Crisis y Fin de la Monarquía en España: El Declive del Sistema de la Restauración (1902-1931)

La Crisis del Sistema de la Restauración y la Caída de la Monarquía (1902-1931)

El Inicio de la Crisis (1902-1910)

Durante las dos primeras décadas del siglo XX, el sistema de turnos entre conservadores y liberales continuó, pero surgieron graves problemas políticos, sociales y económicos que provocaron su colapso. En 1899, el conservador Francisco Silvela intentó aplicar reformas descentralizadoras y nuevas medidas fiscales para afrontar los costos de la guerra de Cuba, generando rechazo popular, especialmente en Cataluña, y el fracaso de su gobierno. En 1902, Alfonso XIII subió al trono con 16 años, mientras los partidos tradicionales cambiaban de liderazgo. Aunque los nuevos líderes, Canalejas y Maura, aceptaban algunas ideas regeneracionistas, mantuvieron la manipulación electoral. La etapa estuvo marcada por la inestabilidad, la oposición política y social al sistema, el intervencionismo del rey y el peso de los militares en la política.

Antonio Maura asumió el poder en 1904 con su propuesta de «revolución desde arriba», que pretendía reformar el sistema para evitar una revolución social. Buscaba equilibrar el poder entre caciques y clases populares, haciendo el gobierno más eficiente. En 1907 aprobó una Ley Electoral que dificultaba el fraude, pero no eliminaba la manipulación. También intentó atraer a los nacionalistas catalanes concediendo mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones, aunque los liberales bloquearon la medida. En el ámbito social, instauró el descanso dominical y creó en 1908 el Instituto Nacional de Previsión, precursor de la Seguridad Social. Sin embargo, su política represiva fue dura, y la brutal respuesta a la Semana Trágica de 1909 provocó su caída.

En 1910, José Canalejas asumió el gobierno con un programa modernizador que buscaba integrar nuevas fuerzas políticas y reducir la influencia de la Iglesia. Intentó reformar el Concordato de 1851, pero ante la oposición de la Santa Sede, promulgó la Ley del Candado (1910), que prohibía la implantación de nuevas órdenes religiosas por dos años. Sin embargo, la medida tuvo poco efecto y fue objeto de ataques de sectores católicos. En economía, eliminó el impuesto de consumos y creó uno sobre rentas urbanas, lo que generó rechazo entre las clases altas y dentro de su propio partido. Reformó el servicio militar con la Ley de Reclutamiento de 1912, eliminando la redención en metálico, lo que afectó a los sectores acomodados que antes podían pagar para evitarlo. En lo laboral, amplió derechos para mujeres y niños, prohibiendo el trabajo nocturno femenino y regulando contratos de aprendizaje, siguiendo las reformas iniciadas por Maura. Canalejas promovió la Ley de Mancomunidades para permitir la unión de diputaciones provinciales en la gestión de servicios públicos, pero esta fue aprobada en 1914 bajo el gobierno de Eduardo Dato. En 1912, Canalejas fue asesinado por el anarquista Manuel Pardiñas, posiblemente como represalia por su trato a los huelguistas, lo que marcó el fin de los intentos de reforma dentro del sistema.

Las Fuerzas de la Oposición

Fuera del sistema existían diversas fuerzas opositoras en crecimiento, incluyendo republicanos, nacionalistas catalanes y vascos, carlistas y partidos y sindicatos obreros como el PSOE, PCE, UGT y CNT.

Los Republicanos

Eran la principal oposición y la minoría parlamentaria más numerosa, aunque divididos. En 1903, se creó la Unión Republicana, liderada por Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux, con apoyo en grandes ciudades. El acercamiento a los nacionalistas generó divisiones en la Unión Republicana. En 1908, Lerroux fundó el Partido Republicano Radical, con fuerte presencia en Barcelona, postura anticatalanista y un discurso populista. Tras la Semana Trágica de 1909, republicanos y socialistas se unieron en la Conjunción Republicano-Socialista, encabezada por Benito Pérez Galdós, obteniendo 27 escaños en las elecciones de 1910. En 1912, surgió el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, más moderado y apoyado por Ortega y Gasset y Manuel Azaña. Su postura lo alejó de las clases populares y en 1922 entró en el gobierno monárquico. Se disolvió en 1924, reapareciendo en la II República como el Partido Republicano Liberal Demócrata.

