Absolutismo frente a Liberalismo. Evolución Política del Reinado de Fernando VII
Introducción
Muchas cosas van a cambiar con el fin de la Guerra de la Independencia y el retorno al país del monarca Fernando VII. En España se va a producir una ruptura, favoreciendo el aislamiento a lo largo de dos décadas, dando lugar a un atraso en todos los aspectos. Los principios ideológicos de la Constitución de 1812 fueron destruidos en el mismo momento en el que el monarca cruzó la frontera, restaurando de nuevo el absolutismo monárquico.
Si los principios constitucionales y liberales fueron respaldados por las clases medias ilustradas, la mayoría del pueblo español, o no entendía dichas reformas o les hastiaba, ya que las consideraba contrarias a la tradición española. De ahí que el pueblo llano recibiera al monarca, Fernando VII, «El Deseado», como símbolo del fin de la guerra y del retorno a la tradición.
A pesar de esta situación, el ideario liberal y reformista no cayó en saco roto, ya que a lo largo de todo el reinado, las conspiraciones y pronunciamientos militares servirán de base a los liberales para acceder de nuevo al poder.
Etapas Políticas de la Monarquía de Fernando VII
1. Regreso del Monarca (1814-1820). Sexenio Absolutista
La firma del Tratado de Valençay en 1813 supuso la preparación del regreso de Fernando VII. Entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones populares. El 12 de abril, un grupo de diputados a Cortes absolutistas le presentaron el conocido como Manifiesto de los Persas, en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo. En él afirmaban:
“Señor, era costumbre entre los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias, les obligase a ser más fieles a su sucesor…”, para mejor apreciar después los rigores de un gobierno firme y de poder.
La primera etapa liberal había caducado en España, ya que el 4 de mayo de 1814, emite en Valencia un decreto firmado por 69 diputados por el que disolvía las Cortes, abolía la Constitución de 1812 y toda la labor legislativa de las Cortes de Cádiz, restableciendo el absolutismo. Aunque deseaba la plena soberanía, Fernando VII era débil de voluntad, ya que tardó más de un mes en decidir abolir los principios liberales de las Cortes de Cádiz y la Constitución.
En el documento del Manifiesto de los Persas, podemos distinguir dos partes: en la primera, se pide al rey que derogue todos los decretos elaborados por las Cortes de Cádiz y no acepte la Constitución. En la segunda parte, se solicita una monarquía moderada, con garantías, en las que las leyes estén por encima de los reyes, y estos no puedan realizar actos que atenten contra sus súbditos. Se solicita la formación de unas Cortes capaces de llevar a cabo las reformas del país, pero sin romper con la tradición. La monarquía se definía como moderada, pero no constitucional.
El decreto de mayo hacía promesas de libertad y de convocatoria de Cortes, pero Fernando VII regresó íntegramente a los supuestos del Antiguo Régimen, no concedió libertades ni convocó Cortes.
En un período crucial en la historia de Europa, cuando se estaba dirimiendo el equilibrio de fuerzas tras Napoleón, Fernando VII se mostró sorprendentemente desinteresado por los asuntos externos.
Así, pese a haberse enfrentado con el emperador francés, España quedó marginada de los beneficios que las potencias vencedoras de Napoleón recibieron en la Segunda Paz de París y en el Congreso de Viena en 1815. Nuestro país, destrozado por la Guerra de la Independencia, quedó relegado a un segundo plano a nivel de política internacional.
A esto hay que sumar que, desde el vacío de poder producido por la entrada de las tropas napoleónicas, comenzaron en Hispanoamérica los primeros movimientos revolucionarios. Al igual que se formaron juntas en España por la ausencia del monarca, se formaron también juntas de carácter liberal en la América hispana, organizadas por criollos liberales. La situación de la península influyó de forma decisiva en el proceso de independencia de las colonias americanas. Dicho fenómeno se encuadra dentro de la rivalidad anglo-francesa, que pugnaban por conseguir la supremacía en Europa.
