El estallido de la Guerra Civil
Del golpe de Estado a la Guerra Civil
Entre el 17 y el 19 de julio de 1936, la mayoría de las guarniciones militares de España se unieron al golpe de Estado iniciado en Marruecos, junto a sectores civiles falangistas y carlistas (requetés). Desde Marruecos, el día 19, el general Franco, que ya había asegurado el triunfo de la sublevación en Canarias, se dirigió hacia la Península al frente del Ejército de África. El Gobierno de la República tardó en reaccionar y, en pocos días, los sublevados se habían hecho fuertes en Navarra, Sevilla, Castilla la Vieja, Galicia y parte de Aragón.
Por el contrario, el alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y de izquierdas tenían mayor peso: zonas industriales del País Vasco, Madrid, Cataluña, Asturias, Santander y Levante, así como en una parte de Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía.
La reacción internacional
Las principales potencias democráticas, como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, impulsaron una política de No Intervención, creando un Comité en Londres para supervisarla, aunque en la práctica fue poco efectiva y perjudicó principalmente a la República, que era el gobierno legítimo.
Apoyo al bando republicano
Unión Soviética
La Unión Soviética prestó un importante apoyo militar y técnico al Gobierno republicano. Sin embargo, este apoyo estuvo condicionado a una creciente influencia del Partido Comunista de España (PCE) en el Gobierno del Frente Popular, especialmente notable durante el mandato de Juan Negrín como presidente del Gobierno. La URSS también fue clave en la organización de las Brigadas Internacionales, unidades de voluntarios comunistas y antifascistas de todo el mundo, que actuaron como fuerzas de choque eficaces, destacando en batallas como la de Guadalajara y la defensa de Madrid.
El apoyo soviético no fue gratuito. Ante el cariz desfavorable de la guerra para la República, Stalin ordenó el traslado a Moscú de una parte significativa de las reservas de oro del Banco de España (el conocido como «Oro de Moscú») como pago por la ayuda militar.
México
México también apoyó diplomática y materialmente a la República, enviando principalmente armamento ligero y alimentos.
Apoyo al bando sublevado
Italia
Benito Mussolini, líder de la Italia fascista, temeroso de un posible gobierno prosoviético en el Mediterráneo, envió un importante contingente militar, el Corpo Truppe Volontarie (CTV). Aunque nominalmente eran voluntarios, incluían unidades regulares del ejército italiano. Su objetivo era luchar contra el comunismo, si bien su preparación y eficacia en combate fueron variables.
Alemania
La Alemania nazi de Hitler envió la Legión Cóndor. Sus motivaciones eran similares a las italianas, pero también incluían el interés por probar nuevo armamento y tácticas de guerra aérea (como en el bombardeo de Guernica) y asegurarse el acceso a materias primas estratégicas españolas. A diferencia de parte de las tropas italianas, la Legión Cóndor estaba compuesta por especialistas militares (aviadores, personal de artillería, tanquistas) y demostró ser una fuerza de combate muy eficaz, clave para el bando sublevado.
Política en la zona republicana
A los dos meses de producirse la sublevación militar, en septiembre de 1936, se hizo cargo del Gobierno el socialista Largo Caballero. Ante el avance de las tropas sublevadas hacia Madrid, el Gobierno se trasladó a Valencia. Se formó un gabinete de concentración con socialistas, comunistas, republicanos de izquierda, cuatro ministros de la CNT (anarcosindicalistas) y miembros de Esquerra Republicana de Catalunya. Sus primeras medidas incluyeron:
- El reparto de tierras entre los campesinos (aproximadamente cuatro millones de hectáreas).
- La nacionalización de las líneas férreas y de compañías estratégicas como CAMPSA (petrolera) y algunas eléctricas y bancos.
- La aprobación del Estatuto de Autonomía del País Vasco en octubre de 1936.
Paralelamente, la CNT y la FAI (Federación Anarquista Ibérica) impulsaron un profundo proceso revolucionario, especialmente intenso en Cataluña y Aragón, mediante la expropiación y colectivización de industrias y tierras de cultivo, a menudo al margen de la autoridad del Gobierno central. En Cataluña, se estima que este proceso afectó a cerca del 70% de las empresas. Esta situación generó tensiones políticas y, en algunos sectores, desorganización económica y problemas de abastecimiento.
Las tensiones internas en el bando republicano fueron constantes. Socialistas y comunistas priorizaban el esfuerzo bélico y la victoria militar sobre la revolución social inmediata, chocando con las posturas anarcosindicalistas y de otros grupos como el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Además, surgieron fuertes enfrentamientos entre socialistas y comunistas, especialmente cuando la Unión Soviética condicionó su ayuda militar a la primacía del PCE en el Gobierno.
El episodio más grave de estas tensiones internas fueron los Hechos de Mayo de 1937 en Barcelona. Estalló un enfrentamiento armado entre, por un lado, anarcosindicalistas (CNT-FAI) y marxistas antiestalinistas (POUM), y por otro, fuerzas leales al Gobierno de la Generalitat, comunistas (PCE y PSUC) y otros grupos republicanos. Durante y después de estos sucesos, fue detenido y posteriormente asesinado Andreu Nin, líder del POUM.
La crisis de mayo provocó la caída del gobierno de Largo Caballero. Juan Negrín formó un nuevo Gobierno con una influencia comunista creciente. El POUM fue ilegalizado y perseguido. El nuevo ejecutivo intentó imponer mayor disciplina, centralizar el esfuerzo de guerra y frenar las colectivizaciones, reprimiendo a los sectores anarquistas y trotskistas más radicales. Sin embargo, las divisiones internas y, sobre todo, la desfavorable situación militar hacían cada vez más difícil la recuperación republicana.
Política en la zona nacional
A diferencia de la fragmentación política inicial en la zona republicana, en la zona sublevada (autodenominada «nacional») se impuso progresivamente un mando militar y político unificado y una férrea disciplina.
Una serie de acontecimientos contribuyeron a la concentración del poder en la figura del general Franco:
- El general Sanjurjo, quien estaba previsto como líder inicial de la sublevación, murió en un accidente aéreo en julio de 1936 al intentar volar desde Portugal a España.
- El general Mola, principal organizador del golpe y jefe del Ejército del Norte, también falleció en otro accidente aéreo en junio de 1937.
- José Antonio Primo de Rivera, fundador e ideólogo de Falange Española, fue juzgado y fusilado en la cárcel de Alicante en noviembre de 1936 por las autoridades republicanas.
Estas circunstancias, unidas a los éxitos militares iniciales del Ejército de África comandado por Franco y al decisivo apoyo militar de Alemania e Italia, allanaron el camino para que la Junta de Defensa Nacional (órgano inicial de gobierno de los sublevados) nombrara a Francisco Franco Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos el 1 de octubre de 1936, consolidando su liderazgo indiscutible en el bando sublevado.