Unidad Temática 1: Alfonso XIII y los intentos de regeneración del sistema político (1902-1917)
Introducción
La mayoría de edad de Alfonso XIII coincide con un periodo marcado por la crisis del sistema de la Restauración, mientras que el monarca aumenta su actitud intervencionista y se acerca a posturas más militaristas, lo que incrementó su desprestigio y debilitó la monarquía.
En estos primeros años se produce un relevo generacional en la dirección de los partidos de la Restauración: el Partido Conservador y el Liberal. Cánovas y Sagasta son sustituidos por Antonio Maura y José Canalejas, respectivamente. Con ellos llega una generación de políticos influida por el Regeneracionismo, que trata de hacer reformas desde el interior, sin conseguirlo debido a las diferencias internas y a la falta de liderazgo.
A la vez, la oposición al sistema crece con el auge de partidos republicanos, socialistas y nacionalistas, mientras que parte del movimiento obrero se radicaliza ante la represión ejercida por el Estado y la patronal, derivando en una fuerte espiral de violencia.
Este primer periodo del reinado culminará en los sucesos revolucionarios de 1917, que abrirán unos años críticos que, a su vez, darán paso a la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
1. Maura y la Revolución “desde arriba”
Tras el fracaso de los primeros postulados regeneracionistas, el líder del Partido Conservador Francisco Silvela es sustituido por Antonio Maura en 1903, un año después de la coronación de Alfonso XIII con dieciséis años. Tras un periodo liberal, Maura vuelve al poder entre 1907 y 1909 formando el “gobierno largo” y protagonizando el mayor intento reformista de los conservadores, la llamada “Revolución desde Arriba”. La idea era regenerar el sistema desde el propio gobierno, acabando con el caciquismo y la corrupción, reformando la administración y obteniendo mayor independencia del gobierno respecto a la figura del rey. Se pretendía lograr un gobierno fuerte, capaz de resistir las presiones de la vieja oligarquía y, al mismo tiempo, impedir una revolución “desde abajo” por parte de las clases populares. Para ello impulsó una serie de reformas:
- Ley electoral de 1907 que dificultó el fraude electoral, aunque no consiguió acabar con él.
- Ley de Administración Local que otorgó más autonomía a ayuntamientos y diputaciones y reconoció a las regiones. Con ello, se buscaba reducir el poder de los caciques y atraer al nacionalismo más conservador, especialmente el catalán.
- Políticas sociales que incluyen la creación del Instituto Nacional de Previsión, el establecimiento del descanso dominical y la aprobación de leyes de protección ante accidentes de trabajo, huelgas y condiciones laborales de mujeres y niños.
- Fomento económico con apoyo a la industria nacional a través de la intervención del Estado y el desarrollo de la agricultura con una Ley de Colonización.
2. La guerra colonial de Marruecos. Semana Trágica y caída de Maura
Desde 1906, tras la Conferencia de Algeciras, España amplió su control en el norte de África mediante el Tratado hispano-francés de 1912, que le otorgó el Protectorado del Rif en Marruecos.
Este interés colonial estaba impulsado por los beneficios económicos que esperaba obtener la burguesía industrial, especialmente en minería y ferrocarriles, además del deseo de recuperar el prestigio nacional perdido tras la derrota de 1898.
Sin embargo, los pueblos bereberes del Rif (cabilas) opusieron una fuerte resistencia a la ocupación, lo que llevó a España a mantener una presencia militar constante y agresiva. En 1909, los enfrentamientos en el Barranco del Lobo resultaron en una dura derrota para el ejército español, con numerosas bajas. En respuesta, el gobierno decidió incrementar el número de tropas enviando reservistas.
Esta decisión fue muy impopular, ya que el sistema de quintas ya generaba rechazo, y la movilización de reservistas, muchos de ellos casados y con familia, aumentó el descontento.
La Semana Trágica y la caída de Maura
El malestar contra la guerra culminó en Barcelona el 18 de julio de 1909, cuando se produjo el embarque de tropas hacia Marruecos. Se convocó una huelga general organizada por republicanos, socialistas y anarquistas, que derivó en una explosión de ira popular.
