Eventos Políticos Clave de la Segunda República y la Guerra Civil Española

Evolución política de la España republicana

Azaña confió a José Giral la formación de un nuevo gobierno que tomó el acuerdo de entregar armas a los obreros.

El gobierno de Largo Caballero: El 5 de septiembre, Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo Caballero, quien formó un gabinete. Formado por nacionalistas vascos y catalanes, también remodeló el gobierno y acometió las principales reformas políticas y militares. Largo Caballero tuvo problemas con los comunistas y los anarquistas, que ponían resistencia a integrar sus milicias en el Ejército Popular. Las diferencias terminaron afectando al mismo gobierno.

Guerra o Revolución: La política del PCE consistía en mostrar una imagen moderada bajo el lema ‘Primero, van a la guerra’, mientras que otras fuerzas entendían que había que tomar medidas revolucionarias para poder contar con el apoyo popular que llevara a la victoria. En esta lucha fue detenido y asesinado el líder más prestigioso, Andreu Nin.

El gobierno de Juan Negrín: Era del PSOE y trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona buscando el control de las industrias bélicas catalanas. En un intento de lograr un acuerdo con los nacionalistas, el gobierno presentó un documento conocido por los 13 puntos de Negrín.

Evolución política de la España nacional

Los sublevados se definían como ‘nacionales’ por su defensa de la unidad de España. La muerte del General Sanjurjo puso en primer plano la figura de Franco. La Junta de Defensa Nacional funcionó como embrión de un nuevo gobierno opuesto al régimen republicano. Al morir Sanjurjo, los militares comprendieron que necesitaban establecer un mando único, y Franco fue elegido jefe de gobierno, que reunió la jefatura política y militar de nuevo.

Franco se constituyó en jefe nacional del partido único, que con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

Las consecuencias de la guerra

Todavía sigue siendo objeto de debate las pérdidas humanas, ya que la cifra de muertos estaría en torno a unos 450.000. Otra cifra que debe valorarse es la de los emigrados políticos, el exilio republicano, que fueron alrededor de 400.000 personas desde Cataluña.

En cuanto a los prisioneros de guerra, más de 250.000 personas ingresaron en prisiones, y el gobierno de Franco también introdujo la depuración.

Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país, y las consecuencias políticas fueron el final de la experiencia modernizadora y democratizadora y el inicio de un larguísimo periodo de represión, de falta de libertades políticas y la supresión de derechos fundamentales de las personas.

El triunfo electoral de la derecha y la reacción de las izquierdas

En las elecciones generales de 1933, las mujeres hicieron efectivo su derecho a voto y dieron el triunfo a la derecha, quedando la izquierda severamente derrotada.

La izquierda del PSOE y los republicanos de izquierda veían a la República como algo suyo. El PSOE consideraba a la CEDA como un partido con el objetivo de implantar el fascismo en España.

Largo Caballero fue el nuevo presidente del PSOE y secretario de la UGT, e Indalecio Prieto.

Los gobiernos radicales: la revisión de la República

Lerroux formó gobierno con miembros del Partido Radical con el apoyo de la CEDA. Los radicales exigían una política de revisión de la obra legislativa del gobierno de Azaña, que invertía el rumbo iniciado en el primer bienio.

Se impidió la aplicación de la Ley de Congregaciones Religiosas, se derogó la Ley de Términos Municipales, se frenó la reforma agraria y se aprobó una ley de amnistía.

El Partido Radical sufrió una escisión, y la facción a la izquierda encabezada por Martínez Barrio formó un nuevo partido.

El PSOE y la UGT estaban preparados para iniciar un levantamiento revolucionario en el caso de que la CEDA entrara en el gobierno, y el 4 de octubre, Lerroux formó un nuevo gobierno radical.

La revolución de octubre de 1934

El Comité Revolucionario Socialista, dirigido por Largo Caballero, comenzó la insurrección revolucionaria el 5 de octubre, declarando la huelga general en toda España.

En Madrid, los planes fracasaron; en Vizcaya, hubo enfrentamientos entre el gobierno y la Guardia Civil; en Cataluña, la rebelión fue política, y el presidente Companys se declaró en rebeldía contra el gobierno de Lerroux y proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española.

En Asturias se produjo una revolución obrera donde se formó una Alianza Obrera que defendía Largo Caballero. Para sofocar la rebelión, el gobierno recurrió a la Legión en una operación coordinada por el General Franco.

El fin de la experiencia derechista en la Segunda República

El PSOE, para defender sus objetivos revolucionarios, había roto con la legalidad republicana, y muchos dirigentes socialistas fueron encarcelados, incluyendo a Azaña, al que se quiso implicar en la revolución.

En lo militar, Gil Robles incorporó a los más altos puestos a los generales Fanjul, Goded, Mola y Franco.

Sin embargo, todo se precipitó al estallar dos escándalos de corrupción en los que se vio envuelto el Partido Radical: el ‘Estraperlo’ y el asunto Nombela.

Las elecciones de febrero de 1936

La unidad republicano-socialista era la fórmula para contener a la derecha y triunfar en las elecciones. Indalecio Prieto coincidió con Azaña, pero necesitaba vencer la resistencia de otros dirigentes socialistas como Largo Caballero.

También se formó una amplia coalición de partidos de izquierda: se incorporaron Izquierda Republicana y Unión Republicana, el PSOE y el PC, la UGT, el Partido Sindicalista y el POUM.

Las derechas no llegaron a formar un frente único, y las elecciones de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, pero que no logró estabilizar el proceso político.

La vuelta de Azaña al gobierno y la conflictividad social

Azaña formó un gobierno integrado únicamente por republicanos de izquierdas, y este gobierno puso en marcha el programa del Frente Popular.

Se concedió una amnistía general para todos los encarcelados por delitos políticos y sociales. Se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña.

Las organizaciones sindicales volvieron a movilizar a los trabajadores, y la violencia callejera se traducía en atentados, enfrentamientos, mientras volvían los ataques e incendios de edificios religiosos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *