El Reinado de Fernando VII: Un Conflicto entre Absolutismo y Liberalismo

Fernando VII: Un Reinado de Tensiones entre Absolutismo y Liberalismo

El reinado de Fernando VII es un período crucial en la historia de España, marcado por la pugna constante entre el absolutismo y el liberalismo. Su figura, controvertida y compleja, personifica las contradicciones de una época de profundos cambios políticos y sociales.

Ascenso al Trono y la Invasión Napoleónica

El malestar de Fernando VII con sus padres por el otorgamiento de poderes y títulos a Godoy, llevó a que éste obligara a su padre a abdicar y a concederle el trono (Motín de Aranjuez).

Napoleón, consciente de la inestabilidad española, aprovechó la situación e invadió la Península. Obligó a Fernando VII a abdicar a favor de su padre, quien a su vez cedió los derechos a Napoleón. Napoleón nombró rey de España a José I. Sin embargo, el traslado de la familia real a Francia y las reformas de carácter progresista impuestas por el nuevo régimen, provocaron el levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid. La sangrienta represión de este levantamiento marcó el inicio de una dura guerra que finalizó en 1814 con el triunfo de los españoles, con ayuda inglesa.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Ante el vacío de poder, las élites dominantes crearon nuevas instituciones de Gobierno, las Juntas, para luchar contra el francés y para reformar el sistema político vigente, creando así la Junta Suprema Central Gobernativa de España e Indias, que fue sustituida por el Supremo Consejo de Regencia.

Se tomó la decisión de convocar unas Cortes generales y extraordinarias en las que se realizó un intenso labor legislativo, elaborando numerosos decretos y la Constitución de 1812. En esta, se recogían los principios acordados en las Cortes. Entre estos decretos destacan la proclamación de la soberanía nacional y la separación de poderes, la abolición de los señoríos jurisdiccionales y de los privilegios de origen feudal. La Constitución de 1812 (conocida popularmente como «La Pepa») estaba basada en la soberanía de la nación, la monarquía como forma de gobierno, una rígida separación de poderes, la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos, el unitarismo y centralismo político, y el Catolicismo de Estado.

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

En 1814 regresó a España Fernando VII, quien gobernó de una manera mezquina y vengativa. Se encontró con la oposición de los liberales, que exigían que acatase los principios de la Constitución de 1812. Sin embargo, Fernando VII, con el apoyo del sector eclesiástico, nobles y jefes militares, declaró nulos los decretos elaborados en Cádiz y la Constitución de 1812, restableciendo las viejas instituciones del Antiguo Régimen: el poder absoluto, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales, los privilegios fiscales de la nobleza y el clero.

Esta anulación provocó un rechazo por parte de los liberales, que recurrieron al pronunciamiento, a la conspiración y a la creación de sociedades secretas. Con todo esto, pretendían que se sustituyera la monarquía absoluta por una monarquía liberal inspirada en la Constitución.

Estos intentos fracasaron, siendo la mayor parte de sus organizadores detenidos y ejecutados, como Díaz Porlier.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, los oficiales militares dirigidos por Félix de Acevedo, y contando con el apoyo de la burguesía local, detuvieron a las autoridades realistas y nombraron una Junta de Gobierno de Galicia, restableciendo la Constitución de 1812, que sería reconocida por Fernando VII, comenzando así un Trienio Liberal hasta 1823. Sin embargo, las diferencias entre los liberales sobre temas como la necesidad de introducir modificaciones o no en la Constitución, el poder del rey o la participación del pueblo en la vida política, provocaron una división en el bando liberal entre moderados y progresistas, que favorecerá los intentos absolutistas de restaurar el Antiguo Régimen, contando con el apoyo de Fernando VII.

La Década Ominosa (1823-1833)

Esta revolución liberal creó un gran temor entre las diferentes potencias absolutistas, que decidieron intervenir en España en ayuda de Fernando VII.

Un ejército francés invadió España, dirigido por el Duque de Angulema, y, salvo en algunas provincias como Cádiz y A Coruña, no encontraron resistencia.

Este ejército, llamado los Cien Mil Hijos de San Luis, perteneciente a la Santa Alianza (Francia, Rusia, Prusia y Austria), ayudó a Fernando VII a recuperar el poder absoluto y decretó la abolición de todas las leyes e instituciones creadas durante el Trienio Liberal. Muchos de los líderes y simpatizantes liberales fueron ejecutados y otros muchos se vieron obligados al exilio exterior.

La Sucesión y la Guerra Carlista

En 1833, Fernando VII muere y su trono quedaría en herencia a su hija Isabel II, tras ser anulada la Ley Sálica por Fernando VII antes de morir.

Pero Isabel era menor de edad y Carlos, el hermano de Fernando VII, reclamó el trono, comenzando así una continua lucha entre los liberales y los absolutistas. Este choque de intereses hizo que se propiciara el estallido de la guerra carlista y el momento en que el liberalismo se consolidó.

Una vez alcanzada la mayoría de edad, Isabel II toma el trono de su padre, creando un sistema político liberal, que, aunque alternará entre progresistas y moderados, en general tendrá un carácter fuertemente moderado.

Conclusión

En definitiva, el reinado de Fernando VII se caracterizó por la lucha entre el absolutismo y el liberalismo, pero inclinándose la balanza claramente hacia el absolutismo, durando unos 16 años frente a 3 del liberalismo.

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