Uno de los problemas más graves de este reinado era la gravísima crisis económica, provocada tanto por la guerra como por la emancipación americana. Sin dinero no podía funcionar la maquinaria del Estado. Pero el monarca, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara los ingresos de un estado en quiebra.
La Oposición al Monarca
La labor del gobierno de Fernando VII se centró en la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta. Más de doce mil “afrancesados” tuvieron que exiliarse del país y se inició una dura persecución contra los liberales.
No por ello, los liberales dejaron de reunirse y de conferenciar entre sí. Poco a poco se van buscando colaboradores y amigos en otros sectores descontentos, sobre todo en materia económica.
De este modo se fue forjando un grupo social muy heterogéneo, pero con intereses comunes, de los que destacamos:
- Liberales: Creen en las ideas de un liberalismo entusiasta, a veces utópico; que el avance del país se ve obstaculizado por el conservadurismo y la ignorancia.
- Los militares: muchos de ellos recibían con retraso sus sueldos. Aunque con la guerra se formaron dos ejércitos distintos: uno, el profesional, y por otro, los ex guerrilleros, de clases sociales bajas (p.ej: el Empecinado). Muchos de estos hombres destacaron en la guerra y ascendieron más rápidamente que los profesionales. Fernando VII envió a las capitanías generales a los militares profesionales, una vez acabada la guerra. A los ex guerrilleros los envió a puestos de menor importancia. Esta situación se consideró injusta provocando un fuerte resentimiento entre los guerrilleros. El hecho es que, todas las intentonas realizadas en estos seis primeros años del reinado de Fernando VII contra su régimen, estuvieron encabezadas por ex guerrilleros. El pronunciamiento militar fue el instrumento utilizado por los militares para dar al traste con el reinado de Fernando VII (p.ej: el de Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815…). Todos fueron duramente reprimidos.
- Los hombres de negocios: Eran hombres pertenecientes a una burguesía comercial, más que industrial, activa. Muchos de ellos eran ideólogos liberales. Financiaron las revoluciones y conspiraciones contra el monarca.
La Revolución de 1820
Los pronunciamientos militares o golpes de estado estuvieron presentes durante todo el reinado de Fernando VII. Un nuevo golpe de estado realizado en 1820 dio al traste el régimen absoluto de dicho monarca. El descontento por la política desacertada llevada a cabo durante estos años fue la clave del triunfo revolucionario, que dará paso a una nueva etapa política con el triunfo de nuevo del ideario liberal a manos de Riego.
2. Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823)
Esta nueva etapa política la englobamos desde el pronunciamiento de Riego en Las Cabezas de San Juan, el 1 de enero de 1820, y la capitulación de Cádiz ante los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque Angulema, el 1 de octubre de 1823.
Los partidarios del liberalismo intentarán de nuevo una vuelta a los principios ideológicos de las Cortes de Cádiz y a la Constitución de 1812, interrumpida por el retorno del monarca. Era necesario instaurar un nuevo modelo de Estado.
El triunfo de este liberalismo se debió más a la inoperancia de los gobiernos absolutistas, que a la existencia de una mayoría identificada con los principios del liberalismo.
Dentro de las mismas filas del liberalismo, hay que distinguir la existencia de dos corrientes ideológicas: doceañistas o “moderados” y veinteañistas o “exaltados”. Dentro del primer grupo destacamos personalidades como el conde de Toreno, Martínez de la Rosa…, hombres relacionados directamente con la obra de las Cortes de Cádiz, bajo el espíritu de la Ilustración; del segundo grupo, destacar al teniente coronel Riego, coronel Quiroga, Mendizábal…., propicios estos a buscar el apoyo de las clases populares, sobre todo urbanas.
Ambos grupos tenían visiones diferentes a la hora de interpretar el texto constitucional de 1812 y de la propia institución monárquica.