Durante una semana, se levantaron barricadas, se produjeron enfrentamientos violentos y se incendiaron edificios religiosos, en un estallido de carácter revolucionario, antimilitarista y anticlerical.
El gobierno declaró el estado de guerra, y el 2 de agosto la revuelta ya estaba sofocada. La represión fue muy dura, con numerosos detenidos, más de doscientos consejos de guerra y cinco condenas a muerte, entre ellas la de Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo y fundador de la Escuela Moderna, acusado de ser el instigador ideológico de la revuelta, aunque no había participado directamente.
Su ejecución provocó protestas en España y en toda Europa, lo que aumentó la presión sobre Alfonso XIII para que destituyera a Antonio Maura, quien finalmente cedió el gobierno a José Canalejas.
3. El reformismo liberal de Canalejas
José Canalejas, líder del Partido Liberal, gobernó entre 1910 y 1912 con el objetivo de modernizar la política y la sociedad, buscó atraer a las clases populares y limitar el poder de la Iglesia. Entre sus principales reformas destacan:
- Relación Iglesia-Estado: Impulsó la separación de la Iglesia y el Estado, eliminó el monopolio religioso en la enseñanza y propuso un nuevo modelo de financiación de la Iglesia. La Ley del Candado limitó la aparición de nuevas órdenes religiosas, lo que provocó un conflicto con el Vaticano.
- Reforma fiscal: Eliminó los consumos y los sustituyó por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas, lo que generó el rechazo de las clases altas.
- Ley de reclutamiento: Suprimió la redención en metálico, aunque permitía reducir la duración del servicio mediante el sistema de soldados de cuota.
- Legislación laboral: Prohibió el trabajo nocturno de las mujeres, aunque mantuvo una política de represión severa contra huelgas y conflictos laborales.
- Canalejas también intentó atraer el nacionalismo catalán con la Ley de Mancomunidades, que permitía a las diputaciones provinciales unirse para gestionar determinados servicios. Sin embargo, la Mancomunidad de Cataluña no se constituyó hasta su sucesor, Eduardo Dato.
- En política exterior, continuó la presencia en Marruecos y firmó el Tratado franco-español de 1912.
El asesinato de Canalejas en 1912 debilitó aún más el sistema de turnos. Sin Maura ni Canalejas, los partidos se fragmentaron. En el Partido Liberal, destacaron el conde de Romanones y Santiago Alba, mientras que en el Partido Conservador, Eduardo Dato asumió el liderazgo hasta su asesinato en 1921.
4. El fortalecimiento de la oposición
La oposición política más fuerte en este periodo fue el republicanismo. En 1903 se fundó Unión Republicana, liderada por Nicolás Salmerón, que se integró con fuerzas regionalistas en Solidaritat Catalana. Esta alianza generó una división interna que llevó a la creación del Partido Radical, dirigido por Alejandro Lerroux, que tenía un discurso anticatalanista, anticlerical y revolucionario, con gran apoyo entre las clases populares de Barcelona. Tras la Semana Trágica, Lerroux se trasladó a Madrid, moderó su discurso y perdió apoyo.
En Valencia, el escritor Vicente Blasco Ibáñez impulsó el blasquismo, un movimiento republicano y anticlerical. En 1912, surgió el Partido Reformista, con figuras como Manuel Azaña y Ortega y Gasset.
El PSOE, por su parte, comenzó a abandonar su aislamiento y en 1910 se unió a una coalición con los republicanos, logrando su primer diputado, Pablo Iglesias. Otros líderes socialistas destacados fueron Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, este último al frente del sindicato UGT. Con la Revolución Rusa, el partido sufrió una división que en 1921 dio lugar al Partido Comunista de España (PCE).
La derecha antiliberal seguía representada por el carlismo. En 1909, tras la muerte del pretendiente Carlos María de Borbón, su hijo Jaime asumió el liderazgo, dando origen al jaimismo, con influencia en País Vasco, Navarra y Cataluña. Aunque antiliberales, aceptaron participar en elecciones, logrando algunos diputados, y desde 1917 comenzaron a pedir una dictadura.
Más a la derecha del carlismo estaba el Partido Católico Nacional o Integrista, de ideología ultraconservadora, y el Partido Tradicionalista, surgido en el siglo XX. Estas facciones acabarían uniéndose en la Comunión Tradicionalista durante la II República.
