Contexto Imperialista del Siglo XIX
En el siglo XIX, el imperialismo, lejos de tener el significado negativo actual, poseía una connotación positiva; era considerado un factor de orgullo nacional. En ese contexto se explican las crisis que se producían donde existía un choque imperialista o cuando alguna potencia llegaba tarde a la adquisición de nuevos territorios.
La Conferencia de Berlín y la Carrera por África
Inicialmente, el dominio de la costa solía implicar el dominio del interior del territorio. Hubo que empezar a regular este método, lo cual se intentó en el Congreso de Berlín de 1884-1885 (aunque el texto original menciona 1888, este se desarrolló en uno de los países que había llegado relativamente tarde al reparto colonial, Alemania). Este congreso estableció la necesidad de la ocupación efectiva de todo el territorio para reclamar la soberanía, y no solo el control de la costa. Esto se tradujo en una acelerada carrera colonizadora en un continente cuyo corazón apenas había sido penetrado: África.
Las disputas por la conquista del continente africano dieron lugar a grandes crisis internacionales. Quizá la más famosa sea la del Incidente de Fachoda (1898). Se había producido un acuerdo tácito entre ingleses y franceses para delimitar sus zonas de influencia en África. Los británicos establecieron una línea de expansión Norte-Sur, desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo; mientras que los franceses se distribuyeron en una línea Oeste-Este, desde Senegal hasta Yibuti. Estas líneas proyectadas se cruzaban en Fachoda (Sudán). Los franceses llegaron antes, pero su guarnición era débil, lo que provocó tensiones con los británicos que llegaron después con una fuerza superior.
Potencias en Declive y Emergentes hacia 1898
Otro aspecto bélico relevante en el contexto cercano a 1898 fue el papel jugado por Rusia y España, consideradas dos potencias europeas en decadencia. Rusia sufriría una importante derrota contra Japón en la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905) y España contra los Estados Unidos en 1898. En cambio, surgieron dos nuevas grandes potencias: los Estados Unidos y Japón.
La Expansión Estadounidense
Desde su fundación y especialmente tras el fin de la Guerra de Secesión (1861-1865), los Estados Unidos, impulsados por la doctrina del Destino Manifiesto, se expandieron tanto por el Atlántico como por el Pacífico. Además, crearon plataformas de seguridad geoestratégica, como la compra de Alaska a Rusia (1867). Cuba era vista como una de esas potenciales plataformas de seguridad. La intervención estadounidense contribuyó a romper la frágil tregua existente en la isla, a pesar de que el gobierno español, en la época de Maura, había intentado implementar algunas reformas, aunque estas llegaron tarde.
La Cuestión Cubana
Nacionalismo Cubano
La figura fundamental del nacionalismo cubano fue José Martí, quien advirtió que, tras una posible pérdida de soberanía por parte de España, este papel dominante podría ser adquirido por los vecinos del Norte (Estados Unidos). El lobby cubano, impulsado por figuras como Martí, buscó influir en la política estadounidense respecto a la isla, en un contexto donde enmiendas como la Teller (que declaraba que Estados Unidos no tenía intenciones de anexar Cuba) intentaban definir el alcance de la intervención.
El Papel de la Prensa y el Incidente del Maine
La prensa sensacionalista estadounidense azuzó el conflicto contra España. Para los españoles, que ya habían perdido casi todo su imperio continental americano, no existía una mentalidad imperialista moderna, sino la vieja mentalidad colonial, que consideraba estos territorios (Cuba, Puerto Rico, Filipinas) como provincias propias. El Incidente del Maine, la explosión del acorazado estadounidense en el puerto de La Habana en febrero de 1898, fue aprovechado por los Estados Unidos como pretexto para intervenir militarmente en el conflicto cubano.
La Guerra Hispano-Estadounidense (1898)
La Guerra Hispano-Estadounidense puso de manifiesto el desconocimiento que existía en Europa sobre la verdadera capacidad militar de España y el poder emergente de Estados Unidos. Muchos europeos pronosticaban una victoria sencilla para España.