Los doceañistas apuestan por reformas más moderadas, seguían considerando a la monarquía como pieza fundamental, mientras que los veinteañistas, convertirán la Constitución de 1812, como sagrada(“ Constitución o muerte”), y ven a la monarquía como una institución que a la larga se puede prescindir de ella.
Ante esta situación, el monarca se vio obligado a jurar la Constitución. En aquellas zonas donde había triunfado el pronunciamiento, se instalaron juntas de gobierno provinciales y locales provisionales.
La aceptación por parte del monarca, se tradujo en la formación de la Junta Provisional consultiva, la cual iniciaría el tránsito jurídico interrumpido en 1814. En ella se aprobó: la excarcelación de liberales detenidos, abolición de la Inquisición, la puesta en vigor de los decretos de Cádiz, convocatoria de Cortes….
El 9 de marzo, Fernando VII formó el primer gobierno liberal, denominado el “gobierno de los presidiarios”, por estar formado en su mayoría por ex condenados de 1815.
Los enfrentamientos entre el monarca, las Cortes y los ministros, dio lugar a la dimisión en 1821 del primer gobierno del Trienio Liberal. A esto se sumó la crisis económica, las acciones contrarrevolucionarias de los absolutistas, motines y protestas, provocando una remodelación del ejecutivo, dirigido el nuevo gobierno por Martínez de la Rosa, propugnando una reforma de la Constitución.
Reformas Llevadas a Cabo Durante el Trienio Liberal
Hay que destacar tres aspectos importantes: cuestión religiosa, medidas económicas y reformas administrativas.
Con respecto a la cuestión religiosa, estaba orientado a clarificar el papel de la Iglesia católica con el nuevo Estado liberal. Al fin y al cabo, la Constitución del 12, decretaba la confesionalidad del Estado.
Sin embargo, las medidas llevadas a cabo para el clero sí produjeron el enfrentamiento entre Iglesia y Estado. Se obligaba a los párrocos, en su sermón, a que explicasen a sus feligreses la Constitución; se nombraron eclesiásticos liberales para ocupar obispados y sedes, se expulsó de nuevo a los jesuitas, al considerarlos defensores del absolutismo. Se suprimirían las órdenes monásticas, se reformaban las órdenes mendicantes, se desamortizaban propiedades y bienes eclesiásticas. Se intentaba mejorar la Hacienda pública, recurriendo a los bienes de la Iglesia y contribuir a paliar el excesivo número de clérigos.
Esta postura anticlerical no hizo nada más que justificar el apoyo de los absolutistas cada vez más en contra del régimen liberal.
En materia económica, se impulsó de nuevo lo aprobado en las Cortes de Cádiz. Se necesitaba reformar el sistema de propiedad eliminando las tierras de manos muertas a través de políticas de desamortización, supresión del régimen señorial, supresión de mayorazgos.
Esta política ya preludiaba la que se llevará a cabo en la década de los treinta por Mendizábal, si bien, los beneficios creados, se esfumarían a partir de 1823, tras los gastos ocasionados del pago de tropas extranjeras enviadas para reponer al monarca.
Por último, en referencia a la reforma administrativa, se redactó un nuevo Código Civil, de división del país en provincias, de comercio, nuevo Código Penal; aunque algunos quedaron como meros bocetos.
Crisis del Trienio Liberal y Vuelta al Absolutismo
La oposición de los realistas a la existencia en España de un régimen liberal y constitucional consiguió movilizar a un amplio abanico de grupos y sectores sociales, que iba desde el estamento eclesiástico, parte de la nobleza, campesinado, ejército, e incluso parte del sector popular urbano.
Los protagonistas de este movimiento contrarrevolucionario fueron el propio Fernando VII, el cual nunca acató de forma sincera la Constitución; sectores realistas, los cuales recurrieron a la guerrilla como medio de lucha contra los liberales, en vez de utilizar el procedimiento del pronunciamiento militar; y el apoyo de las potencias absolutistas europeas, las cuales quisieron evitar el contagio revolucionario para el resto de Europa.
