismo gallego: Tuvo un desarrollo más lento y menor arraigo social, con un movimiento cultural (O Rexurdimento) y tímidos planteamientos políticos.
El Movimiento Obrero y Campesino
El movimiento obrero se dividía en dos corrientes:
- Anarquistas: Se reorganizaron con la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) en 1881. Tuvieron mayor presencia en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
- Socialistas: Fundaron el PSOE en 1879 y la UGT en 1888, liderados por Pablo Iglesias. Su objetivo era mejorar las condiciones de vida y trabajo de los obreros.
Hasta 1900, muchas acciones sindicales fueron duramente reprimidas.
El Problema de Cuba y la Guerra Hispano-Estadounidense (1898)
España mantenía colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Cuba, con una economía basada en la agricultura de exportación (azúcar y tabaco), era un mercado cautivo para la metrópoli y carecía de autogobierno.
En 1868 comenzaron los movimientos independentistas en Cuba, con la sublevación de Céspedes (Grito de Yara). La Guerra de los Diez Años (1868-1878) concluyó con la Paz de Zanjón, que prometía cierto autogobierno a Cuba, pero los resultados fueron escasos.
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, y en Filipinas, José Rizal fundó la Liga Filipina. La guerra independentista se recrudeció en 1895. Tras el fracaso de Martínez Campos, el general Weyler asumió el mando, pero no pudo sofocar la insurrección.
En 1897, tras la muerte de Cánovas, Sagasta intentó una política de autonomía, pero Estados Unidos, con intereses económicos en la zona, se implicó en el conflicto. La voladura del acorazado Maine en 1898 sirvió de pretexto para la Guerra Hispano-Estadounidense.
Las derrotas de Cavite y Manila (Filipinas) y Santiago (Cuba) llevaron a la Paz de París (10 de diciembre de 1898), por la que España reconocía la independencia de Cuba y cedía a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. En 1899, España vendió a Alemania las islas Carolinas, Marianas (excepto Guam) y Palaos.
Consecuencias del Desastre del 98
- Ideológicas: Crisis de la conciencia nacional y surgimiento del regeneracionismo, un movimiento intelectual y crítico que rechazaba el sistema de la Restauración. Destacan Joaquín Costa y la Generación del 98 (Unamuno, Baroja…).
- Económicas: Pérdida del mercado colonial, pero recuperación industrial y repatriación de capitales que impulsaron la banca española.
- Políticas: Propuesta de reforma y modernización (regeneracionismo político), y España dejó de ser un imperio, iniciando una intervención en África.
- Otras consecuencias: Desprestigio militar, crecimiento del movimiento obrero y mayor protagonismo de los nacionalismos periféricos.