De la Conquista Romana al Reino Visigodo: Transformaciones en la Península Ibérica

La Conquista Romana de Hispania

Fue el proceso histórico de dominio y control militar del territorio de la Península Ibérica por parte de Roma. El interés romano por la Península surgió durante la Segunda Guerra Púnica (Cartago vs. Roma). Este proceso se desarrolló en 4 etapas:

  1. Victoria de Roma sobre Cartago (218-205 a. C.): Desde Tarraco ocuparon Cartago Nova y finalmente Gades.
  2. Sometimiento del interior peninsular (205-133 a. C.): Los romanos se enfrentaron a los lusitanos para defender el valle del Guadalquivir, y a los celtíberos para someter ciudades como Numancia.
  3. Guerras civiles en Roma (133-31 a. C.): Los partidarios de los dirigentes romanos Sertorio y Pompeyo utilizaron Hispania como plataforma contra sus enemigos.
  4. Sometimiento de las montañas del norte (31-19 a. C.): El emperador Octavio emprendió campañas contra galaicos, astures y cántabros. Emérita Augusta fue fundada finalizando la conquista e iniciando la Pax Romana.

Economía en la Hispania Romana

Durante la conquista romana, la economía de Hispania tuvo un gran desarrollo hasta el siglo III d. C., gracias a las mejoras de las técnicas agrícolas y ganaderas y la introducción de Hispania en el mercado internacional.

  • Sector primario: La agricultura se basaba en cereal, vid y olivo, destacando este último por su calidad y cantidad. La producción ganadera era muy variada, destacando el ganado ovino. Se introdujeron innovaciones técnicas como los animales de tiro, el barbecho y el regadío. También destaca la pesca.
  • Actividades mineras: El desarrollo de la metalurgia demostró que Hispania era un territorio muy rico en yacimientos. La mayoría de las explotaciones eran propiedad del Estado romano, pero se permitieron las minas privadas con mano de obra esclava.
  • La urbanización y el comercio: La economía se basaba en intercambios comerciales entre los territorios romanos. Se creó una red de comunicaciones marítimas y terrestres que comunicaban las regiones y ciudades. Se desarrolló una extensa red de calzadas para asegurar el control militar, organizar el territorio, unir ciudades y fomentar el comercio.

Sociedad en la Hispania Romana

La sociedad de la Hispania romana estaba jerarquizada y formada por hombres libres y esclavos:

  • Colonos romanos e itálicos: Gozaban de plenos derechos políticos y de propiedad. Formaban la élite dirigente junto con las élites indígenas.
  • Élites indígenas: Adoptaron rápidamente los modos de vida romanos y colaboraron con la administración.
  • Indígenas libres: Constituían la mayoría de la población y la base de la sociedad productiva. Estaban por encima de los esclavos liberados (libertos).
  • Esclavos: Eran considerados propiedad, sin derechos. Procedían principalmente de prisioneros de guerra o de rebeliones sometidas.

Romanización y Legado Cultural

La Romanización fue el proceso histórico mediante el cual la población indígena de Hispania asimiló los modos de vida romanos en diversos ámbitos: administración provincial, urbanización, economía, sociedad, derecho, cultura y religión.

Administración Provincial

Al principio, los romanos entendían ‘provincia’ como el ámbito de competencias de un magistrado. Más tarde, pasó a designar una división territorial concreta. Se distinguen 3 etapas en la organización provincial de Hispania:

  • La República (197 a. C. – Siglo I a. C.): Hispania se dividió en dos provincias: Hispania Citerior y Hispania Ulterior.
  • El Alto Imperio (Siglo I a. C. – Siglo III d. C.): Hispania se dividió en tres provincias: Tarraconense, Lusitania y Bética.
  • El Bajo Imperio (Siglos III-IV d. C.): Hispania se reorganizó en 5 provincias: Tarraconense, Cartaginense, Bética, Lusitania y Gallaecia.

Legado Cultural

El latín se impuso como lengua de uso común y administración, y el derecho romano se extendió por toda la península, sentando las bases del sistema jurídico posterior. Los romanos, en general, respetaron los cultos locales, siempre que no amenazaran la autoridad de Roma y el culto al emperador. A partir del siglo I d. C., se introdujeron cultos mistéricos del Mediterráneo oriental, entre ellos el cristianismo, que gradualmente ganó adeptos y finalmente se convirtió en la religión oficial del Imperio con el emperador Teodosio I en el siglo IV d. C.