Alentados por las conspiraciones del rey y espoleados por la grave crisis económica pronto surgieron movimientos de protesta contra el gobierno liberal en Madrid. La contrarrevolución realista se concretará en la aparición partidas de campesinos fuertemente influenciados por la Iglesia en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Alentados por estas protestas, la oposición absolutista se aventuró a crear Regencia Suprema de España en Urgel, cerca de la frontera francesa. Trataban así de crear un gobierno español absolutista, alternativo al liberal de Madrid. El fracaso de la Regencia de Urgel hizo evidente para Fernando VII y los absolutistas que la única salida para acabar con el régimen liberal era la intervención de las potencias absolutistas europeas.
Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII), reunidas en el Congreso de Viena y coaligadas la Santa Alianza, se habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los principios de la Restauración (absolutismo, antiguo régimen). Así, reunidas en 1822 en un Congreso en Verona, las potencias acordaron la intervención en España. El 7 de abril de 1823 un ejército francés, conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, entró y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país. El 1 de octubre puso fin al último foco de resistencia del gobierno liberal en Cádiz y repuso como monarca absolutista a Fernando VII.
El gobierno y las Cortes tuvieron que abandonar Madrid. Los liberales, quienes pensaban que los ingleses acudirían en su ayuda, tuvieron que aceptar la entrega del rey a las tropas de Angulema, a cambio se les permitió irse al exilio. La experiencia del Trienio Liberal tocaba a su fin, ante ellos se abrió de nuevo una etapa de gobierno absolutista, que calificarían como la “ominosa década” de 1823-1833.
3. Década Ominosa (1823-1833). Vuelta al Absolutismo
La intervención de la Santa Alianza con los conocidos Cien Mil Hijos de San Luis marcó el inicio de una nueva etapa en el reinado de Fernando VII que concluyó a su muerte en 1833. Esta etapa fue la más duradera del reinado en la que se mantuvo sin alteraciones.
Al avance del ejército restauracionista, se produjo la formación de una Junta Provisional de Gobierno de España e Indias. Entre los principales acuerdos figuraba el restablecimiento de la situación institucional anterior al Trienio, medidas encaminadas hacia una depuración administrativa y la formación de voluntarios realistas.
Esta Junta fue sustituida por una Regencia presidida por el duque del Infantado e integradas por personalidades vinculadas al absolutismo. Los principales objetivos fueron reimplantar el absolutismo e iniciar una depuración política.
Inmediatamente se inició la represión contra los liberales. Riego fue ahorcado en Madrid en 1823 y se depuró la administración y el ejército. Se restablecieron las instituciones anteriores, los jesuitas y los bienes desamortizados. Los Voluntarios Realistas ejercieron la función inquisitorial y represiva. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la última víctima legal del fanatismo religioso.
La represión tendió a suavizarse al recobrar Fernando VII su plena soberanía el 1 de octubre de 1823 al desembarcar en el puerto de Santa María, en Cádiz. La política llevada a cabo durante esta década planteó la imposibilidad de mantener un absolutismo férreamente cerrado a las reformas.
Reformas Llevadas a Cabo Durante la Década Absoluta
Algunas de las reformas llevadas a cabo fueron la creación del Consejo de Ministros, los secretarios de Despacho, en vez del caduco sistema de Consejos, aunque se restablecía el Consejo de Estado. El ejército constituía una pieza clave y fue reformado, coexistiendo tres fuerzas militares: el ejército real, los voluntarios y las tropas de Angulema. En Hacienda, López Ballesteros, director general de rentas y secretario de Hacienda, intentó reformar la precaria situación económica del país, agravada por el proceso de independencia de las colonias americanas. Los objetivos fundamentales fueron llevar a cabo una reforma tributaria y reducción de la deuda. El plan fracasó, ya que los impuestos no lograban cubrir los gastos del Estado. Con respecto a la deuda, se creó la Caja de Amortización, pero también distó de alcanzar sus metas. También se llevó a cabo la conversión del Banco de San Carlos en Banco de San Fernando, la promulgación del Código del Comercio, la creación del cuerpo de carabineros para evitar el contrabando, la fundación de la Bolsa de Madrid y la creación del Ministerio de Fomento.