El crecimiento de los movimientos nacionalistas
Los movimientos nacionalistas también se fortalecieron. En Cataluña, el principal partido fue la Lliga Regionalista, liderada por Francesc Cambó, con apoyo de la burguesía y clases medias. En el País Vasco, el nacionalismo se debatía entre independentismo, autonomismo y catolicismo, lo que generó divisiones que finalmente se agruparon en el PNV. En Galicia, el Rexurdimento evolucionó del nacionalismo cultural al político, con la creación de la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), liderada por Casares Quiroga, un partido de izquierdas.
También surgieron movimientos nacionalistas con menor impacto en Valencia y Aragón. En Andalucía, Blas Infante impulsó el andalucismo, criticando el caciquismo y el latifundismo como responsables de la miseria rural. En las asambleas de Ronda y Córdoba se sentaron las bases del movimiento, reivindicando el proyecto constitucional de 1883 y adoptando la bandera verdiblanca y el escudo. Sin embargo, el andalucismo no tuvo gran impacto, ya que estaba impulsado por las clases medias, mientras el campo estaba marcado por el anarquismo obrero y la fuerte oposición de las élites terratenientes.
Conclusión
El sistema de la Restauración estaba en crisis desde 1898, ya que representaba una estructura dominada por una oligarquía de caciques y terratenientes, que mantenía excluida a gran parte de la sociedad.
Los intentos de regeneración promovidos por Maura y Canalejas fracasaron porque no modificaban el sistema de fondo. Mientras tanto, la población buscaba alternativas más radicales, lo que llevó a una inestabilidad crónica.
En este contexto se produjeron los acontecimientos de 1917, que supusieron un desafío definitivo al sistema, junto con el Desastre de Annual, lo que precipitó su caída y la instauración de la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
Unidad Temática 2: La Revolución de 1917 y la crisis del sistema político de la Restauración
Introducción
El sistema de la Restauración fue incapaz de superar sus propias contradicciones internas, y dos grandes acontecimientos llegaron a certificar su fin. Por un lado, los relacionados con el estallido de la I Guerra Mundial y la Revolución rusa de 1917, que debilitaron aún más al régimen. Por otro lado, el Desastre de Annual, que aceleró el colapso del sistema, abriendo paso a una solución autoritaria. El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado, que terminó con el sistema político de la Restauración e inició una dictadura militar que se extendió hasta 1930.
1. El impacto de la Gran Guerra
España, al estar aislada de las grandes alianzas internacionales, proclamó su neutralidad en la I Guerra Mundial (1914-1918). Este aislamiento fue clave, ya que a nivel de población, las clases más conservadoras y autoritarias tomaron partido a favor de Alemania (germanófilos), mientras que los sectores más progresistas, especialmente en Cataluña, se alinearon con los Aliados (aliadófilos). El socialismo, por su parte, se declaró en contra de la guerra imperialista, manteniendo una postura internacionalista, mientras que el anarquismo también se opuso activamente, promoviendo la organización de un Congreso por la paz.
La neutralidad española trajo consigo un crecimiento económico importante, basado en las exportaciones de productos industriales y agrícolas a los dos bandos. Las grandes beneficiadas fueron las industrias de la siderurgia vasca, la minería asturiana y el textil catalán, que vieron cómo sus beneficios se multiplicaban por diez. Sin embargo, este crecimiento trajo consigo un deterioro en las condiciones de vida de los trabajadores, ya que al destinarse la mayor parte de estos bienes a la exportación, la inflación aumentó considerablemente. Por ejemplo, el precio del trigo subió más de un 70%, mientras que los salarios no aumentaron en la misma proporción. Se calcula que el coste de la vida subió entre un 15 y un 20%, lo que agravó aún más las tensiones sociales.
2. El auge de los movimientos obreros y la crisis de 1917
Durante este periodo, los sindicatos de clase experimentaron un espectacular crecimiento. La UGT, por ejemplo, pasó de tener 33.000 miembros en 1902 a 240.000 en 1921, siendo uno de sus principales líderes Largo Caballero. Por otro lado, la CNT, un sindicato no vinculado a los partidos políticos, creció de manera notable, pasando de 30.000 a 800.000 miembros en pocos años. Este sindicato mantenía una estrategia centrada en la lucha contra el capitalismo a través de la huelga general revolucionaria. Entre sus principales líderes destacaron Ángel Pestaña y Salvador Seguí.
