La Reconquista: Un recorrido histórico por la Península Ibérica

La Reconquista en la Península Ibérica

La Reconquista se refiere al proceso de ocupación militar de los territorios musulmanes de la Península Ibérica por parte de los reinos cristianos, que se extendió desde el siglo VIII hasta el siglo XV.

La Creación del Reino Astur-Leonés

Los musulmanes no lograron controlar la zona de la Cordillera Cantábrica, habitada por vascos, cántabros y astures. Un noble visigodo, Pelayo, derrotó a los musulmanes en Covadonga (722). Sus sucesores, Alfonso I (739-756) y Alfonso II (791-842), crearon el reino de Asturias, con capital en Oviedo. La mayor expansión territorial del reino se produjo en la segunda mitad del siglo IX con Alfonso III (866-910), quien extendió sus dominios hasta el río Duero. Con Ordoño II (914-924), la capital se trasladó a León, y el reino astur se transformó en el Reino de León, abarcando las regiones de Asturias, Galicia, León, y las marcas fronterizas de Portugal y Castilla. Las tierras del este de la Meseta se fortificaron con castillos y con la creación del condado de Castilla. El conde Fernán González (927-970) se declaró independiente de León. La instauración del califato de Córdoba supuso para el reino leonés una etapa de sumisión, especialmente durante las campañas de Almanzor entre 981 y 1002.

Los Condados Pirenaicos

El emperador franco Carlomagno creó una franja fortificada al sur de los Pirineos para proteger su imperio de los musulmanes, la Marca Hispánica, dividida en condados que dependían del emperador. Navarros y aragoneses se independizaron simultáneamente de los francos. Hacia el 817 se creó el condado de Aragón, y sobre el 830 el Reino de Pamplona. En la zona catalana, el conde Wifredo el Velloso (874-898) reunió bajo su mando los principales condados catalanes, aunque se mantuvo como vasallo del rey franco. El conde Borrell II (947-992) se negó a renovar el juramento al rey franco, dando origen a los condados catalanes. El máximo poder del Reino de Navarra se alcanzó en el reinado de Sancho III el Mayor (1000-1035), quien llegó a anexionarse nuevos territorios, entre ellos Castilla. Tras su muerte, el reino se dividió entre sus hijos: Ramiro I se proclamó rey de Aragón, Fernando I rey de Castilla y García Sánchez rey de Navarra. Fernando unió los reinos de Castilla y León bajo su corona. Posteriormente se dividiría y reunificaría en varias ocasiones hasta que en 1230, con Fernando III el Santo, se llevó a cabo la unión definitiva. Portugal se independizó en 1128. La Corona de Aragón surgió en 1137 con la unión del reino de Aragón con el condado de Barcelona, núcleo principal de Cataluña.

La Expansión Territorial hacia el Sur

El siglo XI marca el verdadero comienzo de la Reconquista. El califato entró en una profunda crisis política y se desmembró en reinos de taifas, mientras que los territorios cristianos del norte se recuperaban y tomaban la iniciativa militar. Durante esta etapa se culminó la conquista del valle del Tajo (Alfonso VI conquista el reino de Toledo en 1085) y del valle del Ebro. Durante la segunda mitad del siglo XII, el apogeo de los almohades, que llegaron a unificar bajo su mando todos los territorios andalusíes, unido a las disputas entre los propios reinos cristianos y derrotas como la de Alarcos (1195), frenó en gran medida el avance reconquistador, que se limitó a los cursos altos de los ríos Turia, Júcar y Guadiana. A principios del siglo XIII, un ejército combinado de castellanos, navarros y aragoneses derrotó en las Navas de Tolosa (1212) a los almohades. Esta victoria cristiana supuso el comienzo del declive almohade y despejó el camino hacia el valle del Guadalquivir. El avance conquistador más rápido correspondió a catalanes y aragoneses unidos en el reino de Jaime I el Conquistador, quien se anexionó Mallorca en 1229 y concluyó la conquista del reino de Valencia en 1245. En la zona occidental, los portugueses llegaron a Faro, al sur de Portugal, en 1249. Los castellanos y leoneses, unidos definitivamente en 1230 bajo la corona de Fernando III, conquistaron Extremadura, avanzaron sobre el valle del Guadalquivir conquistando Sevilla (1248); su hijo y sucesor, Alfonso X el Sabio, culminó la conquista de Andalucía e incorporó definitivamente el reino de Murcia. A partir de entonces y hasta el comienzo de las campañas de los Reyes Católicos contra el reino nazarí de Granada en 1484, la frontera entre cristianos y musulmanes se mantuvo casi intacta. La conquista de este reino se concluyó en 1492.

Repoblación

Tras la ocupación militar de los territorios musulmanes, fue necesario repoblarlos para afianzar las conquistas.

  • Repoblación al norte del Duero y estribaciones de los Pirineos (siglos VIII-X): Se realizó mediante la presura (aprisio en catalán), que consistía en la ocupación de la tierra.
  • Repoblación entre el río Duero y el Sistema Central (siglos XI y XII): El tipo de repoblación fue concejil. El territorio se dividió en concejos con grandes términos o alfoces. El rey otorgaba al concejo un Fuero o Carta Puebla (normas que regulaban la vida municipal).
  • Repoblación del Valle del Tajo (siglos XI y XII): La repoblación del valle del Tajo, tras la conquista de Toledo (1085), tuvo como novedad la existencia de abundante población musulmana, a la que no se tardó en expulsar, y otra mozárabe que se quiso asimilar. El modelo repoblador también fue concejil.
  • Repoblación del valle del Ebro (segunda mitad del siglo XIII): En los grandes núcleos ribereños del río como Tudela, Zaragoza y Tortosa, los cristianos se instalaron de acuerdo con un sistema de repartimientos. Mediante una capitulación se obligó a los musulmanes que no quisieron exiliarse a trasladarse a barrios extramuros, en los llamados arrabales, mientras que los colonos cristianos ocuparon las casas del centro de la ciudad.
  • Repoblación del valle del Guadiana (La Mancha y Extremadura) y macizos montañosos de Teruel y norte de Castellón (primera mitad del siglo XIII): Se trataba de zonas extensas y poco pobladas, en cuya conquista habían destacado las Órdenes Militares (Alcántara, Santiago, Calatrava). Éstas dividieron las nuevas tierras en encomiendas.
  • Valle del Guadalquivir y litoral levantino (segunda mitad del siglo XIII): El sistema empleado fue el de repartimientos. Tras la ocupación de una ciudad, los oficiales reales hacían inventario de los bienes obtenidos y los distribuían entre quienes habían participado en su conquista, dividiéndolos en lotes o donadíos. La escasez de colonizadores propició la existencia de grandes latifundios.

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