Nacionalismo Catalán y Vasco

En Cataluña, la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y Cambó dominó durante 30 años, aunque también surgieron formaciones republicanas como el Centre Nacionalista Republicà y la Unió Federal Nacionalista Republicana. La Lliga obtuvo éxitos electorales de 1905 a 1923, alarmando al ejército. En 1907, la coalición Solidaritat Catalana (catalanistas, republicanos y carlistas) ganó 41 de 44 escaños en respuesta a la Ley de Jurisdicciones de 1906, que daba al ejército competencias judiciales en delitos contra la nación y el ejército. La Lliga controló la Mancomunidad de Cataluña (1914-1923), pero su moderación impulsó la creación de partidos catalanistas más radicales como Esquerra Republicana de Cataluña, que no superó a la Lliga hasta 1931. En el País Vasco, el PNV creció y en 1911 fundó Solidaridad de Trabajadores Vascos para atraer obreros, tradicionalmente socialistas. En 1916, el PNV se convirtió en Comunión Nacionalista Vasca para mostrarse como un partido burgués y ordenado. En 1917 obtuvo representación parlamentaria. En 1921, el partido sufrió dos escisiones: Aberri (independentista), que regresó en 1930, y Acción Nacionalista Vasca (republicana y menos conservadora), que rechazó el retorno de Aberri.

Organizaciones Obreras: PSOE, UGT y CNT

  • PSOE y UGT: Aunque minoritario, el PSOE creció de 3.000 afiliados a finales del XIX a 30.000 en la década de 1910. Participó en política, logrando en 1905 sus primeros concejales en Madrid y en 1910 su primer diputado, Pablo Iglesias. UGT creció más que el PSOE y colaboró con organismos estatales como el Instituto de Reformas Sociales (1903). En 1914 tenía 120.000 afiliados, llegando a 240.000 en 1921, con influencia en Madrid, País Vasco y Andalucía. Sus líderes, como Largo Caballero, Besteiro y Prieto, eran moderados y usaban el parlamentarismo. La Revolución Rusa de 1917 dividió a los socialistas y en 1921 nació el Partido Comunista de España (PCE), pequeño hasta los años 30.
  • Anarcosindicalistas y la CNT: En España, el anarcosindicalismo tuvo gran influencia, sobre todo en Cataluña y Andalucía. En 1907 se fundó Solidaridad Obrera, que en 1910 se convirtió en la CNT para abarcar todo el país. La CNT rechazaba la política y la negociación con la burguesía, apostando por la huelga general revolucionaria para destruir el capitalismo. Fue perseguida y casi siempre ilegal. En Barcelona (1917-1923), los empresarios contrataron pistoleros para asesinar a sus líderes. Alternó enfrentamientos y colaboraciones con la UGT, como en la huelga general de 1917. Sus líderes más conocidos fueron Ángel Pestaña, Joan Peiró y Salvador Seguí. Su crecimiento fue rápido: de 30.000 afiliados en 1915 a 115.000 en 1918, alcanzando 700.000-800.000 en 1919, cifra que no volvió a alcanzar hasta la Guerra Civil.

El Carlismo

Tras la muerte de Carlos VII en 1909, Jaime de Borbón fue el nuevo pretendiente carlista, pero la Primera Guerra Mundial causó divisiones internas. Jaime apoyó a Francia y fue arrestado en Austria, lo que lo aisló del carlismo español. Mientras, Juan Vázquez de Mella, germanófilo, fundó el Partido Tradicionalista en 1919. También existía el Partido Católico Nacional de Ramón Nocedal, con presencia en Navarra, País Vasco y Cataluña. Desde 1917, los carlistas fomentaron el miedo al comunismo y apoyaron la dictadura de Primo de Rivera. En 1931, se reunificaron en la Comunión Tradicionalista.

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