Además, las organizaciones obreras comprendieron la importancia de la formación de la clase trabajadora para mejorar su nivel cultural y, en consecuencia, fundaron diferentes Ateneos como lugares de encuentro y actividad formativa. El PSOE también contribuyó a esta causa, creando las Casas del Pueblo. Desde la clase media librepensadora surgieron propuestas educativas innovadoras, como la Escuela Moderna de Ferrer y Guardia, que buscaba mejorar la educación popular.
Con el deterioro de las condiciones de vida desde 1916, la conflictividad social aumentó considerablemente. La crisis de 1917, que se produjo en este contexto de tensión, se caracterizó por tres grandes vertientes. En primer lugar, desde el ámbito social, los sindicatos UGT y CNT convocaron una huelga general en 1917, que recibió un gran apoyo popular debido a la difícil situación de las clases trabajadoras. En segundo lugar, el ámbito militar también fue una de las vertientes clave, ya que se organizaron las Juntas de Defensa, compuestas por militares que culparon al gobierno de los males del ejército y exigieron también una renovación política.
La reacción del gobierno ante la crisis fue represiva: se declaró la ley marcial, se aplicaron Consejos de guerra y se disolvieron tanto la Asamblea de Parlamentarios como las Juntas de Defensa. A pesar de que el sistema estuvo a punto de colapsar, el miedo a una revolución social permitió que el sistema de la Restauración sobreviviera cinco años más. Sin embargo, estos años de inestabilidad aceleraron la caída del sistema y el ascenso de soluciones autoritarias como el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
3. La descomposición del sistema
El fin de la I Guerra Mundial supuso una caída abrupta en las exportaciones, lo que llevó al cierre de numerosas fábricas, aumentando considerablemente el paro. Esto ocurrió en un contexto de estanflación, es decir, una combinación de inflación y estancamiento económico, que empobreció aún más a la población. A este panorama se le sumó la influencia de la Revolución rusa de 1917, que generó esperanza entre las clases trabajadoras y miedo en la burguesía y la oligarquía.
La zona más afectada por esta situación fue Cataluña. Uno de los movimientos más significativos tuvo lugar en La Canadiense, una empresa de electricidad de Barcelona, donde una huelga de 44 días consiguió la implantación de la jornada laboral de ocho horas.
En Andalucía, la miseria del campesinado y las aspiraciones de cambio social, inspiradas por el triunfo de la Revolución soviética, impulsaron numerosas revueltas anarquistas. En estas revueltas, se quemaron cosechas, se ocuparon tierras, se repartieron propiedades y se tomaron ayuntamientos. La vanguardia de este movimiento se encontraba en Córdoba, donde más de 30.000 trabajadores participaron en las protestas. Desde allí, las revueltas se extendieron por toda Andalucía, Castilla y Extremadura. El gobierno reaccionó de manera represiva, declarando el Estado de guerra.
El historiador Díaz del Moral acuñó la denominación de “Trienio Bolchevique” para describir esta explosiva situación prerrevolucionaria que vivió Andalucía entre 1918 y 1921.
Por su parte, los empresarios crearon la Federación Patronal y contrataron a asesinos a sueldo para eliminar a los líderes sindicales. Organizaciones católicas conservadoras fundaron el Sindicato Libre, que, con el apoyo de la patronal, comenzó a tomar medidas violentas contra el sindicalismo anarquista. Algunos grupos de la CNT respondieron con atentados, entre ellos Los Solidarios, un grupo destacado cuyo líder más conocido fue Buenaventura Durruti, junto a Ascaso y García Oliver.
La Federación Patronal barcelonesa contó con la colaboración del gobierno, especialmente del general Martínez Anido, gobernador civil que protegió a los pistoleros a sueldo de la patronal, mientras se aprobaba y aplicaba la Ley de fugas. Durante estos años, conocidos como los años del pistolerismo, se produjeron cerca de 800 atentados, incluidos los asesinatos del presidente conservador Eduardo Dato, de importantes empresarios y sindicalistas, como Salvador Seguí (El noi del Sucre).