Síntomas de Crisis
- Radicalización de los realistas o “puros”
Las reformas llevadas a cabo durante esta etapa hicieron radicalizar las posiciones de los defensores a ultranza del absolutismo, conformándose dos grupos distintos: los realistas o “puros” y los reformistas. A partir de 1824, se utilizaron los mismos medios que los liberales en los años anteriores, es decir, el pronunciamiento militar. Por ejemplo, en 1825, se produjo la sublevación de Bessierés, pero la que mayor repercusión tuvo fue la llamada revuelta de los “agraviados” en 1827, sublevación armada que arrancó en Cataluña y que se extendió por Aragón, País Vasco y Valencia. Las razones políticas de la sublevación fueron la defensa de la Corona y del rey. Los apoyos sociales provenían del campesinado, sectores populares urbanos, clero y oficiales del voluntariado realista. La acción represiva ordenada por el rey frustró sus aspiraciones.
- Oposición liberal
Desde el exilio en Gibraltar, Gran Bretaña y Francia, los exiliados liberales utilizaron estos territorios como campo de operaciones para realizar sus conspiraciones contra el absolutismo en España.
En 1830 el problema dinástico había estallado en España, en Francia había triunfado la revolución liberal, con lo cual daba mayor viabilidad al proyecto de invasión peninsular, aunque los posibles apoyos a la causa liberal en España quedaron difuminados cuando Fernando VII apoyó a Luis Felipe de Orleans.
La dificultad desde Francia convirtió a Gibraltar en el centro de operaciones liberales. En 1831, Torrijos lo intentó en Fuengirola, pero fue detenido y ejecutado.
- Problema dinástico
Desde 1830, las posiciones entre reformistas y realistas-carlistas se radicalizarían más que nunca. La cuestión giraba en torno a la sucesión en el trono a Fernando VII, los realistas esperaban que a la muerte de este para alzar en el trono a don Carlos.
La tradición recogida en la Ley de Partidas, reconocía que si el rey no tenía descendencia masculina, el reino podía recaer a la hija mayor. Con la llegada de los Borbones, esta ley castellana quedó abolida y se aprobó la Ley Sálica, la cual eliminaba el derecho al trono por vía femenina.
En su último matrimonio, casado con su sobrina María Cristina de Nápoles, tuvo a la futura Isabel II, con lo cual el rey para asegurar el trono aprobó la Pragmática Sanción, eliminando la Ley Sálica. De esta manera el trono recaería a su hija y no a su hermano don Carlos.
La reacción de los realistas no tardó en llegar. Los defensores de Don Carlos lo intentaron en 1832 en el palacio de la Granja. La posibilidad de guerra mostraba la actitud de los carlistas de no respetar la Pragmática.
La reina recibió los apoyos de reformistas y de liberales moderados, formándose un nuevo gobierno bajo la figura de Cea Bermudez. Ante la muerte del rey en 1833 se dieron los pasos para preparar la Regencia, dejando a Isabel como heredera al trono.
Conclusión
En definitiva, se dejaba implantado un sistema absolutista de carácter moderado e ilustrado, pero los vaivenes políticos durante estos años dejaron sin resolver dos problemas: por un lado, la actitud de los carlistas, mientras que, por otro, era casi imposible el poder seguir manteniendo por más tiempo las estructuras políticas totalmente anquilosadas del Antiguo Régimen. No es de extrañar que de nuevo el ideario liberal vuelva a actuar.