En este conflicto volvió a evidenciarse la carencia de una política exterior española coherente y eficaz. La flota enviada a Cuba, al mando del almirante Cervera, tuvo infinidad de problemas logísticos para llegar a su destino, ya que muchos países, siguiendo presiones estadounidenses o por neutralidad, negaron el permiso para que los buques españoles carbonearan en sus puertos.
La estrategia bélica recuerda, en cierta medida, al posterior bloqueo de Cuba durante la Crisis de los Misiles: los Estados Unidos realizaron un bloqueo naval de la isla. El desastre en la batalla naval de Santiago de Cuba fue fatal para la flota española. La batalla terrestre en lugares como El Caney o las Lomas de San Juan también fue desigual, enfrentando a menudo a tropas españolas mal equipadas y superadas en número (aunque la proporción citada de 3000 americanos contra 700 españoles requiere matización según el combate específico).
La Cuestión Filipina
Junto al problema cubano, hay que añadir la cuestión filipina, que contaba con características singulares. La presencia española estaba muy influida por las órdenes religiosas dependientes de la Corona. Filipinas era un territorio con una notable mezcla interracial.
Allí, José Rizal creó la Liga Filipina, un movimiento reformista. Más tarde surgió el Katipunan, una organización secreta de estructura similar a la masonería, con un carácter independentista más radical, en la que participaron figuras clave como Andrés Bonifacio y Emilio Aguinaldo (aunque Arellano fue más bien una figura del posterior gobierno). El objetivo del Katipunan era abolir la soberanía española y expulsar a las órdenes religiosas. La actuación militar española tuvo cierto éxito inicial y consiguió desarticular parcialmente al Katipunan en 1896-1897, ejecutando a Rizal.
En 1898, aprovechando la guerra hispano-estadounidense, se constituyó un primer gobierno provisional filipino. Aguinaldo, que había estado exiliado en Hong Kong, entró en contacto con los Estados Unidos. Estos mandaron una flota al mando del almirante Dewey con el pretexto de garantizar sus intereses, que destruyó a la escuadra española en la batalla de Cavite.
El Tratado de París y las Consecuencias
Las conversaciones de paz se desarrollaron en París a finales de 1898 (Tratado de París). Más que conversaciones, fueron prácticamente un dictado norteamericano. España perdió sus últimas colonias importantes: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
- Cuba obtuvo una independencia formal, aunque bajo una fuerte influencia estadounidense (posteriormente regulada por la Enmienda Platt).
- Puerto Rico quedó anexionado a los Estados Unidos.
- Filipinas pasó de ser dominada por España a estar dominada por los Estados Unidos, tras el pago de 20 millones de dólares a España.
El Impacto en España: El Regeneracionismo
El Desastre del 98 tuvo una repercusión extraordinaria en la historia de España, dando lugar a un movimiento intelectual y político que se denomina Regeneracionismo. El Regeneracionismo supuso una profunda reflexión crítica sobre España, sobre su historia, sus males y sus posibles soluciones.
Existieron varios tipos de Regeneracionismo. Entre ellos destacan:
- El regeneracionismo tecnocrático y económico, representado principalmente por Joaquín Costa, quien desde Zaragoza abogaba por modernizar el país con el lema «Escuela y despensa», organizar a los productores y reformar el sistema económico y político («cirujano de hierro»).
- El regeneracionismo más filosófico o mitológico, que reflexionaba sobre la «esencia» de España y sus problemas identitarios, siendo Ángel Ganivet (con su Idearium español) uno de sus mayores representantes, aunque murió antes de la guerra.
La guerra del 98 también marcó un punto de inflexión político, acelerando la crisis del sistema de la Restauración y preparando el terreno para los desafíos del reinado de Alfonso XIII, que comenzaría poco después (1902).