A su vez, la debilidad de los partidos del turno (muy fragmentados) les impedía conseguir mayorías absolutas, incluso con la manipulación electoral. Entre 1918 y 1923, se sucedieron diez gobiernos, lo que reflejaba la inestabilidad política del sistema.
4. La cuestión marroquí
La presencia militar española en Marruecos seguía en aumento, impulsada por los intereses de una parte del ejército (los llamados africanistas), de ciertos empresarios y del propio Alfonso XIII, a pesar del rechazo popular, cuya máxima expresión había sido la Semana Trágica de Barcelona en 1909.
En 1921, las fuerzas españolas mandadas por el general Silvestre sufrieron una estrepitosa derrota en Annual, con más de 13.000 muertos. Este Desastre provocó un terrible impacto en la opinión pública, que estaba muy en contra de la guerra en Marruecos. Ante la magnitud de la derrota, el gobierno se vio obligado a crear una Comisión de investigación, presidida por el general Picasso.
El informe Picasso, enviado a las Cortes, proponía el procesamiento de 39 oficiales y sugería que la responsabilidad de la derrota podría extenderse hasta el propio rey. Sin embargo, antes de que el Congreso pudiera emitir su dictamen sobre el informe, se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923, lo que impidió conocer las conclusiones de dicha comisión.
CONCLUSIÓN
La I Guerra Mundial supuso un periodo de prosperidad que aumentó las desigualdades sociales. Su final, junto con la crisis posterior y el ejemplo de la Revolución rusa, impulsó las reivindicaciones obreras, generando enfrentamientos con la patronal y sus sicarios. A su vez, el gobierno se debilitaba por tensiones internas y su distancia con la oposición, lo que solo le permitió recurrir a la represión. El Desastre de Annual evidenció la decadencia del sistema de la Restauración y amenazó la figura del monarca, que permitió el golpe de Estado de Primo de Rivera, poniendo fin al turnismo.
Unidad temática 3: LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)
El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado que puso fin al sistema político de la Restauración, comenzando así una dictadura militar que duraría hasta 1930. En un primer momento, la dictadura se presentó como una solución provisional para restaurar el sistema parlamentario, pero con el tiempo, Primo de Rivera intentó perpetuarse en el poder, lo que no fue aceptado por quienes lo apoyaron inicialmente. La caída de la dictadura arrastró al rey Alfonso XIII, quien permitió este régimen, y a su incapacidad para liderar un proceso de transición política, lo que llevó a la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931.
En el ámbito internacional, la dictadura tuvo lugar en el contexto de entreguerras, tras la I Guerra Mundial (1914-1919), la Revolución rusa de 1917, el nacimiento de la URSS y el surgimiento de los fascismos y la extrema derecha en Europa, apoyados por la burguesía temerosa de la expansión de la revolución y el movimiento obrero.
1. El Golpe Militar
El 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de Estado que triunfó sin resistencia. Con la ayuda del ejército, ocupó las principales capitales españolas. El gobierno constitucional de García Prieto no logró frenar el movimiento, iniciándose la primera dictadura española del siglo XX. Primo de Rivera publicó un manifiesto en el diario ABC, con un tono regeneracionista y populista, buscando la adhesión popular. Su ideario se alineaba con la idea regeneracionista de un “cirujano de hierro” de Joaquín Costa: una dictadura temporal que pusiera orden en la política. Justificó el golpe alegando que el régimen constitucional estaba bloqueado y había riesgo de revolución social, presentándose como el remedio para impulsar una regeneración, eliminando el caciquismo, la corrupción y otros males. Su intención era gobernar con el apoyo del ejército y la burguesía conservadora, defendiendo el orden, la autoridad del ejército, el amor al rey y a la patria. Su acción puede interpretarse más como un intento de frenar las reformas que como una genuina intención de regenerar el sistema de la Restauración. Tras unas horas de vacilación, Alfonso XIII legitimó el golpe, nombrando a Primo de Rivera presidente del Gobierno y encargándole formar un gobierno de militares. Con esta decisión, el rey daba amparo legal a la dictadura y dejaba en suspenso el régimen constitucional vigente desde 1876.
