El Reformismo Conservador y la Semana Trágica. Evolución de los Nacionalismos
A principios del siglo XX, España vivió la crisis del sistema de la Restauración y la llegada a la mayoría de edad de Alfonso XIII, quien adoptó un papel intervencionista y se acercó al militarismo, lo que dañó su imagen. Tras el asesinato de Cánovas y la muerte de Sagasta, políticos como Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal) intentaron reformar el sistema, influenciados por el regeneracionismo. Sin embargo, la falta de un liderazgo sólido y las disputas internas generaron inestabilidad política y frecuentes cambios de gobierno.
Maura asumió el poder en 1903 con la intención de fortalecer el Estado y evitar una revolución. Implementó reformas como la Ley Electoral de 1907, la Ley de Administración Local y mejoras sociales como el Instituto Nacional de Previsión. También promovió la intervención estatal en la economía para fomentar la industria, aunque sus reformas no lograron transformar el sistema ni acabar con la inestabilidad.
En el ámbito internacional, España expandió su presencia en Marruecos, donde las tribus bereberes se opusieron con fuerza, lo que llevó a una intervención militar intensificada. En 1909, tras la derrota en el Barranco del Lobo, el gobierno reforzó el ejército con reservistas, lo que provocó descontento social.
El 18 de julio de 1909 comenzó en Barcelona una protesta contra el envío de tropas a Marruecos, conocida como la Semana Trágica. La revuelta duró una semana, con enfrentamientos y saqueos. El ejército sofocó la protesta con represión, arrestando a cientos y ejecutando cinco de las 17 condenas a muerte, incluida la de Francisco Ferrer y Guardia. La represión generó críticas en Europa y forzó a Alfonso XIII a destituir a Maura.
En la oposición, el republicanismo fue la principal fuerza. En 1903 se fundó Unión Republicana de Nicolás Salmerón, y en 1908, Alejandro Lerroux creó el Partido Radical. En Valencia, Vicente Blasco Ibáñez promovió el blasquismo. El PSOE se unió a la coalición republicano-socialista en 1910, logrando 27 escaños y su primer diputado en el Congreso. En 1921, nació el PCE. En 1912, Melquíades Álvarez fundó el Partido Reformista.
El carlismo mantuvo su presencia, con el jaimismo tras la muerte de Carlos María de Borbón. En 1919, una escisión liderada por Juan Vázquez de Mella fundó el Partido Tradicionalista.
El nacionalismo catalán fue el más influyente en las primeras décadas del siglo XX. La Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó, fue el partido de mayor apoyo, adoptando una postura conservadora y monárquica. Esto llevó a la creación del Centre Nacionalista Republicà en 1907, un partido republicano. En las elecciones de 1907, los partidos catalanistas formaron Solidaritat Catalana, una candidatura unitaria. La creación de nuevos estados como Irlanda en 1921 impulsó la radicalización de algunos grupos, originando Estat Català.
El nacionalismo vasco se centró en debates sobre identidad, entre independentismo, autonomismo y catolicismo. En 1921, surgió el grupo Aberri, que se reunificó con el PNV en 1930. El nacionalismo gallego evolucionó de un movimiento cultural a uno político con la formación de As Irmandades da Fala, y en 1929 se fundó la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma).
El Reformismo Liberal y el Impacto de la Primera Guerra Mundial
Bajo el liderazgo de José Canalejas, el Partido Liberal llevó a cabo varias reformas para modernizar España. Destacó la separación de la Iglesia y el Estado, con la Ley del Candado de 1910, que limitaba las nuevas órdenes religiosas. En el ámbito fiscal, introdujo un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas, buscando que los más ricos pagaran más. También aprobó la Ley del Reclutamiento en 1912, que hacía obligatorio el servicio militar en tiempos de guerra y eliminaba la redención en metálico. En el ámbito social, impulsó leyes como la prohibición del trabajo nocturno para mujeres. Sin embargo, su gobierno fue inflexible ante las huelgas de 1911 y 1912, que fueron reprimidas militarmente.
Además de sus reformas sociales y laborales, Canalejas mostró una gran sensibilidad ante la cuestión de las autonomías regionales, especialmente en relación con el nacionalismo catalán. En este sentido, promovió la Ley de Mancomunidades en 1913, que permitía la unión de las diputaciones provinciales, y que más tarde facilitaría la constitución de la Mancomunidad de Cataluña en 1914, bajo el gobierno de Eduardo Dato. Esta ley fue un intento de descentralización del poder y un paso hacia el reconocimiento de las demandas regionalistas en Cataluña.
Sin embargo, el asesinato de José Canalejas en un atentado anarquista en noviembre de 1912 marcó el fin de la etapa regeneracionista en el Partido Liberal y en la política española en general. Tras su muerte, el partido se fragmentó, y figuras como el conde de Romanones y Santiago Alba lucharon por el liderazgo.
En el Partido Conservador, Eduardo Dato asumió el poder en 1913, pero también fue asesinado en 1921, lo que dejó al país en una situación de creciente inestabilidad política.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), España adoptó una postura de neutralidad, bajo el gobierno de Eduardo Dato. Aunque el país no participó directamente en el conflicto, la sociedad española se dividió entre los germanófilos, que apoyaban a las Potencias Centrales (Alemania y Austria), y los aliadófilos, que se alineaban con las Potencias Aliadas (Francia y Reino Unido). La neutralidad de España permitió una expansión económica, ya que el país se convirtió en un proveedor clave de productos industriales y agrícolas para ambos bandos, beneficiando especialmente a sectores como la siderurgia vasca, la minería asturiana y las industrias textiles y metalúrgicas catalanas. Sin embargo, las clases populares vieron un empeoramiento en su nivel de vida debido a la inflación, que no fue acompañada de un aumento en los salarios. Esto provocó un aumento del coste de la vida entre un 15% y un 20%, lo que desató huelgas y protestas en todo el país, reflejando el descontento popular por las consecuencias sociales y económicas de la guerra.