El cargo de valido no era institucional, sino fruto de un nombramiento. Su poder residía en la confianza que el rey había depositado en una persona. Cuando esta confianza personal desaparecía, el valido perdía todo su poder. Este sistema de gobierno se tradujo en un distanciamiento muy grande entre el rey y sus vasallos y en la desconfianza de las oligarquías. El primero de estos validos fue el duque de Lerma, principal líder político durante el reinado de Felipe III. Pero en 1618 perdíó la confianza del monarca y fue reemplazado por su hijo, el duque de Uceda. Ambos eran aristócratas e intentaron gobernar prescindiendo de los consejos, se rodearon de partidarios entre sus parientes y amigos, a los que dieron los mejores cargos. En esta etapa fueron expulsados los moriscos. El rey Felipe IV confió el gobierno en un nuevo valido, el conde Duque de Olivares. Olivares abordo una ambiciosa política de reformas fiscales que pretendíó imponer de forma autoritaria. Su objetivo era incrementar los ingresos de la Corona, para financiar su costosa política exterior. La reforma más importante estaba destinada a conseguir que los reinos no castellanos aumentaran sus contribuciones, para evitar que la presión fiscal recayera casi exclusivamente sobre Castilla. Para ello, presento el proyecto conocido como La Uníón de Armas (1625), por el cual se crearía un ejército reclutado y mantenido por cada reino en función de sus recursos demográficos y económicos. Pero el proyecto choco con la realidad: crisis económica y social, y la resistencia de los distintos reinos, que se apoyaban en sus fueros y privilegios para oponerse, Aragón y Valencia solo contribuían económicamente y Cataluña no contribuía, por lo que quedo al margen de la Uníón de Armas.
El comienzo de la guerra con Francia en 1635 fue el detonante del conflicto entre el monarca y los reinos. La frontera pirenaica peligraba frente a enemigos exteriores y Olivares pensó que podía ser una buena excusa para obligar a Cataluña a contribuir a la guerra. Además, penetraron en el territorio catalán los tercios reales. Las protestas contra ellos se multiplicaron desde la Generalitat y el Consell de Barcelona. En 1640 estallo una rebelión de campesinos que atacaron a los tercios, un mes después se les unieron los segadores, que se habían congregado en Barcelona con motivo del Corpus Christi y se apoderaron de la ciudad en los sucesos conocidos como Corpus de Sangre.Los representantes del rey (virrey), la oligarquía y aristocracia fueron pasados a cuchillo. Esta rebelión conducía a la Guerra Civil, por lo que los representantes de la Generalitat, temerosos de las represalias del rey, decidieron ofrecer el condado de Barcelona a Luis XIII de Francia, que nombro un virrey francés y con sus tropas ocupo Cataluña y tras 12 años de guerra, el ejercito del rey Felipe IV logro entrar en Barcelona (1652) poniendo fin a la secesión.
Tras la destitución de >Olivares, las sublevaciones no acabaron: en 1643 se produjeron alborotos y tumultos en la Corona de Aragón y en Valencia, donde el miedo a la nobleza al desorden y a la guerra garantizo loa fidelidad de estos dos reinos, que dieron al monarca grandes contribuciones económicas. En 1647, se produjo un motín en Palermo y unos meses después se sublevo Nápoles. Ambas revueltas fueron reprimidas por las tropas españolas.Por último, entre 1647 y 1652 también se produjeron disturbios en distintos puntos de Andalucía, al grito de “viva el Rey y abajo el Gobierno”, la protesta se dirigía contra las oligarquías y nobles locales, los impuestos y la subida del precio del pan.Estas revueltas carecían de dirigentes y programas políticos y finalizaban cuando las autoridades municipales hacían concesiones a la población
La rebelión de Cataluña
El comienzo de la guerra con Francia en 1635 fue el detonante del conflicto entre el monarca y los reinos. La frontera pirenaica peligraba frente a enemigos exteriores y Olivares pensó que podía ser una buena excusa para obligar a Cataluña a contribuir a la guerra. Además, penetraron en el territorio catalán los tercios reales. Las protestas contra ellos se multiplicaron desde la Generalitat y el Consell de Barcelona. En 1640 estallo una rebelión de campesinos que atacaron a los tercios, un mes después se les unieron los segadores, que se habían congregado en Barcelona con motivo del Corpus Christi y se apoderaron de la ciudad en los sucesos conocidos como Corpus de Sangre.Los representantes del rey (virrey), la oligarquía y aristocracia fueron pasados a cuchillo. Esta rebelión conducía a la Guerra Civil, por lo que los representantes de la Generalitat, temerosos de las represalias del rey, decidieron ofrecer el condado de Barcelona a Luis XIII de Francia, que nombro un virrey francés y con sus tropas ocupo Cataluña y tras 12 años de guerra, el ejercito del rey Felipe IV logro entrar en Barcelona (1652) poniendo fin a la secesión.
La rebelión en Portugal. La caída de Olivares
El ejemplo de Cataluña debilito la autoridad de la Corona y alerto a Portugal a rebelarse. Los holandeses amenazaban las colonias portuguesas y Portugal se sentía mal protegido por España, que alegaba que era difícil defender las posesiones lusas sin una contribución económica y militar de Portugal. En 1640 reclutaron soldados portugueses para sofocar la rebelión catalana y se intento inmovilizar a la nobleza lusa, liderada por el duque de Braganza. Los nobles se negaron a colaborar y se sublevaron, proclamando rey al duque de Braganza con el nombre de Juan IV. La guerra (conocida en Portugal como Guerra de Restauración), se prolongo hasta 1668, cuando la corona española reconocíó la independencia de Portugal, Olivares exigíó a los nobles de los diferentes reinos que contribuyeran a las campañas militares aportando dinero y tropas. La mayoría abandonó la corte. Así que el duque de Medina Sidonia se sublevó en Andalucía (1641) con la intención de independizarse. En 1643, Felipe IV se vio obligado a destituir al conde duque de Olivares. Sus proyectos de reforma habían fracasado: el absolutismo político, la presión fiscal y los proyectos centralizadores combinados con una guerra inacabable, provocaron la crisis de la monarquía y el fracaso personal del valido.Las últimas sublevaciones
Tras la destitución de >Olivares, las sublevaciones no acabaron: en 1643 se produjeron alborotos y tumultos en la Corona de Aragón y en Valencia, donde el miedo a la nobleza al desorden y a la guerra garantizo loa fidelidad de estos dos reinos, que dieron al monarca grandes contribuciones económicas. En 1647, se produjo un motín en Palermo y unos meses después se sublevo Nápoles. Ambas revueltas fueron reprimidas por las tropas españolas.Por último, entre 1647 y 1652 también se produjeron disturbios en distintos puntos de Andalucía, al grito de “viva el Rey y abajo el Gobierno”, la protesta se dirigía contra las oligarquías y nobles locales, los impuestos y la subida del precio del pan.Estas revueltas carecían de dirigentes y programas políticos y finalizaban cuando las autoridades municipales hacían concesiones a la población