La connivencia del rey con la dictadura ha sido motivo de debate. Según el historiador Carlos Seco, Alfonso XIII tenía conocimiento del golpe antes de que se produjera y lo aceptó, mientras que otros historiadores, como Tusell, afirman que el rey solo “reconoció al vencedor”. No importa tanto si el monarca conocía previamente los planes de la conspiración militar de Primo de Rivera, sino si, una vez conocidos, los compartió y asumió. El sentido que el general Primo de Rivera le dio al golpe coincidía con los deseos del monarca.
2. Las Bases Sociopolíticas
Una vez superada la sorpresa inicial, las posturas de la sociedad española ante el régimen se posicionaron de la siguiente manera:
- El ejército, los terratenientes y los miembros de la burguesía industrial y financiera recibieron el golpe con entusiasmo, aunque pronto comenzaron a surgir actitudes críticas, especialmente tras el movimiento estudiantil y las críticas de los intelectuales.
- El movimiento obrero se mostró dócil con el régimen debido, en parte, a la represión antianarquista. La CNT, que estaba muy debilitada en 1923, desapareció prácticamente de la escena durante siete años. Además, hubo un acercamiento del régimen al PSOE y la UGT, permitiéndoles participar en la elaboración de la nueva legislación laboral, aunque esto no implicó una colaboración política directa con la dictadura. Esta actitud se mantuvo hasta 1929.
- A nivel político, el principal apoyo del régimen fue la derecha católica y los sectores más autoritarios del partido conservador. En cuanto a la Iglesia, se movió con cautela para no vincular su suerte al dictador.
3. Etapas de la Dictadura
Podemos diferenciar dos etapas: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930).
3.1. Directorio Militar (1923-1925)
El Directorio Militar, formado por ocho generales y un almirante, actuó como un órgano asesor, aunque Primo de Rivera concentraba en sus manos todos los poderes. La acción política se centró en tres ejes principales:
- Reforma política-administrativa: Las primeras medidas mostraron el carácter dictatorial del régimen. Se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron las Cortes, y se ilegalizaron los partidos políticos. Se militarizó la administración, ocupando los puestos con militares para acabar con la oligarquía y el caciquismo. Se elaboró un Estatuto Municipal que intentaba acabar con el caciquismo, sustituyendo a los antiguos alcaldes y concejales por juntas de vocales, formadas por los mayores contribuyentes de cada localidad. Sin embargo, esto no supuso una verdadera regeneración política.
- Creación de la Unión Patriótica: En 1924 se creó la Unión Patriótica, un partido único que actuó como apoyo social a la dictadura. Su lema fue “Dios, Patria y religión”. Estaba compuesto por católicos, funcionarios, antiguos caciques rurales, industriales y terratenientes, pero no logró atraer a las masas populares. El partido dependía completamente de Primo de Rivera y del gobierno, lo que llevó a su disolución tras la caída de la dictadura.
- Mantenimiento del orden público: Se decretó el Estado de guerra durante todo el Directorio Militar. Se suspendieron las libertades, se prohibieron las huelgas y los sindicatos, encarcelando a sus líderes. La represión se llevó a cabo mediante los Somatén, milicias urbanas armadas, que ayudaban a la policía en la vigilancia y control del orden público.
- La cuestión marroquí: Primo de Rivera asumió el cargo de Alto Comisionado de Marruecos. Aunque inicialmente era contrario al intervencionismo militar, su postura cambió y, al fracasar en sus acuerdos de paz con el líder rifeño Abd-el-Krim, lanzó una ofensiva militar con Francia. El desembarco en Alhucemas en 1925 fue un éxito y permitió poner fin a años de guerra, recuperando el honor del ejército español, que había sido cuestionado en el informe Picasso y tras los fracasos de 1898.
3.2 DIRECTORIO CIVIL (1925-1930)
Tras el éxito en Marruecos, muy bien valorado por la opinión pública, Primo decidió institucionalizar el régimen creando el Directorio Civil, junto a los ministros militares, nombró ministros civiles para las medidas económicas y sociales. Pero hacía falta una norma que hiciera las veces de marco constitucional. Se convocó en 1927, una Asamblea Nacional Consultiva, con 400 miembros, representantes del Estado, de los municipios, de las provincias, de la Unión Patriótica y de distintas áreas, como la enseñanza, actividades empresariales, etc.
