Introducción: El Camino Hacia la Guerra Civil (1933-1936)
Tras los sucesos de Casas Viejas y la creciente presión de la derecha liderada por Lerroux, el gobierno de Azaña se vio obligado a convocar elecciones en noviembre de 1933. La derecha española se había reorganizado, destacando la CEDA de Gil Robles, que aglutinaba a las clases medias y populares católicas, y las Juventudes de Acción Popular (JAP), con marcados rasgos fascistas. También surgieron grupos monárquicos extremistas como Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, y Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera, que se fusionó con las JONS de Ramiro Ledesma en 1934.
Por el contrario, la izquierda republicana se encontraba fragmentada. Izquierda Republicana, liderada por Manuel Azaña, representaba el centro-izquierda reformista. El PSOE, el principal partido obrero, experimentaba tensiones internas entre líderes como Indalecio Prieto (moderado) y Largo Caballero (radical), y un proceso general de radicalización. El PCE seguía las directrices de la Komintern, buscando una alianza de izquierdas contra el fascismo, mientras que la CNT mantenía su postura revolucionaria y promovía la abstención.
Un hecho relevante de estas elecciones fue la implementación del voto femenino por primera vez. Aunque no hay evidencia concluyente de que el voto femenino favoreciera a los conservadores, el debate previo fue significativo, con la izquierda, representada por Margarita Nelken, intentando impedir el sufragio femenino por temor a que beneficiara a la derecha.
El Desarrollo de la Guerra Civil (1936-1939)
La Descomposición Política y la Represión
El golpe de Estado y el estallido de la guerra desmantelaron las estructuras estatales de la II República. En el bando nacional, el poder recayó en un grupo de generales que establecieron un estado autoritario y militarizado, siguiendo las directrices de Mola. En el bando republicano, el gobierno perdió el control, y el poder real quedó en manos de comités obreros de partidos y sindicatos, sin una autoridad centralizada.
La represión fue brutal en ambos bandos. En la zona nacional, se dirigió principalmente contra militantes obreros y campesinos, aunque también afectó a intelectuales como Federico García Lorca. Esta represión fue organizada y controlada por las autoridades militares, aunque pistoleros falangistas descontrolados cometieron numerosos excesos. En la zona republicana, la violencia se centró en sacerdotes y clases adineradas. José Antonio Primo de Rivera, encarcelado en Alicante, fue juzgado y ejecutado. Tras un período inicial de caos, el gobierno republicano fue recuperando gradualmente el control y la represión disminuyó.
El Avance Nacionalista (1936)
Un factor crucial para la victoria nacional fue el «puente aéreo» con aviones alemanes e italianos, que permitió el rápido traslado del Ejército de África a la península. Las tropas de legionarios y regulares, superiores a las milicias obreras y campesinas, avanzaron rápidamente hacia Madrid. El general Yagüe desvió las columnas hacia Badajoz, donde se produjo una brutal represión con numerosas víctimas.
Antes de llegar a Madrid, Franco desvió nuevamente las tropas para liberar a la guarnición sitiada en el Alcázar de Toledo, un importante triunfo propagandístico. Mientras tanto, Mola tomó Irún y San Sebastián, aislando al País Vasco de la frontera francesa.
La Batalla de Madrid (1936)
En octubre de 1936, las fuerzas nacionalistas, dirigidas por Varela, llegaron a las afueras de Madrid. En noviembre comenzó la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre, ocuparon Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. Ante la inminente caída de la capital, partidos y sindicatos obreros movilizaron a la población madrileña bajo el lema «¡No Pasarán!». La moral de la población se elevó con la llegada de refuerzos.
La Campaña del Norte (1937)
Entre la primavera y el otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte republicana (País Vasco, Cantabria y Asturias). Durante esta campaña, la Legión Cóndor alemana bombardeó Guernica, un acto que conmocionó al mundo e inspiró a Pablo Picasso en su célebre cuadro. Durante la campaña vasca, Mola murió en un accidente aéreo.
Para distraer a las fuerzas nacionalistas, los republicanos lanzaron la ofensiva de Belchite en Aragón, que resultó un fracaso. La conquista del norte debilitó gravemente a la República, que perdió importantes recursos mineros y permitió a los franquistas concentrar sus tropas en el sur.
De Teruel a la Batalla del Ebro (1937-1938)
En diciembre de 1937, una ofensiva republicana en Teruel fracasó debido a las duras condiciones climáticas. Franco lanzó un ataque general en Aragón, alcanzando Vinaroz en el Mediterráneo el 15 de abril de 1938, dividiendo la zona republicana en dos.
La última gran ofensiva republicana fue la Batalla del Ebro en julio de 1938. Con más de 100.000 muertos, fue la batalla más sangrienta de la guerra y agotó las reservas republicanas.
El Final de la Guerra (1939)
La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939, provocando un éxodo masivo de más de 500.000 personas hacia Francia.
Ante la inminente derrota, las divisiones internas se agudizaron en el bando republicano. El gobierno de Negrín, apoyado por comunistas y parte de los socialistas, abogaba por la resistencia a ultranza, esperando que el conflicto español se integrara en la inminente guerra europea. El coronel Casado, en contra de esta postura, dio un golpe contra el gobierno de Negrín, defendiendo la negociación con Franco. Sin embargo, Franco exigió la rendición incondicional.
El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid, y el 1 de abril de 1939 finalizó la guerra. Una larga dictadura sustituyó al ensayo democrático de la Segunda República.