La Monarquía Visigoda en Hispania

Invasiones Germánicas y el Fin del Dominio Romano

A partir del siglo III d. C., el Imperio Romano entró en un profundo declive debido a la decadencia de los núcleos urbanos, al malestar social y a la incapacidad imperial para mantener el orden. Esto llevó a la división del Imperio en Occidente y Oriente. En el año 409, pueblos germánicos como suevos, alanos y vándalos penetraron en Hispania. Inicialmente, algunos actuaron como aliados de facciones romanas en pugna. En el 416, los emperadores romanos recurrieron a otro pueblo germánico, los visigodos, con los que acordaron su asentamiento en el sur de la Galia (Francia) a cambio de que expulsaran a los otros pueblos invasores de la Península Ibérica. Así nació el reino visigodo de Tolosa. La ocupación progresiva de la Península por los visigodos marca la transición de la Edad Antigua a la Edad Media en España.

Evolución del Reino Visigodo

La consolidación del dominio visigodo en la Península fue progresiva y se produjo en varias etapas:

  1. Periodo del Reino de Tolosa (416-507): Los visigodos actuaron en Hispania como federados de Roma, expulsando a alanos y vándalos, y arrinconando a los suevos en Gallaecia. Tras ser derrotados por los francos en la batalla de Vouillé (507), perdieron sus posesiones en la Galia y trasladaron el centro de su poder a la Península Ibérica.
  2. Creación del Reino de Toledo (507-569): Se estableció la capital en Toledo. Durante este periodo, coexistieron con el reino suevo y con una franja costera en el sureste controlada por el Imperio Bizantino (Imperio Romano de Oriente), que se asentó desde Cádiz hasta cerca de Valencia.
  3. Unificación y Dominio de la Península (569-711): Bajo reyes como Leovigildo, se conquistó el reino suevo (585) y se luchó contra los bizantinos. Finalmente, Suintila expulsó a los bizantinos (hacia 625), logrando la unificación territorial (excepto pequeñas zonas en el norte).

Instituciones Visigodas

Los visigodos se organizaron bajo una monarquía, inicialmente electiva, lo que provocó gran inestabilidad política, con conspiraciones y rebeliones frecuentes. Para fortalecer la monarquía y consolidar el Estado, fue necesario unificar a la población hispanorromana (mayoritaria) y visigoda (minoritaria). Se promovió la unificación legislativa, culminando con la recopilación de leyes en el Liber Iudiciorum (o Fuero Juzgo, promulgado por Recesvinto en 654), que aplicaba tanto a hispanorromanos como a visigodos, basándose en el derecho romano y costumbres germánicas.

Buscando la colaboración de la influyente Iglesia Católica y la unificación religiosa, el rey Recaredo I se convirtió al catolicismo (abandonando el arrianismo visigodo) y convocó el III Concilio de Toledo (589), donde se oficializó la conversión del reino y se establecieron las bases de la colaboración entre la Iglesia y la Corona. A pesar de los intentos de algunos reyes por establecer una monarquía hereditaria, el carácter electivo persistió, siendo una fuente constante de debilidad.

Fundamentos Económicos y Sociales

La sociedad visigoda era predominantemente rural. Como consecuencia de la crisis del final del Imperio Romano, las ciudades habían entrado en decadencia y la crisis del comercio fomentó la autosuficiencia y una economía agraria. La tierra era la principal fuente de riqueza, y la mayor parte estaba en manos de la nobleza (visigoda e hispanorromana) y la Iglesia. Los nobles arrendaban parte de sus tierras a campesinos libres.

La debilidad del poder central y la inseguridad provocaron que muchos pequeños propietarios buscaran la protección de los grandes terratenientes (nobles), cediéndoles sus propiedades o vinculándose a ellos mediante lazos de dependencia personal, trabajando sus tierras a cambio de protección. La monarquía también solía recompensar los servicios de la nobleza con la concesión de tierras, reforzando su poder.

El Final del Reino de Toledo

A principios del siglo VIII, el reino visigodo se encontraba sumido en una profunda crisis política (luchas por el trono), económica y social. En este contexto de debilidad interna, se produjo la irrupción del islam en el Mediterráneo y su expansión por el norte de África. En el año 711, un ejército musulmán cruzó el estrecho de Gibraltar y derrotó al último rey visigodo, Rodrigo, en la batalla de Guadalete. En pocos años (aproximadamente tres), el reino visigodo de Toledo se desmoronó, dando paso a la conquista musulmana de la Península Ibérica.

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