Pero no eran unas Cortes democráticas, el Gobierno nombró directamente a la mayoría de los miembros y no logró integrar a la oposición (liberales, intelectuales, republicanos…). Es una cámara corporativa y con carácter consultivo, que elaboró un proyecto de Constitución (1929) para legitimar la dictadura, que no se promulgó. También necesitaba contar con un órgano periodístico propio, altavoz propagandístico del régimen, será el diario “La Nación”.
a) Política económica
Durante los años veinte, la coyuntura económica internacional fue muy favorable. El Estado practicó una política intervencionista para fomentar la actividad económica: protegiendo la industria nacional y fomentando la inversión pública. Entre las principales actuaciones, podemos destacar:
- La protección de la industria nacional, con aranceles muy altos para evitar la competencia extranjera y ayudas del Estado para favorecer la creación de industrias nuevas y desarrollar las existentes. Las ferroviarias recibieron ayudas para su modernización, y las navieras: la Transmediterránea y la Transatlántica.
- La creación de monopolios, como Compañía Telefónica, Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos e Iberia (CAMPSA) o Iberia. Esto permitió una modernización en comunicaciones y en las fuentes de energía.
- Grandes obras públicas. Grandes proyectos de Obras Públicas: construcción de embalses, puertos, carreteras y vías férreas. Se crean las Confederaciones Hidrográficas para evitar el control de los terratenientes sobre el riego y coordinar el uso del agua de los ríos: regadíos, producción de energía eléctrica o abastecimiento urbano.
La construcción de embalses permitió poner en regadío más de 100.000 hectáreas y multiplicaron la producción de energía hidroeléctrica. La política económica tuvo efectos positivos.
El éxito del régimen permitió organizar exposiciones internacionales en Barcelona y la Iberoamericana en Sevilla (1929), mostrando los avances técnicos y científicos. Aunque se modernizó el país, pronto se vieron oscurecidas por el endeudamiento del Estado ante los importantes gastos y por la coyuntura de la crisis económica mundial de 1929. Los grandes problemas de la economía española no se resolvieron, sobre todo el agrícola, que con el desigual reparto de la tierra, mantenía en condiciones miserables a miles de jornaleros/as.
b) La política social
El Directorio puso en marcha un modelo de relaciones laborales para eliminar los conflictos sociales con la intervención del Estado y con un reformismo social, para atraerse al obrerismo más moderado, y recurrió a medidas populistas y paternalistas (programas de viviendas obreras baratas, mejora en los servicios sociales, subsidio a familias numerosas y beneficios por maternidad, construcción de escuelas, institutos y servicios sanitarios) y la integración de estos sectores moderados en organismos de mediación y arbitraje creados al efecto.
Las relaciones laborales se basaron en el modelo corporativo, se creó la Organización Corporativa Nacional, un sindicato vertical, cuya base eran los “comités paritarios” de cada oficio, con una representación igual de patronos y obreros, y un delegado gubernamental. En ellos se fijaban salarios, condiciones de trabajo y labores de mediación y arbitraje en caso de conflictos. El éxito de esta medida se debió a la participación en los “comités paritarios” de UGT y algunas organizaciones socialistas. Tuvo buena acogida el Código de Trabajo (1926), que incorporaba la jurisprudencia y las orientaciones de la Organización Internacional del Trabajo. La aceptación de la política laboral por parte del socialismo y la represión del anarquismo hicieron que la conflictividad social y laboral se redujera bastante durante estos años, principal objetivo de estas actuaciones.
4. LA CAÍDA DE LA DICTADURA
El amplio consenso del que se benefició el régimen de Primo de Rivera en sus comienzos, se mantuvo los dos primeros años, debido a la resolución de problemas: orden público, cuestión marroquí o reformas económicas.
A partir de 1928, la Dictadura empezó a perder apoyos y arreciaron las críticas y la oposición, debido a su incapacidad para lograr una salida constitucional y política al régimen de excepción.
Los primeros brotes opositores vinieron de intelectuales (Valle-Inclán, Unamuno, Ortega y Gasset o S. Albornoz) que criticaban la suspensión de libertades políticas. Las Universidades y los estudiantes promovieron campañas antidictatoriales. En 1928 se produjeron graves incidentes estudiantiles que provocaron el cierre de las Universidades de Madrid y Barcelona, la sustitución de sus rectores y la expulsión de los alumnos implicados.
Los estudiantes llegaron a poner en el Palacio Real un cartel que decía «se alquila».
Otro frente opositor fueron los republicanos, se unieron y fundaron el partido Alianza Republicana.
Los líderes de los antiguos partidos del turno, criticaron la excesiva duración del régimen de Primo de Rivera y reprochaban a la Dictadura haber terminado con la Constitución de 1876.
También perdió el apoyo de una parte de los mandos del Ejército, con varias conspiraciones.
Importante es la oposición de los catalanistas, debido a la política antiautonomista de la Dictadura.
Dentro del movimiento obrero, por un lado, los socialistas (PSOE) se mostraron contrarios al continuismo del régimen y apoyaron la República. La CNT, contraria al régimen, mostró su actitud más revolucionaria a raíz de la creación de la Federación Anarquista Ibérica, 1927, partidaria de la insurrección popular para desestabilizar al régimen, inició una oleada de huelgas ante la crisis mundial de 1929. El PCE se fundó en 1921, aún débil.
A fines de 1929, el régimen de Primo de Rivera se hallaba aislado, deslegitimado y sin el apoyo del monarca.
Primo de Rivera empezó a tomar conciencia de que se estaba quedando solo. A la falta de apoyo político y social se unió una grave crisis económica: la deuda pública se había duplicado, se tuvo
que devaluar la peseta y se incrementó el déficit comercial. La situación se complicó aún más a finales de 1929 con la reanudación de la protesta estudiantil y la preparación de un nuevo golpe en el que intervinieron civiles y militares. Aislado, Primo se dirigió a los jefes militares para saber si seguía contando con su apoyo. Las tibias respuestas obtenidas, junto con la retirada del apoyo del rey (temeroso de que la caída de la dictadura le afectase negativamente), hacen que presente su dimisión en enero de 1930, aceptada de inmediato por el rey. De este modo, tras seis años, la Dictadura había terminado. Su dimisión aceleró las cosas y abrió una breve etapa de tránsito que se conoce como dictablanda.El rey nombró jefe del gobierno al general Berenguer, con la intención de la vuelta al régimen constitucional.Los republicanos, catalanistas y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), acordando crear un Comité Revolucionario, que contactaría con los militares republicanos y con los obreros para organizar un levantamiento que hiciera caer el régimen y proclamar la República, y se haría el 15 de diciembre.Sin embargo, los planes se vieron frustrados por el levantamiento militar de Jaca del 12 de diciembre de 1930 a favor de la República. Esta sublevación fue controlada por el gobierno, siendo sus promotores fusilados, lo cual contribuyó a avivar los sentimientos republicanistas entre la opinión pública. Después fueron detenidos la mayor parte de los integrantes del Comité Revolucionario. Desde principios de 1931 se recrudece la agitación social, con huelgas y revueltas. El gobierno de Berenguer, falto de apoyos y cada vez con menos fuerza, no consiguió dominar la situación y dimitió.En febrero de 1931 el almirante Aznar establece un nuevo gobierno, prometiendo elecciones y Cortes constituyentes. El 12 de abril de 1931 se celebran elecciones municipales. Estas elecciones fueron entendidas por los españoles como un plebiscito a favor o en contra de una monarquía identificada con la dictadura y triunfarán las candidaturas republicanas. Esto forzó la abdicación de Alfonso XIII y el 14 de abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española.CONCLUSIÓN.La dictadura de Primo de Rivera fomentó el desarrollo económico y mantuvo el orden social a través de la represión, la suspensión de la Constitución, la prohibición de la actividad política y el recorte de derechos y libertades. El intento final de establecer un Estado corporativista apoyado por un partido único fracasó, y tras el fallido intento de volver al régimen de la Restauración por parte de Alfonso XIII, se abrirá paso una nueva etapa de democratización en la Historia de España: la II República.